El bosque

Capitulo: 2

Lidia Kevinsky.

Había vivido toda mi vida en Rusbeeld Hills, era una comunidad mediocre, o eso escuchaba de mi padre, recuerdo sus palabras llenas de odio hacia su gente, pensaba que quizá lo habían tratado o mal por sus normas y reglas extremistas, mi madre despreciaba el pueblo, tanto que múltiples veces quiso salir corriendo con la maleta en mano.

En cambio yo lo veía como el pueblo perfecto quitando las mentes cerradas y las tontas reglas religiosas, como:

Vestirse con vestidos hasta los talones, siempre traer ropa blanca o rosa si eres mujer, ropa azul y verde si eres varón, quedarse en casa todos los viernes, evitar las demostraciones de afecto en las escuelas, o parques del pueblo, castigar a los jóvenes por m****r mensajes, ser presentado y juzgado delante de la comunidad si ya habías dado tu primer beso antes de el casamiento, los jóvenes que terminaban siendo madres a temprana edad eran utilizadas como tributo a Trilom un dios inventado por no sé quién.

El pueblo contaba con el primer lugar en desapariciones de turistas, y de jóvenes, los pueblos vecinos eran los más afectados, pues aún separándolos por un gigante bosque de miles, y miles de hectáreas, las desapariciones siempre eran cuando un ciudadano de este pueblo iba de visita al otro.

Era curioso, nadie tenía intenciones de salir de aquí, ¿Para que? Si teníamos ganadería, agricultura, turismo, zonas hoteleras, playa y extensos bosques con variedad de especies. Era el paraíso, y la minería era la principal fuente de economía de este pueblo, aquí todos tenían dinero, sin embargo mi familia los superaba por millones de dólares, ¿De dónde provenía tanto? Según mis padres herencia del abuelo y empresas que abarcaban todo el país.

Había tanto por describir de aquel pueblo, y odiaba no saber por dónde empezar, cada pueblerino de aquí me causaba miedo y asco, sabía que ocultaban cosas, era eso o en verdad estaban cegados de m****a verbal causada por el Reverendo Eliott. Ese hombre se notaba que no era un santo, o quizá lo disimulaba bien, pero nadie quería aceptarlo.

Después del accidente que sucedió en el bosque, me desperté desorientada, perdida entre un sin fin de arboles y una cabaña.  Me duele la cabeza, todo gira sin contemplación ¿Dónde estoy?.

La  cabaña,  se encontraba perfectamente limpia y ordenada, la recorrí con la mirada y solo encontré, una cocina, un baño pequeño, y la recamara en la que me encontraba. Era pequeña pero lo suficiente útil para vivir uno solo en ella.

Apreciaba el gesto de haberme curado, pero cualquiera era el enemigo, eso estaba claro, no podía confiar en nadie.

Mi instinto por sobrevivir era más grande que cualquier otra cosa en aquel momento.

Lo último que recuerdo fue que, me desmaye, Aaron me había disparado,  Jackson y un tal Brug estaban heridos, todo era distinto, la situación me provocaba desesperación, pero me mantuve al margen, si me desesperaba o entraba en pánico no me ayudaría en nada.

Lo último que recuerdo fue el estrepitoso grito de Jackson vociferar el nombre de Camille a todo pulmón., seguía escuchándolo, el grito y el recuerdo se repetica una y otra vez como un bucle. 

—Mierda—Vocifere, al levantarme de la cama, el dolor por el esfuerzo se hizo presente.

Tarde años en poder levantarme de esa cama, estaba tan adolorida y cansada que no tenía noción del tiempo, ¿Habían pasado días? ¿Horas? ¿Meses? Eso era lo de menos, tenía que regresar a casa.

Tarde alrededor de unas dos horas en llegar al punto más terrorífico de todo el bosque, repleto de neblina y cantos de animales desconocidos, los altos árboles impedían la luz del sol, el frío me hacía tener escalofríos en las piernas y en los brazos, solo traía el uniforme de deporte.

Caminaba con la retaguardia en alto, alerta ante cualquier peligro, pero terminé cayendo de bruces, mi pie se había atorado con una raíz, eso creí hasta que mire el piso y solté un grito de miedo.

Una jodida mano llena de moho, verde y pedazos desgastados, de animales que quizá la devoraron o insectos que la iban desintegrando lentamente hasta dejar visibles los huesos.

Mire a mi alrededor con angustia; temor y escalofríos, mujeres, adolescentes,  ancianos y niños colgaban de árboles como si fueran adornos de navidad, la sangre seca atraía a los pájaros quienes se encargaban de sacar los sesos de las personas que yacían sin vida. 

A lo lejos divisé a Camille colgada con una flecha sobre su garganta y  una nota atravesando de ella, ¿PERO QUE CARAJOS?.— Me pregunté para mí misma.

Mentiría si dijera que no tenía miedo! Estaba cagada del susto, solamente podía pensar que jamás saldría de aquí, que mi muerte sería inevitable. Los grandes y extensos árboles eran adornados  por muchos más cuerpos ¿Quién hizo semejante atrocidad? ¿Con qué objetivo? ¿Por qué hacían tal aberración?.

Quien diría que un pueblo tan tranquilo sería hogar de demonios, monstruos y secretos oscuros. 

Ya no importaba el dolor, el cansancio ni el hambre que estaba matándome, solo quería salir de tanta vegetación, ir a casa, abrazar a mi tía y a mi hermano, oír la voz chirriante de Camille y plantearme muchas cosas nuevamente.

++++

No se cuanto tiempo dure caminando, sentía frío y la noche  había caído, el extenso bosque se había perdido desde hace horas, aún no sabía dónde estaba, sin embargo me sentí feliz cuando llegue a las vías del tren, entre la maleza descubrí un bar, ¡Lo reconocía! Era la cabaña de los enanitos verdes, un bar de motociclistas antiguo pero transcurrido.

Feliz avance adentro, corría con la suerte de que conocía al dueño, al menos encontraría la forma de llegar casa.

Al cruzar por la puerta el aire se sentía Pesado, los idiotas que se encontraban en el lugar no paraba de comerme con la mirada y otros lanzaban piropos, había chicas con ropa negra ajustada y diminuta.

—Hey guapa! ¿Un polvo o que?—. Un viejo me tomó de la mano, sin embargo me aparto con brusquedad

Llegué a la barra y el Barman me miró curioso.

—Este no es un lugar para niñas como tú— El hombre arqueo una ceja.

—Da igual, necesito hablar con Jeff—. El tipo me miró con mala cara  pero no protesto.

Regresó diez minutos con un chico alto y nada que ver con toda la gente de ahí afuera.

—¡Lidia! Hermana mía, hace mucho que no te veo, parece que han pasado siglo, entre, la casa invita—. El hombre me hizo cruzar por la barra y fuimos a la parte de atrás, ahí se encontraba una casa de un piso, era bonita y grande.

—Es genial volver a verte—. Le di un abrazo, él lo correspondió con alegría.

—¿Y dime, para qué soy bueno?—El chico y yo nos adentramos a la casa y tomamos asiento en el sofá.

Durante media hora le estuve contando todo lo que sucedió en el río, y lo poco que recordaba de todo lo demás.

—Solo se que  son fragmentos rotos, solo eso, no tienen sentido, pero necesito regresar a casa e ir al hospital—. Estaba desesperada, muy desesperada en verdad, la situación salía de mis manos.

—Ahora mismo no puedo llevarte a Rusbeeld Hills, sabes cómo es eso de las desapariciones, y aunque a veces odie mi vida, no quiero morir por extraños—. Su comentario  me hizo soltar una sonrisa. —Puedes descansar, date un baño y comer algo, tu estado no es el mejor de todos.

El chico salió por la puerta y me llevó a una habitación pequeña, era linda, contaba con una cama, una mesita de noche ,  un pequeño sofá y una televisión pequeña.

Prendí la TV, y pronto salieron las noticias locales.

La joven Lidia Kevinsky desaparece en circunstancias misteriosas,  al igual que su compañera Camille London, desde hace dos días nadie conoce su paradero, todo esto después de recibir una llamada durante su periodo de clases, por otro lado Jackson Murray medio hermano de Lidia sigue aún hospitalizado por razones que desconocemos, ¿Que es lo que está sucediendo alrededor de esta familia?¿ Están metidos en problemas? 

Harta de escuchar terminé cambiando de canal, tiempo después llegó Jeff con un plato de comida y frutas, agua y una que otra botana.

—Gracias Jeff, sin ti ahora estaría muerta— el chico sonríe.

—Si no recuerdas tu me diste el dinero para crear el bar, por ti salí de ese estúpido pueblo, y ahora soy libre de disfrutar mi sexualidad sin ser juzgado— el joven arruga la nariz— es justo que yo te ayude a ti.

Le sonreí agradecida y comenzamos a ponernos al corriente de nuestras vidas.

—¿Estás segura que esto no fue alguna trampa de Jackson?—. Preguntó arqueando las cejas.

—¿Una trampa de Jackson?, ¿Por qué?— pregunté incrédula.

—Vamos, cuando sus padres murieron estaban en la quiebra, si no era por ese contrato era obvio que los embargan, y el no tiene dinero ni familia, por eso Leny se hizo cargo de él, cualquiera mataría a los Kevinsky por sus millones, además solo quedan dos no sería difícil matarlas.

—Creeme esa teoría está loca pero te aseguro que el no me mataría, como dices somos su última familia, y si me muero el dinero se congela y se le queda a nadie, su plan no serviría, y lo conozco es mi hermano, él no haría eso.

¿El no haría eso verdad? ¿El no me haría eso verdad?

—No lo sé, a veces las traiciones vienen de quién menos las esperas, lo viste con Henry, ¿No?—. Solté un suspiro y me deje caer a la cama.

—No hablemos de Henry, eso sucedió hace tiempo, necesito pasar la página—. Suspire pesadamente.

—Cuando llegues al pueblo dale consuelo, es un hijo de puta, si, pero perdió a su hermana nadie se merece pasar por ese sufrimiento—. El chico me miró y esbozó una sonrisa cálida.

—Ahora duerme, que el viaje será algo largo— asentí y me recosté.

El pueblo estaba a tres horas de distancia, así que el trayecto sería muy pero muy largo solamente deseaba  llegar a casa y abrazar a mi familia, aunque solo fuéramos tres era suficiente para sentirme plena.

Mi mente maquinaba una y otra vez mil escenarios posibles acerca de lo sucedido, pero ninguna era lógica, mi mente no dejaba de pensar en N, ¿Quién demonios era N? Y por qué Aron dijo que yo era su hermana.

El sueño hizo que mis párpados pesaran y se fueran cerrando lentamente al punto de enrollarme entre las sábanas y no saber nada más.

Henry

En los alrededores del pueblo los pobladores estaban alarmados, la noticia había corrido con bastante fluidez. Desde la alumna con una pistola en su casillero hasta la rubia que perseguía a esta. ante los ojos de los pobladores Camille London era la salvadora de un posible tiroteo en la escuela. 

Pero solo era un rumor, nadie imaginaría que a partir de ello el terror llegaría al pueblo, y con ello las desgracias y la muerte de muchos cayendo como fichas de dominó. 

y para cuando ocurriera ya sería tarde para detener la catástrofe. Las puertas del infierno debajo de Rusbeeld Hills habían sido abiertas, y debía pararlo, debía buscar ayuda y parar todo antes de que colisione.

Las frías calles del pueblo daban miedo, el frío golpeaba mi piel alborotando mi cabello, mi abrigo gris desgastado por el uso excesivo que le daba no impide del todo el frío que atravesaba la tela.

recorría las calles en busca de algun lugar donde poder pensar, pero la presencia de unas siluetas altas y fornidas, con algún tipo de artefacto me impidieron llegar a mi destino, se veían retadores, a una distancia de tan solo 10 metros pude descubrir dos cosas, tenían máscaras y capas, estaban avisando de los próximos acontecimientos. eran como jinetes, sin caballo y encapuchados. Los verdugos de Rusbell Hills.

—Dime que tú igual los vez— La voz de Matt me sacó de mis pensamientos.

—Si, los vemos—. Eran aterradores, altos y de colores vivaces y mates nada que ver con el miedo que emitían.

—¿Que quieren?—Preguntó el chico Rubio.

—Anunciar el peligro—. Respondí cautivado por esos sujetos.

—¿Peligro?— El chico se giró hacía mí con confusión.

—Si, ni yo lo entiendo.

Había aprendió gracias a libros que los avistamientos de seres o fenómenos sobrenaturales eran señales y advertencias de cosas que sucederían mientras tanto los animales, como aves, perros, gatos y gallinas  al sentir un terremoto o suceso natural suelen comportarse extraño, inquietos y aterrados, pero es por qué lo presienten.

La diferencia es que ellos no eran algo paranormal, era algo más creado por un loco de este pueblo, un loco que creó a sus propios jinetes, verdugos y dioses. Y esas personas con capuchas eran la representación de todo eso. Eran la presentación de un enfermo mental, la representación de los Kevinsky.

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