Melquiades se encontraba distante de las acciones que se estaban llevando a cabo en el extranjero con Rosario y Júpiter, sin saber que Júpiter estaba convenciendo a Rosario en tomar de vuelta el bar y dirigirlo aún mejor de como Melquiades lo estaba haciendo hasta ahora. ¡Al menos eso era lo que Júpiter le hizo creer a Rosario!—Es hora del show. Esta noche deseo que se entreguen aún más de los que Rosario lo provocó durante sus presentaciones en este exclusivo bar. —Aseveró Melquiades a todas las modelos presentes.El número de modelos se había incrementado desde que Rosario había decidido vivir en el extranjero con Júpiter, por lo que Melquiades consideró el hecho de aumentar el número de invitados a cada evento y de esa manera incrementar sus ingresos. Siempre mostraba mayor codicia y ambición.—¿Por qué desea llegar esta noche? ¿No pensara actuar sin autorización de Júpiter? —La incertidumbre de Abaddon se incrementó tras observar al patriarca decidió en visitar el famoso bar que
Paola quedó anonadada con la persona que se encontraba frente a ella, por lo que de inmediato mencionó. —¡Por favor no me haga daño! Le diré lo que necesita saber.Abaddon cubrió el rostro del patriarca y desató a Paola para escuchar y escribir los datos que necesitaban obtener del bar, aunque, ¿aún contaban con el tiempo necesario? Abaddon no pretendía permanecer más tiempo de lo necesario en el lugar junto al patriarca.Después de media hora, la interrogación había acabado y solo se esperaba las acciones que llevara a cabo el patriarca dentro del bar. Mientras que Melquiades ignoraba por completo todo lo que se avecinaba en su contra.—Ella ha visto su rostro, ¿Qué haremos al respecto? No confió en ella en lo absoluto. —Acotó Abaddon tras confirmar la ubicación del dinero en el bar.El patriarca aun no tomaba su decisión y Paola suplicaba con susurros y juramentos ante la situación que se le presentaba. —¡Le suplico que no me haga daño! Le juro que nunca imaginé que esto sucediera.
El patriarca reveló una vez más su identidad y esta vez ante el servidor fiel y abnegado cómplice de Rosario en todas y cada una de sus fechorías, que hasta ese día habían llevado a cabo con el único propósito de apoderarse de las fortunas más codiciadas y considerar haber perpetrado los crímenes perfectos.Melquiades negaba la existencia de la persona que se le presentó en ese momento y con un rostro de temor y una voz quebrada, comenzó a negar en voz alta. —¡No puedes estar aquí! Eres parte del pasado y te vi morir. ¿Cómo es que sobreviviste? Rosario se va volver en tu contra en cuanto sepa de tu existencia.El patriarca sonrió a carcajadas y mencionó con extrema seguridad. —¡No le temo a Rosario! ¡Inclusive! Estoy esperando que regrese con Júpiter para encararla y que se vuelva loca en el momento que me observe de regreso en su vida.Abaddon comenzaba a desesperarse, una operación no había tardado tanto como la que estaba llevando a cabo esa madrugada. —¿Qué es lo que espera para t
El patriarca se sorprendió que Samael averiguara con mayor facilidad sobre Júpiter y la llegada en dos días a la ciudad, por lo que guardando la cordura en ese momento no le transmitió a Samael el deseo de saber más al respecto, pero si le preocupó que Melquiades aún se encontrara con vida.El patriarca escuchando la información sobre Melquiades, lo llevó a cuestionarse sobre lo ocurrido en el bar, por lo que con inmediatez le preguntó al amigo fiel de Júpiter. —¿Sabes dónde puedo ubicar a Melquiades? No podríamos permitirnos ese lujo que le de aviso a Rosario sobre lo que acaba de enterarse.Samael siempre confiado de su astucia y manera eficaz de trabajar, no dudó en hacerle saber lo que solicitaba. —En este momento acaba de ser trasladado a un sitio privado del cual no cuento con la ubicación exacta, pero el radio de su ubicación no supera los quinientos metros, por lo que el lugar a buscar seria a los alrededores de sus antiguas oficinas de modelos.Abaddon escuchó la información
Melquiades no aceptaba que se tratara de Sebastián Ríos el hombre que se encontraba frente a él en la mansión Ríos. Aun así, decidió establecer la conversación y aparentemente llegar a un acuerdo que podría beneficiar a ambas partes.El patriarca deseaba escuchar el trato que Melquiades deseaba ofrecerle, sin embargo, fue el mismo Melquiades quien cambio la circunstancia del encuentro, esperando que fuese Sebastián el que ofreciera un trato a convenir.—¿Sorprenderte? ¡Tú eres el que debería sorprenderme! Pero veo que lo del trato solo fue una excusa para evitar que continuaran cazándote. Siempre lo supe, eres una persona astuta y siempre encuentra la manera de colocar las piezas a su favor y Rosario no fue la excepción. ¿Oh me equivoco?—¡No te equivocas Sebastián! Pero, siempre trataré de sobrevivir y aun no es mi tiempo para marcharme de esta tierra. —Mencionó Melquiades con tranquilidad.Existía un vacío entre ambos, pero Melquiades sentía que Sebastián estaba más interesado en at
Melquiades no parecía estar interesado en traicionar al patriarca, estaba actuando a cabalidad y sus palabras no era para nada persuadidas por Rosario. Dicha situación le causaba intriga a Júpiter, sabiendo que, ¡Melquiades era una persona de cuidado! No descuido un solo segundo cada gesto o palabra que pronunciara en el primer encuentro desde que la situación se encendió.Rosario y su amado esposo ingresaron al auto que los conduciría directo al bar, de momento todo transcurría con normalidad, pero entonces Rosario le preguntó a Júpiter con incertidumbre en su interior y su pecho extrañamente agitado. —Solo quisiera preguntarte algo.Júpiter sin más y con toda naturalidad, le respondió. —¿Qué quieres saber? Sabes perfectamente que puedes preguntar lo que desees.—¿Realmente me amas? —Susurró Rosario con esa extraña sensación en su pecho.Júpiter conocía a Rosario de una manera simple, sabiendo que ella necesitaba mucho amor en su vida y tras esa falta de amor, ¡nunca se dio la oportu
Júpiter de la mano de Rosario descendieron del balcón más exclusivo del bar para unirse a la fiesta en el escenario, misma situación que entre el público presente estaba causando excitación y desbordando lujuria. Sin embargo, no esperaban que eso llegara a suceder tras tratarse de una redada en contra de Rosario.El comandante de la policía que se encontraba presente en el lugar, no despegaba su mirada desde que Rosario descendió en compañía de Júpiter, por lo que el segundo al mando le preguntó con incertidumbre tras observar la acción del comandante. —¿Usted cree que es realmente necesario todo esto? ¿No cree que podríamos estar perdiendo el tiempo?El comandante general le respondió con un tono de excitación ante las escenas que se observaban en el escenario. —¡Seguramente! Pero, ¿Cuándo en su triste vida podría llegar a observar un espectáculo así? ¿Aunque se trata de una criminal? Le recuerdo que esta mujer es y seguramente será la más codiciada por millones de hombres, por lo qu
El rostro de Rosario era imborrable, el rostro de Rosario decía todo lo que con palabras podría quedarse corto tras observar a la persona que asesinó o al menos ella así lo pensaba en el pasado. El patriarca después de todo resultaba ser Sebastián Ríos, pero entonces, ¿Dónde se encontraba escondido y porque nunca salió a reclamar su posición? Seguramente eran incógnitas que podrían ser resueltas o no durante esa noche que Rosario había entregado el último suspiro de su deseo y no precisamente a Júpiter.El patriarca o Sebastián Ríos como fue reconocido en ese momento por Rosario, sonrió a carcajadas ante la mirada atónita y atemorizada de Rosario, por lo que se acercó unos centímetros más y exclamó. —¡Parece ser que tus demonios del pasado han venido a vengarse! No te puedes imaginar ¡Cuánto deseo eliminarte con mis manos! Pero estoy seguro que en la cárcel pagaras todo el daño que has provocado. ¡Maldita perra!Rosario inmóvil y sin opción a escapar en ese momento fue acorralada por