—¿Seguro que quieres ir? —preguntó Michelle mirando a Laila. Estaba apoyado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho.Ella lo miró a través del espejo con aquella sonrisa encantadora que tanto amaba. Se veía hermosa esa mañana, al igual que todas las mañanas.—La verdad es que no, pero me agrada menos la idea de quedarme aquí sin hacer nada.—Entonces puedes ir al trabajo conmigo.—No creo que ninguno de tus trabajadores este muy contento con ello. Soy un riesgo potencial cada vez que estoy en una cocina o cerca de ella.—No me importa si no les gusta, puedo despedir a cualquiera que se atreva a decir algo.Laila soltó una carcajada. Dejó su labial sobre la encimera del baño y se dio la vuelta.—¿Es enserio? —Ella caminó hasta él. Tomó sus brazos y los descruzó para luego hacer que la abrazara—. No puedes despedir a nadie.—¿Quién dice que no? Soy el dueño. —Estuvo a punto de hacer un puchero que lo haría ver como un niño y no como el hombre adulto que era.—Dé
Laila subió a la parte de atrás de su vehículo lista para ir al trabajo de Michelle. Después de estar una semana en casa, se sentía estimulante volver al trabajo, aunque no tanto como pasar tiempo con Michelle.Salió de sus pensamientos al darse cuenta que Alec se alejaba para responder una llamada. Podía presentir que algo no iba a bien, pero trató de convencerse de que solo era su imaginación.Alec dio por terminada la llamada después de algunos minutos y dio la vuelta. Le hizo una señal al guardaespaldas parado junto a su puerta y ambos se subieron en la parte de adelante del coche.—¿Qué sucede? —preguntó al ver que Alec no arrancaba de inmediato.Él la miró a través del espejo retrovisor y en sus ojos pudo ver cierta vacilación.—¿Alec? —insistió.—Se trata del señor.Al escuchar sus palabras un escalofrío la recorrió y fue como si su corazón dejara de latir.—¿Michelle? ¿Qué sucede con él?—Lo están trasladando al hospital en estos momentos.—¿Por qué? ¿Qué pasó?Contuvo el alie
—La bala no dañó ningún órgano importante, pero si causó un daño considerable. El Señor Ranieri perdió bastante sangre y tuvimos que realizarle una transfusión sanguínea. Logramos sacar la bala intacta y ahora todo depende del señor Ranieri. Él permanece inconsciente por el momento. Las primeras horas serán las decisivas para su recuperación, por lo cual permanecerá en cuidados intensivos bajo estricta observación. Laila se sentía débil. Se inclinó hacia su padre, quien pasó un brazo por sus hombros. —¿Podemos verlo? —preguntó. —Por el momento solo puede pasar una persona. Miró a Salvatore, aunque quería ir ella, los dos eran buenos amigos después de todo. —Está bien, ve tú. Él se alegrará de escuchar tu voz. Laila asintió agradecida y se giró para seguir al doctor. Más allá de las puertas había un largo corredor. Tomaron la segunda salida a la derecha y luego a la izquierda. Atravesaron otra puerta y se detuvieron. El doctor le entregó una bata, gorra y botas antes de guiarla ha
Michelle estaba confundido y débil. Él médico le explicó que se debía a la pérdida de sangre que había sufrido y a toda la medicación que estaba recibiendo, luego procedió a hacerle algunas preguntas mientras le revisaba. —¿Cuánto —se aclaró la garganta, la tenía demasiado seca—... cuánto tiempo más tomará esto? Necesitaba ver a Laila otra vez. La única imagen que había logrado obtener de ella antes de que la sacaran de la habitación lo había puesto nervioso. Ella seguro lo había pasado mal las últimas horas. Necesitaba asegurarse de que estaba bien. Él médico sonrió como si supiera el motivo de su apuro. —Solo unos minutos más. Necesito asegurarme de que todo está bien antes de ordenar que te trasladen. Asintió y dejó que el médico continuara con su evaluación. En cuanto el hombre terminó, le dio la orden al enfermero que contactara a uno de sus colegas para que lo lleven a otra habitación. —Aquí tiene —dijo una de las enfermeras que lo había ayudado a instalarse al mismo tiempo
Laila sonrió llena de amor al ver a Michelle dormido. Debía estar cansado después de todo por lo que había pasado. Apenas había estado despierto cerca de media hora. El tiempo suficiente para asegurarse de que ella comía.Su papá había ido por algo de comida cuando los dejó a solas y cuando hablaba de comida no se refería a un simple bocadillo. Había traído un menú completo, postre incluido, solo para ella. El muy astuto había usado a Michelle para convencerla de que necesitaba alimentarse. No es que se hubiera negado, de pronto se había sentido bastante hambrienta. Aunque sí que había sido algo extraño comer mientras todos los pares de ojos allí no dejaban de observarla para asegurarse de que no dejaba nada.Eran unos completos exagerados, tiernos, pero exagerados. Solo se había desmayado, no era para tanto. Todos se desmayaban al menos una vez en su vida, en especial después de no dormir una noche. ¿verdad?Bueno, pareciera que nadie se lo había dicho a su padre y hermanos. De haber
—Con cuidado —dijo Alessandro mientras lo ayudaba a acercarse a uno de los sofás.Después de una semana hospitalizado, por fin le habían dado el alta. Estar hospitalizado era una experiencia que preferiría no repetir. Incluso en una habitación tan elegante como la que le había conseguido Alessandro, todavía se trataba de una habitación de hospital. No había nada como estar en casa.Michelle hizo una mueca al sentarse. El dolor había disminuido bastante, pero todavía era una molestia cuando hacia algunos movimientos.—Déjame poner esto para ti. —Laila acomodó un cojín detrás de él—. ¿Cómo te sientes?—Cariño, estoy mucho mejor. No necesitas preocuparte tanto. Además, si alguien necesita ser atendida eres tú.Laila le dio una mirada de advertencia y él solo atinó a sonreír con inocencia.Los dos habían decidido esperar un poco antes de hablarles a su familia sobre el embarazo. Alessandro no se había mostrado muy convencido cuando su hija le informó que los resultados de su examen de san
Laila mantuvo la mirada al frente y los hombros rectos. No podía sentir más que asco por los padres de Michelle. Eran como tantas otras personas que había conocido en el círculo en el que se movía. No les había pasado desapercibido la manera en la que habían observado todo a su alrededor y la fría expresión en sus ojos cuando se enfocaron a su hijo. Era difícil creer que su novio estaba emparentado con alguien como ellos. Desde el momento en el que habían llegado, caminando como si fueran dueños del lugar, no le habían agradado y tenía la certeza de que nunca lo harían. Eran personas superficiales en busca de lograr un mejor estatus social. Había escuchado en silencio, aun cuando su primer instinto había sido levantarse y mandarlos al infierno en cuanto comenzaron a decir estupideces. Se había recordado una y otra vez que era los padres de Michelle y que podían estar en su futuro. Gracias al cielo que eso no iba a suceder. No había forma que permitiera que personas como ellas estuvie
Michelle se quedó cerca de la puerta mientras observaba a Laila acercarse a la mesa y colocar ambas manos sobre ella. Se veía muy segura. Había estado preocupado por ella cuando llegaron. Estaba embarazada y no quería estuviera bajo mucho estrés y es por eso que estaba allí, para apoyarla de ser necesario, pero era claro que Laila podía manejar la situación. Nadie sería capaz de dudar de quienes eran sus padres. Tenía la determinación de su padre y la fiereza de su madre.—No sé dónde está —dijo el hombre.—Deja de perder el tiempo. ¿Dónde está él? —preguntó Laila.La cuchilla de Giovanni se clavó aún más en el cuello del hombre ante una sola señal de Laila. El amigo de Alessandro era muy bueno en lo que hacía. Michelle no se asustaba con casi nada, pero no le gustaría ni un poco estar en el lugar del hombre que le había disparado. Giovanni parecía tener la capacidad de lastimar a cualquiera sin necesidad de la cuchilla en su mano, solo bastarían sus manos para quebrar el cuello del h