***Veronica***
Hay situaciones que se escapan de mis manos, es lo único que puedo pensar, mientras me acomodo frente a la barra principal de Focus y pido otro Martini. El barman no se pregunta si quiera porque estoy ordenando uno cuando obviamente en mi copa aún queda para dos tragos mas. Sin embargo, el problema es que no confío en dejar la bebida sobre la mesa y desaparecerme un rato, para luego regresar y tomármela.
Quién sabe la persona que está cerca, aun en las sombras, sin tu percatarte de que te asechan, esa que puede tener su mente dañada, retorcida, una que le vale una m****a que digas que no. Ninguna mujer, debería de ser tan estúpida como para irse a bailar o al cuarto de baño y regresar dejando su bebida al descubierto y aún así ingerirla.
¿Qué acaso no ven las noticias o es que viven en el aire?
¡Reaccionen!
He aprendido que no se debe confiar en nadie.
Mi padre me abandonó cuando apenas tenia cuatro años.
Si un padre, un adulto supuestamente responsable, es capaz de abandonar a tres niñas pequeñas y dejarlas a la buena voluntad de Dios y alma caritativa de mis familiares y mi pobre madre que tuvo que partirse el lomo para sacarnos adelante, supongo que no, en definitiva, nadie es merecedor de mi confianza.
A la larga o la corta, todos terminan largándose con cualquier lagartona que le pela los dientes.
—Está bueno el ambiente hoy, ¿cierto? —Me pregunta un hombre de tes oscura y ojos oscuros, sentándose a mi lado y ordenando un trago de algo dorado, que presumo es ron o whisky.
—Supongo. —Le digo, valorándolo de pies a cabeza.
—¿Cómo es que una mujer como tú está sola esta noche? —Dice él acercándose a mi oído y su voz, erizando mi piel.
Hago el típico movimiento con mis hombros quitándole interés. Es una labia un poco estúpida.
La tradicional sarta de preguntas de: ¿por qué estás sola siendo tan bonito? ¿Por qué está soltera siendo tan atractiva? ¿Cómo es que no te acompañan tus amigas? ¿Qué piensas hacer esta noche?
Demasiadas preguntas que los hombres hacían tan solo para ligar.
¿Acaso no podía simplemente preguntar si queríamos irnos a la cama con ellos?
Es que nos ahorraríamos tantas desilusiones si los hombres fueran honestos desde un principio.
¿Por qué les parece tan difícil encarar la pregunta y su realidad y ofrecernos una noche de placer absoluto para jamás volveremos a buscarnos, llamarnos, ni siquiera intercambiar los nombres, ni mucho menos nuestros números telefónicos?
¿Por qué es tan imposible para ellos ser honestos y no prometer villas y castillos para luego no tener ni para el taxi?
Al menos en mi caso, que vengo a este club y a los otros con una sola intención, buscando solo una cosa: divertirme. En todo lo que englobe esa palabra.
Es la misma m****a de los hombres casados. Le tengo cierto grado de respeto a aquellos que desde un inicio dicen que son casados y que no van a dejar a su esposa. Allí, es la mujer la que tiene que ver las letras en rojo y subrayadas y salir corriendo antes de meterse en la cagada.
Para evitar el llanto en seis meses y la vergüenza para toda la vida.
Miro al hombre una vez más para intentar que me atraiga: su camisa azul con ramos blancos y negros parece más de playa que de ir a un club como éste. Sus pantalones o bermudas, que le llegan hasta las rodillas son las que usualmente se utilizan para los picnics, lleva unos mocasines de color azul marino y su cabello desarreglado, esparcido por toda su frente, le caen como rizos, pero algunos están sin forma alguna. Se nota que es un tipo descuidado que vive su vida, de esos que resta atención a esos pequeños detalles.
Tiene labial en la comisura de la boca. Parece que ha tenido una buena tanda en el club, o quizás su mujer, antes de salir de casa le ha dejado el pintalabios para que las mujeres como yo, en clubes nocturnos que solamente buscan un ligue de una noche, se den cuenta de que el hombre ya tiene dueña.
Una buena treta que todas deberían de emplear, al menos las que son tóxicas, patológica y celosas, que quieren invertir el 90% de su tiempo para condicionar a los demás a que las quieran cuando ni ella misma se quieren a sí mismas.
Si la mitad de la población comenzara por quererse a sí mismo, confiar en ellos mismos, saber de qué son capaces y explotar su potencial a un máximo nivel, la sociedad estuviera mucho mejor formulada.
Pero las personas se esfuerzan en que los demás sean solo para ellos, que los demás hagan lo que ellos siempre quieren. En vez de preguntarse que están ofreciendo y que quieren lograr la vida, si la pareja con la que se encuentra no es la adecuada, hay demasiados peces en el mar. Es más, hay más de un millón de peces que estarían dispuestos a pasar un solo día en tu presencia.
Por eso es por lo que me digo a mí misma que no debo de sufrir porque Claudio tan solo juegue conmigo ese estúpido jueguecito de mirada para adolescentes.
No soy una niña de quince años a la que pueden engatusar con simples miradas mientras él va a visitar a mi hermana.
Tampoco soy una cualquiera que se va a acostar con su cuñado sabiendo que su hermana está perdidamente enamorada de él, aún entendiendo que su relación no tiene futuro alguno. Los intereses de Claudio no son los mismos intereses de mi hermana menor, una hermana que tiene apenas veinte años y que apenas comienza a vivir.
Claudio con veintinueve, según lo que dice, está preparado para formar una familia.
¿Qué demonios hace mi hermanita con él?
¿Por qué diablos está aun con él?
Un hombre así, nada mas es bueno para una cosa: Cogerlo y soltarlo. Nada más, nada menos. Porque cuando encuentre a esa con la que quiere establecerse, dejara sin remordimiento a la tonta que le ahorró pagar a putas en la calle.
La idiota es mi hermana.
—Te invito a la próxima copa. —dice el hombre cuando ve que mi Martini llega y no tiene oportunidad de invitarme un trago.
—Gracias, pero estoy esperando a alguien. — Le gritó lo bastante alto para que no tenga que acercarse alegando no escucharme. De lejos huele su perfume barato.
Y no he hablado mentiras.
La verdad es que sí estoy esperando a alguien, un alguien que me haga erizar de pies a cabeza. Alguien que me altere el sistema nervioso, que me haga olvidar el motivo por el que estoy aquí. Este alguien será el encargado de hacerme llegar al orgasmo una y otra vez mientras grito como Gata en celo.
Así que, en definitiva, sí, estoy esperando a alguien, lo único que aún no sé quién es ese alguien.
—Qué pena una mujer como tú no pueda dedicarme cinco minutos.
—Una lástima que aún tengas el labial en los labios. —Me río de él y tomó mi copa de Martini para comenzar a deambular por el club, no voy a quedarme sentada toda la noche, observando cómo los demás se sientan a mi lado e intentan convencerme de una forma estúpida de llevarme a la cama.
Los hombres deberían de comenzar a ser más ingeniosos.
Con ese pensamiento en mente, camino en dirección a la zona VIP.
Sí quiero buscar a alguien, entonces debo de comenzar por la mejor Zona del club.
Una mano se coloca en mi cintura y yo me giro bruscamente y de repente mi Martini se vuelca sobre la camisa del hombre y casi suelto una mala palabrota.
—Lo siento. — gritó. Aunque la música está bastante alta y sé que no va a escucharme. —ha sido sin querer.
Genial. Acabo de dañar una camisa y por el rostro del tipo se nota que no es una camisa barata.
Sus ojos son de un color verde tan intenso que me hacen creer que son el mismo azul del mar cuando apenas comienza a salir el sol. Un color extraño que jamás en mi vida había visto en unos ojos.
Él sonríe y la resta importancia con la mirada.
—No tiene caso, olvídalo, ha sido mi culpa en tal caso. — el hombre debe de medir un metro noventa y cuidado si necesito exagerar. Es alto, mucho más que yo.
Así que ataco de inmediato con todo lo que tengo.
—Realmente sí, ha sido tu culpa, porque dime, ¿qué diablos haces, agarrándole la cintura a una desconocida?
Él se queda quieto y no responde ni una palabra.
Me pego a su cuerpo y coloco una mano cerca de su cuello para acercar mi boca a su oído.
—¿Te comieron la boca los ratones? —Le pregunto y no quiero sonar tan seductora, pero carajo, el hombre está para chuparse los dedos y su mano sigue estando en mi cintura, lo cual me dice que tampoco es inmune a mí.
Es tan ardiente, fuerte e irradia pura energía, se nota que hace bastante ejercicio, que posiblemente dedique muchas horas al gimnasio. Está bien vestido, tiene una chaqueta de color marrón encima de la camisa blanca que está tan mojada que se pega a su cuerpo y se nota a leguas unos cuadritos bien formados.
Siento mi cuerpo contraerse y mis entrañas pedir a gritos que este hombre les dé mimos y atenciones.
La presa de hoy ha sido seleccionada.
—Yo…—él va a decir algo, pero yo le freno.
—Quita la mano de mi cintura o vente conmigo al baño. —Le digo pegando mi boca a la de él y besándolo.
Que me lleve el infierno, esta sí es una verdadera presa.
***Benjamín***Me quedo quieto al sentir sus labios pegados en mi boca.La mujer es ardiente. Demasiado.¿De dónde rayos ha salido?¡Joder! ¿Así de lanzadas y empoderadas son todas las mujeres de esta época?¿Qué tan perdido había estado? ¿Qué tan encerrado en mi burbuja he estado que no me había dado cuenta de cuánto las mujeres habían cambiado?No puedo quejarme de que tome la iniciativa, pero joder, esta mujer es de armas tomar. Ella sí que sabe lo que quiere en la vida y se lanzó a por ello.Coloco ambas manos en su cintura y la pego más a mí. Su boca es deliciosa, sus labios son suaves, aterciopelados, como una caricia firme pero dulce, distingo a lo lejos el sabor seco del Martini. Ella es una demonia que se apodera de lo más profundo de mi ser. Ella chupa mi labio
***VERONICA***Mis caderas se impulsan hacia arriba, poseídas por las ganas y el deseo que me provoca este desconocido. Joder, la forma en como acaricia mis nalgas, dedicándole segundos a observarme. Suspiro y ruego porque me toque allí donde necesito sus manos largas y expertas. Estoy segura que él es capaz de hacerme volar la cabeza y subirme al cielo. Mi respiración es entrecortada. Desciende y chupa despacio mis nalgas. Posesa por la pasión, me retuerzo, pero el me agarra de las caderas y detiene mi movimiento. Mi desconocido me desconecta, ya no estoy en el callejón, no estoy en un lugar donde todo el mundo puede vernos, donde obviamente cruzarán personas y tendrán un buen espectáculo que recordar. El, con ambas manos, baja mi tanga hasta que ligera queda en mis pies. La dejo allí, no tengo ganas de quitarlas.—Quiero probarte antes—Abre mis piernas—.
***Veronica*** Me acomodo el vestido subiéndose las bragas y arreglándome el cabello. Echo una mirada hacia atrás, de reojo observó cómo él, nervioso, se saca el preservativo y lo tira en un contenedor. Él se sube los pantalones, se abrocha la correa como si le pesara hacer los movimientos.—¿Estás bien? —Le preguntó al ver que se quedaba observando.—¿Cuál de mis amigos te envío? —pregunta él sin quitar los ojos de encima mío.No sé qué diablos tiene que ver tu pregunta con lo que acabamos de compartir. Él no tiene idea del alcance que ha tenido en mi vida, mi cuerpo, mi alma, con sus movimientos, con sus toques. Sus palabras. Ha logrado que saqué de mi cabeza al intruso, que lleva ahí desde hace meses.—No sé de qué estás hablando.—Le respondo sin apartar los ojos de él. —Jamás en mi vida había visto.—Esa no es una buena respuesta.—¿Qué diablos quieres que te responda? —Comienzo a cabrearme.—Solo te estoy haciendo una pregunta. Me gusta que me r
***Benjamín ***¿Qué diablos me sucede? ¿porque de repente me siento tan estúpido al haber tenido sexo con esa desconocida en medio callejón de Michigan?¿Qué clase de hombre puede quejarse de una mujer que solo busca sexo en medio de la noche?No me entiendo, en verdad debo decir que no comprendo para nada lo que acabo de hacer.Sacó un puro montecristo de mi bolsillo, lo enciendo y comienza a fumar, la primera calada me calma. Mantengo el humo en mi boca hasta que siento que mi cuerpo se relaja.Disfruto el cigarro lo más que puedo y al finalizar el puro lo tiró el sábado con y me dirijo al club nuevamente.No sé por qué razón me ha entrado la sospecha de que uno de mis amigos ha enviado a Verónica a complacerme. Esa mujer es demasiado directa como para ser normal, que me seleccionarán de entre tantas personas. Sí, es cierto. F
***VERONICA***Ha venido sabiendo que no es justo.Jamás había subido a la parte superior del Club Focus sin tener el deseo de hacerlo. Pero esta noche me siento desechada. ¿Como una persona que apenas acabo de conocer, me puede hacer sentir tan vacía de repente?Jamás nadie ha tenido esa clase de poder sobre mí y no pretendo comenzar ahora a otorgarlo. Entró en la habitación y comienzo a desvestirme, coloco mi ropa perfectamente doblada sobre la mesa rectangular que hay en un extremo del cuarto. Todo está oscuro, es el procedimiento, el protocolo. Conozco la distribución de las habitaciones a la perfección, al menos de las habitaciones que están destinadas a parejas para practicar cualquier intercambio sexual. Todas son iguales, Mesas rectangulares a la izquierda, todo el piso alfombrado, baño a la derecha, justo al frente de la cama, detrás de mí se encuent
Capítulo 9 ***Benjamín***Me le quedo viendo con cara de pocos amigos. Este hombre debe de estar jugando conmigo. ¿Quién diablos se ha llegado a pensar para decirme que debo desnudarme o pagar una cita con la dueña del club para que esta explique las reglas de un maldito juegos turbios?—Debes de estar jodiendo. —Le digo.—Escucha, amigo, las cosas son como son. —Me dice él sin inmutarse. —Reglas son reglas, te desnudas y entras a la habitación y sorprendes a tu novia en pleno acto o pasas con la dueña del club y ella con mucho gusto te explicara cuáles son las reglas, cuánto cuesta la membresía.Me quedo mudo al escuchar las opciones, maldita sea, son escasas. No puedo sacarla de su error, ella no es mi novia, tampoco es pareja mía, pero joder, necesito tenerla otra vez, no sé de dónde ha salido el interés por ella. No s&ea
***VERONICA ***Cierro los ojos y disfruto del sonido de silencio. Mi desnudez me causa deseo, una excitación ante lo que vaya a hacer este hombre conmigo. —Eres hermosa. — dice el sentándose en la cama. —me dan deseos de no tocarte. —No vine para que te arrepientas. —¿Igual como te arrepentiste de mi amigo en el baño?Mi sexto sentido se enciende en automático. —¿Qué dijiste?—Me escuchaste bastante bien. — dice el y escucho una carcajada llena de sarcasmo. —Desátame. — no voy a jugar su juego retorcido. Esto no es lo que quiero. —¿Ya se te olvidó para lo que viniste? —No quiero hacerlo. Suéltame para que pueda vestirme. —No, jodida puta. Tú quieres esto. Lo note desde que saliste del baño. —Déjame. — comienzo a retorcer mi
***Benjamín***No entré a la oficina para esto, no vine para acostarme con una mujer.Me lo repito una y otra vez, pero lo único que deseo es follármela encima de la mesa, hacerle lo mismo que le hice a Verónica en el callejón.—Parece que el hombre está excitado. —Dice con voz cantarina. —deberíamos desfrutar un poco…—No. —me harta y doy un paso atrás, alejándome por completo de ella. —te he dicho lo que he venido y no es por esto, quiero saber cuáles son las reglas para poder entrar.—¿Crees que puedes venir aquí a exigirme que te diga cómo entrar a la habitación? —Inquiere, y se acerca con paso seguro. Es muy similar a Verónica, pero a la vez tan diferente, de una forma incómoda. No sé por qué ahora todos los parámetros son para Ver&oa