MORGANA Me despierto junto con el alba. No sé en qué momento logré cerrar mis ojos, pero si se, que solo logré dormitar y lo primero que me pongo a contemplar... es que estoy sola en esta inmensa y fría cama de lujo. Con lentitud me siento e inconscientemente tomo la almohada de plumas que uso el lobo y la llevo a mí nariz, para comprobar, si de aqui... proviene esa fragancia tan agradable que inunda mis fosas nasales ¡Si! ¡Exquisito! Vuelvo a cerrar mis párpados, para deleitarme con esta minimiedad, cuando de subito se abre la puerta de la habitación e ingresan dos mujeres jóvenes, ataviadas cada una con vestidos de seda coloridos y trenzas adornadas con delicadas horquillas en sus cabellos. Me sonrien y me hacen un reverencia, luego me dice la castaña. –Su majestad. Hemos venido a ayudarla con su vestuario. Nosotras seremos sus damas de honor a pedido del rey y prácticamente su sombra, la asistiremos en todo lo que necesite... –¡¿Que?!–Me levanto de mí lugar.–Les agradezco, pero
AREN Observo atentamente como Minerva le enseña a mí reina todos los libros que tiene que leer e ir memorizando, para adecuarse en su nuevo mundo. Estoy hipnotizado admirando su nueva vestimenta que hace destacar su belleza, su esbelto cuello que inconscientemente me hacen querer probarla «¡Aún no es el momento!» salgo de mis divagaciones al ver como Minerva le enseña una página y se detiene en una parte específica, para mirar a mí luna a los ojos, y hablar con malicia–Como todavía no lograste intimar con el rey... Para cumplir con tu deber de esposa y reina... no será necesario que te enseñe está parte.–Puedo oler desde que aquí la ira crecer dentro de mí luna, luego me mira a mí de manera acusatoria y se levanta de su lugar, para pasar por mí lado. Intento detenerla del brazo, pero ella se safa y sale de ahí hecha una fiera. Apenas se cierra la puerta me acerco a Minerva y apoyo las manos sobre el libro cerrado. –Te advertire esto solo una vez. No quiero que acoses ni mucho menos
AREN –¡Hazlo! ¡Ahora!–estoy solo con mí ropa interior. Mí espalda y torso permanecen al descubierto. Me mantengo de rodillas apoyado sobre una silla esperando. Pero, puedo presentir la indesicion de daven, entonces le exijo–Es una orden–Se escucha el primer impacto sobre mí espalda, despues el segundo... Tercero.... Hago puños con mis manos y doy un gran suspiro cuando va por el décimo, pero ordenó–No te detengas–cuando escucho jadear a mí beta del cansancio y preguntar con preocupación–¡¿cuantos mas serán?! Mí rey –Venticuatro seran por hoy–Siseo «Venticuatro horas que mí luna yace en nuestros aposentos dormida... Venticuatro azotes. Uno por cada hora que ella permanezca inconsciente» Cierro los ojos tratando de ignorar el fuego y el dolor que con cada latigazo de a poco va abriendo mí piel y la lacera. Esto es mínimo a lo que esta padeciendo mí reina. El dolor físico no se compara con el de mí alma. Tantas décadas esperándola para amarla y venerarla... Y no pude controlar a mí lo
AREN –¿Quien eres tu?–Indaga con sus ojos verdes profundos cargados de incertidumbre. Aparta su mano de la mía y ese simple gesto me duele en lo más profundo. –Mi reina... Yo soy tu esposo. El rey y tu eres la reina de este castillo y todo el reino.–Intento acariciar su rostro y ella esquiva mí tacto. De subito lanza un gemido de dolor y se lleva las manos a su cabeza para retorcerse mientras solloza–Me duele mucho la cabeza ¡¿Por qué no puedo recordar nada?! Me levanto asustado y la acuno entre mis brazos–Shsss. Tranquila mí amor, todavía estás muy débil. No te excedas, yo te ayudaré a recordar todo lo que necesitas saber–Acomodo sus cabellos y llamo a las damas de compañía que se encuentran aguardando afuera. A pesar de que ellas, lloran de alegría al ver a su reina consciente y quieren acercarse, no las dejo, les demandó que traigan al medico ahora mismo. Camino de un lado a otro afuera de mis aposentos con mí cabeza a punto de explotar. Esperando que el médico termine de revi
AREN Detengo su inspección en mí cuerpo colocando mí mano en su encima. –¿Te duele?–cuestiona con su bello rostro afligido. –Nada duele más que tu rechazo e indiferencia.–Determino mirándola seriamente. Volteo cerrando mí túnica nuevamente y sobre mí espalda pregunto. –¿Cuál es la urgencia? Para que mí reina tuviera que haber venido por su propia voluntad a mis aposentos. –¡Como son capaces de hacer semejantes atrocidades! Las aberraciones que comenten con las personas no tienen nombre.. Escucho su voz desagarrarse y mis manos se hacen puños. La ira, el dolor y el remordimiento calan mis huesos. Mis dientes rechinan y los ojos se vuelven en un instante rojos... Trato de mantener el control. Pero, los recuerdos de mí infancia....El llanto de mí padre, las torturas, sangre y cicatrices que no solo son fisicas quedaron grabadas en el alma» – ¡Son bestias despreciables y tu eres el peor! Furioso volteo y me acerco a mí luna. Ella retrocede asustada por mí cambio radical. Mis c
AREN –Fuimos cazados.. enjaulados y sometidos... ¡A torturas inimaginables de describir!....–Cierro mís manos en puños y camino hasta detenerme, frente al ventanal que regala afuera, la mejor vista del orizonte. De espaldas a las mujeres en la habitación. Aspiro fuerte. –Las marcas que llevo en mí piel...fueron echas por mis verdugos solo por diversion y para su entretenimiento. Transcurrieron largos años de castigos desde que el líder que organizo la masacre, tomo el trono y depuso a mí padre... ¡El maldito infeliz! como no logro tener a isolda por su propia voluntad, la tomo a la fuerza. La pobre... no aguanto con la angustia y el dolor de ver sufrir a su amado, entonces tomo la vía más fácil... se suicidó. Eso devasto a mí padre. Incapaz de aceptar perder a sus dos compañeras designadas por la luna, murió lentamente a causa de la tristeza ¡Yo era solo un crio no pude hacer nada! Por mi padre, por la futura reina y sobre todo por los nuestros. Crecí soportando esa cruz de la inj
AREN Observo la escena frente a mí y me hierve la sangre, es el mismo escenario de todos los días, desde hace un mes ¡¿por que acepte está absurda solicitud de mí reina?! El esclavo, desayuna, almuerza y cena con nosotros debido a que morgana se niega a acompañarme, si el niño no está presente. Lo atiende cariñosamente como si fuera lo único que existiera en su mundo, ella ni siquiera se digna a lanzarme una mirada o una media sonrisa. Hasta que un día exploto y me levanto de mí silla furioso. Tomo el mantel de la mesa y arrastro todo el contenido de esta, con comida incluida al suelo ante la mirada aterrada del niño que rápidamente busca refugio en los brazos de mí reina, ella me observa desafiante y le bramo. –Desde hoy cenaras con esa basura fuera de mí vista. ¡haz lo que desees! pero mantenlo lejos de mí, por qué no soy responsable de mis actos. Me marchó de esa sala dejando estupefacta a mí reina mientras tránsito el largo corredor que conecta a mi aposento. La furia me corroe
MORGANA Hace un tiempo que estoy fingiendo sonreír delante de la manada y que disfruto de la compañia de mí torturador. Cuando por dentro me estoy desgarrando por la incertidumbre de saber de mí niño. Pero sigo cumpliendo con mí obligación de estudiar sus normas e etiquetas. Acompaño al rey en algunas actividades del palacio tanto sus deberes relacionados con su especie. Justo ahora llegamos a un pueblo bastante alejado del castillo que por su aspecto desolado y descuidado, parece abandonado. A unos metros hay una especie de construcción en donde trabajan exclavos humanos, bajo la supervisión de sus verdugos lobos. Cierro mis manos en puños e intento avanzar en esa dirección, pero una mano de acero me detiene.–Cuida tu comportamiento y no te atrevas a humillarme... Por qué los exclavos pagarán las consecuencias.–Advierte el rey con un tono de amenaza.Nos miramos a los ojos y puedo percibir la hostilidad que emana su presencia. No comprendo su frialdad pese a asegurarme que me ama,