Bella entendió de inmediato que Daniel le estaba pidiendo dinero.Daniel era codicioso, ella ya le había dado dinero en dos ocasiones anteriores, y aun así se atrevía a pedirle más.—El dinero no será problema —le dijo Bella—, pero debes encargarte del asunto correctamente y reportarme cada paso. Y una vez que hayas ganado la confianza de Anna, debes proceder con lo que te he encomendado.El rostro de Daniel volvió a reflejar la satisfacción y confianza de antes. —No te preocupes, ¡lo haré a la perfección!—¿Y qué excusa le darás a tu madre para enviarla a casa de Anna como niñera? —preguntó Bella.Daniel restándole importancia respondió: —Diré que es para agradecerle a Anna por su arduo trabajo diario, y que mi madre irá a cocinarle y limpiarle. Anna siempre ha querido usarla para vigilarme, así que accederá.Al escuchar esto, Bella asintió. —Está bien. Si Anna no le paga, yo lo haré. No dejaré que ustedes dos trabajen gratis.Daniel se veía aún más animado. —Señorita Fernández, usted
Bella no supo cómo explicarle todo a Sara.Pero callar por completo tampoco lograría convencer a Sara, y además, Sara ya tenía veinte años y debía asumir parte de las responsabilidades del hogar.Bella le contó entonces a Sara sobre el plan de Anna de utilizar a Daniel para infiltrarse en la familia Fernández y destruirla. También le reveló que Claudia era cómplice de Anna.Sara quedó totalmente conmocionada al oír aquello.No es que le sorprendiera lo de Claudia, pues su madre ya le había hablado de esa clase de personas sin escrúpulos que se dejaban sobornar.Lo que realmente la impactó fue el plan de Anna.Bella había visto las noticias sobre los escándalos protagonizados por Anna, así que Sara sabía bien quién era ella.Sin embargo, jamás creyó que una mujer como Anna se fijaría en Pedro, un hombre tan engreído e inalcanzable a sus ojos.¡Pero resulta que Anna había ideado todo ese plan para conseguir a Pedro, utilizando a Sara en el proceso!Tras un largo silencio, Sara dijo con v
El vestíbulo era deslumbrante, con los meseros vestidos con los tradicionales atuendos de las sirvientas y guardias de palacio, e incluso había bailarinas con vaporosos vestidos de seda danzando.Al entrar, uno tenía la sensación de haber retrocedido en el tiempo.Cuando Bella llegó, la hermana Clara y Elena ya estaban allí y se habían cambiado de ropa.Clara llevaba un elegante traje de reina en tono rojo oscuro, mientras que Elena vestía una suntuosa túnica de dama de la corte en púrpura profundo.Aunque no se habían maquillado, parecían bastante convincentes.—¡Bella, ya llegaste! Ve rápido a elegir tu vestido.Dijo Clara sonriendo al verla.—¡Consíguele el atuendo de reina, igual al que llevo yo! —añadió Elena.Bella le lanzó una mirada de soslayo a Elena.Pero finalmente una de las sirvientas le trajo un hermoso vestido de corte imperial en tono rosa pálido, que le sentaba muy bien.Cuando se reunieron en el reservado, la hermana Clara y Elena no escatimaron en elogios hacia Bella
Bella aún sentía cierto temor al recordar el secuestro de Luis.Que Luis fuera condenado le permitiría sentirse más tranquila, sin tener que preocuparse por represalias.—Luis ha mandado a alguien a decirme que quiere verme. —informó Clara.Luego agregó: —Supongo que querrá que interceda ante el director Romero para pedirle clemencia o algo así. No tengo ganas de perder el tiempo yendo a escuchar sus lamentos.—Hermana Clara, realmente admiro tu valentía, después de tantos años de matrimonio con Luis, poder dejarlo así sin más. —comentó Elena con cierta melancolía.Bella bromeó: —Hermana es toda una heroína, claro que puede tomarlo y dejarlo a voluntad. A diferencia de nosotras, que sabemos que el matrimonio no nos conviene y aun así nos cuesta soltarlo. Pero ahora yo también he sido valiente y lo he dejado atrás. ¡Elena, ya puedes unirte al club de solteras!Bella lo había dicho en tono de broma, queriendo picar a Elena, pero esta no lo refutó.—Julio fue mi primer amor, y siempre he
Elena sonrió con ironía y le explicó a Alicia que había sido ella la que había tenido antojo, y que le había engañado a Julio diciéndole que lo que comía era una versión saludable que ella misma había preparado, por lo que Julio se lo había comido un poco.Elena también contó que cuando Alicia vio la comida que ella tenía, enseguida se le iluminaron los ojos y se la quitó, diciendo que tenía muchísimas ganas de comer comida casera y preguntándole si le dejaba probar un poco.—¿Y luego qué pasó? —preguntó Bella.—Le dije amablemente que lo siento, pero que solo había preparado la ración de una persona. Le dije que la invitaría la próxima vez —relató Elena—. Entonces ella dijo que tenía poco apetito y le preguntó a Julio si le dejaba un poco a ella para quitarse el antojo.—¿Y Julio accedió?—Sí, Julio apenas había cenado, dijo que solo había probado un par de bocados del frito y que no tenía mucho apetito, así que me dio directamente lo que yo había preparado para que Alicia se lo comie
Más importante aún, el apartamento venía completamente amueblado y equipado, por lo que Elena podía mudarse de inmediato sin problemas. Ella quedó muy satisfecha con ello.—Hermana Clara, esta casa se ve muy nueva, ¿en serio tu amigo va a venderla? —preguntó Bella.Clara asintió con la cabeza. —Originalmente la iba a ocupar yo misma, pero mi familia decidió emigrar al extranjero, así que tuve que acompañarlos. Por eso deben vender la propiedad aquí.Gracias a la intermediación de Clara, Bella pudo concretar la compra de la casa rápidamente.Firmar el contrato y hacer la transferencia bancaria fue todo tan ágil que a Bella le pareció como comprar una simple ropa.—¡Cuando te hayas mudado, tenemos que venir a celebrarlo juntas! —dijo Clara.Bella aceptó encantada.Después de cerrar la compra de la casa, los tres compartieron una alegre cena.Elena incluso se tomó unos tragos de ron con Clara.Luego de la comida y la bebida, Bella, que no había tomado alcohol, llevó en coche a Elena a su
Al oír esto, Julio frunció levemente el ceño y respondió con frialdad: —¿Podrías hablar con más calma?—¡Pues no veo qué tiene de malo lo que he dicho!Elena elevó repentinamente el tono, pues a pesar de estar dispuesta a ser una esposa y madre entregada, no por ello carecía de carácter.—¡Bien, entonces tú habla!Julio, tras sus gafas, dejó traslucir un deje de sorpresa. Parecía no esperar ese estallido de su esposa, siempre tan apacible.—¿Has bebido? —le preguntó, percibiendo el aroma del alcohol.—¡Sí, he bebido! —admitió Elena—. Pero no estoy ebria, sé perfectamente lo que digo.Julio no quiso entrar a discutir si estaba o no ebria. —¿Por qué te defines a ti misma como una sirvienta?Elena esbozó una sonrisa amarga. —¡Porque soy yo quien prepara las tres comidas al día, quien hace todas las tareas del hogar! ¡Y encima, por tu manía de la limpieza, tengo que dejarlo todo impoluto!»¡Y no solo eso, sino que cada vez que hay algo en casa de tu madre, me llaman para que vaya a cocinar
Aquella mañana, Bella había pasado un rato con su abuela Romero en el hospital. Luego, en lugar de volver a la habitación, fue directamente a ver a Daniel.El resto del día lo pasó con su hermana Clara y demás, olvidando por completo que Pedro seguía internado.De hecho, ni siquiera se molestó en responder a los mensajes de Pedro, pues sabía que él entendería que ella no tenía tiempo.Con ese pensamiento, Bella dejó el teléfono a un lado y se fue a disfrutar de un relajante baño con mascarilla.Una vez fuera, aún arreglándose la piel, escuchó el sonido de la puerta al abrirse.Pensando en el peligro de los últimos días, Bella palideció y quiso ir a buscar el teléfono para llamar a la policía, pero entonces oyó la voz de Pedro: —¿Bella, estás ahí dentro?Bella se sintió aliviada, pero enseguida frunció el ceño, pues Pedro debería estar en el hospital, ¿cómo había llegado hasta aquí?¡Y encima, ¿cómo había entrado en su habitación?!Bella iba a salir a preguntarle, pero Pedro se le adela