Capítulo 504
Al oír esto, Julio frunció levemente el ceño y respondió con frialdad: —¿Podrías hablar con más calma?

—¡Pues no veo qué tiene de malo lo que he dicho!

Elena elevó repentinamente el tono, pues a pesar de estar dispuesta a ser una esposa y madre entregada, no por ello carecía de carácter.

—¡Bien, entonces tú habla!

Julio, tras sus gafas, dejó traslucir un deje de sorpresa. Parecía no esperar ese estallido de su esposa, siempre tan apacible.

—¿Has bebido? —le preguntó, percibiendo el aroma del alcohol.

—¡Sí, he bebido! —admitió Elena—. Pero no estoy ebria, sé perfectamente lo que digo.

Julio no quiso entrar a discutir si estaba o no ebria. —¿Por qué te defines a ti misma como una sirvienta?

Elena esbozó una sonrisa amarga. —¡Porque soy yo quien prepara las tres comidas al día, quien hace todas las tareas del hogar! ¡Y encima, por tu manía de la limpieza, tengo que dejarlo todo impoluto!

»¡Y no solo eso, sino que cada vez que hay algo en casa de tu madre, me llaman para que vaya a cocinar
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