Capítulo 426
Por el momento, Pedro ni siquiera se resistió al acercamiento de otra mujer, lo que demostraba lo duro que había sido el golpe para él.

Ay, Manuel suspiró con pesar.

Si bien era cierto que a veces el hermano Pedro podía ser bastante hosco, era evidente que en el fondo estaba sufriendo, aunque se empeñara en fingir una sonrisa.

—Vámonos, vámonos todos al otro reservado, ¡yo invito!

Apremió Manuel, sacando a la gente del lugar, especialmente a la deslumbrante mujer que se sentaba junto a Pedro. Se abrió paso y se sentó al lado de su hermano.

—¡Pero el director Romero no me ha dejado ir! ¿Con qué derecho me corres tú? —recriminó la mujer, molesta.

—¡Pues ahora te digo que te vayas! ¡No sigas con esos juegos, que Pedro está casado! —le espetó Manuel, impaciente.

—¿Quién dice que tengo esposa?

Antes de que la mujer pudiera hablar, Pedro intervino con disgusto.

Ya estaba borracho y su claridad mental ya no era la de siempre.

—¡Ven acá, sigamos bebiendo! —les indicó a la mujer, haciéndole un
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