Todo estaba listo.Todo era mejor incluso de lo que podría haber deseado.Arreglos flores majestuosos, un carruaje de caballos blancos, fuentes de chocolate y postes con fotos de Ian y mías adornando el lugar. Cientos de personas influyentes pero ninguna cara conocida. Así sería mi boda.Observo de forma indiferente el escenario mientras sonrío a mi marido.Mi corazón ya no siente nada, ahora el que manda es mi cerebro. Haría cualquier cosa para mantenerme a salvo y lo he demostrado. Estoy jodidamente hermosa, lo sé perfectamente. Estoy a punto de alcanzar lo que cualquier mujer desearía pero la victoria se siente como una derrota. No debería sentirme tan miserable pero lo hago. No soy feliz.Algo me dice que me estaba condenando a más miseria yo solita. Este sentimiento amargo no se marcharía ni en un millón de años. La gente vitorea nuestros nombres incluso hay personas de la televisión transmitiendo el evento.Después de todo me había convertido en la esposa de Ian Vermont.
El chofer paró a cinco calles de mi antigua casa. Preferí que fuera de este modo, llegar en un coche así de caro en una zona como la mía era misión imposible, probablemente acabaría atracado antes que pudiera parpadear o intentar defenderse.La tristeza se había hecho conmigo.Cada uno de mis huesos tiritaba en busca del calor de mi familia. No podía seguir pretendiendo, nunca se me había dado muy bien.Sin mis padres no podía continuar sin más, los necesitaba.Me habían hecho daño pero cuando se quiere se hace daño, es más tóxico pensar que no. Pretender que las personas somos seres de luz. Esta nueva Addie estuvo condenada a morir desdel momento uno.Precisamente por eso he decidido ir a casa.Ian me dijo que tuviera cuidado, no le faltaba razón. Se que perfectamente no me recibirán con flores.Mis ojos se salieron de órbita al ver como un grupo de policias junto a un trajeado se habían hecho con la casa. Mis padres a su lado llorando. Me escondí como pude en uno de los arbusto
Me estremecí cuando el aire frío de la noche me golpeó. Podría haber llamado al chofer pero decidí que no volvería a hablar con nadie. Necesitaba despejarme. Parecía que estaba a punto de llover. Fuertemente. Me abroché la blusa y comencé a caminar. Era bastante pacífico y oscuro, comencé a perderme en mis propios pensamientos.Había alrededor de 4 hombres borrachos caminando en mi dirección. Eran altos y de complexión fuerte, sus risas eran fuertes y sus voces profundas. Mantuve mis manos en mis bolsillos por el frío. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando el grande me notó. Siguió mirando. Y no como si acabara de ver la cosa más preciosa del mundo, sino como un león en su presa.Todavía seguí caminando, quiero decir, vamos, no harán nada. Mantuve mi mirada y cuando traté de pasar junto a ellos, no se movieron. Éramos solo ellos y yo, no había nadie más alrededor. Me sentí ansiosa.—Maldita chica, te ves muy sexy—, señaló uno de ellos.—¿Por qué no te lo quitas?— Dijo el gran
Una cama tamaño demasiado cómoda fue lo primero que sentí al despertar.Lo primero que vi fue el techo, era de un blanco brillante y había un gran candelabro de cristal.Fue hermoso.Pero luego vino el dolor de cabeza. Y todo volvió a mí, los hombres, la carrera, Damián, la pelea.Miré alrededor.Yo estaba en un ático enorme. Las ventanas eran grandes y la vista era increíble incluso desde la cama. Pude ver que el sol no se había elevado por completo sobre el horizonte, lo que significaba que era bastante temprano. Había muebles caros y 2 puertas: una que decía baño y la otra probablemente hacia otra habitación. Me puse de pie. Caminé hacia la ventana y miré hacia abajo. Esto fue al menos en el piso 60.Noté que no tenía la blusa puesta. Tenía una camiseta negra ajustada con mangas largas y mis mallas negras. Mi cabello estaba suelto.El sol finalmente comenzó a salir.El amanecer fue impresionante.Los colores cambiaron de rosa a púrpura a naranja a azul a amarillo.Oh mierda.Escu
Miré mi reflejo en el espejo. Me aseguré de que mi cabello estuviera bien cuando entré en la habitación. No le gustaba cuando me veía como un desastre a menos que me convirtiera en uno. Agarré el vino y caminé hacia la mesa. Estaba sentado allí, comiendo la cena que cociné para él.Después de que se hiciera eco de mi pequeño desliz de anoche todo había sido silencio.Incluso había echado al personal con la excusa de darles unas vacaciones improvisadas. No me atreví a mirarlo por mucho tiempo.Me acerqué a él y serví un poco de vino en su copa.—Más— dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo. Le serví un poco más, pero mis manos no dejaban de temblar.Maldición.Sentí el vino derramarse en su regazo y en el suelo.Estaba petrificada.Vi su cara enrojecida por la ira.Ira pura.—Lo siento.Se puso de pie y no me atreví a mover un músculo. Agarró la botella de vino y la tiró a la pared. Me estremecí. Tenía miedo.La botella se rompió en un millón de pedazos y supe que iba a ser ca
—Exigo hablar con mi hermana ya—la voz de Violet tronó por toda la mansión.Probablemente rompería la cámara de seguridad de la puerta de no recibir respuesta.No había nadie excepto Ian y yo.Ni siquiera esperé a que Ian dijera algo después de todo seguía dormido ajeno a todo.Me até como pude el albornoz que usaba para dormir escondiendo mis cicatrices y bajé las escaleras corriendo prácticamente.No me lo podía creer estaba aquí.Ella me mira con horror.Mierda.Debería haberme cubierto el moratón del rostro.—¿Addie?—susurra como si no pudiera creerse lo que sus ojos veían. Bajo la cabeza dolida y humillada. Las lagrimas se hacen conmigo. Ella corre a abrazarme.—Había venido a cantarte las cuarenta pero ya veo que debo callarme la boca…—hace una pausa controlando sus propias lagrimas—¿Ha sido él verdad?—añade.Mi silencio es suficiente respuesta.Ella no pierde el tiempo y me toma de la mano.—A la mierda—susurra arrastrándome como si fuera pequeña hacia la puerta.Yo ni siquier
—Antes de entrar a casa tendrás que maquillarte eso…—habló finalmente mi hermana. Durante mucho tiempo y en muchos sitios me habían advertido sobre estas situaciones, donde la mujer era maltratada. Siempre fui de las que las miraba por encima del hombro, siempre pensé que eran estúpidas por no hacer nada, hasta que he descubierto que yo era una de ellas.Odiaba sentirme indefensa.Odiaba sentirme desamparada.Ver la pena en los ojos de mi hermana me hizo sentirme terriblemente humillada.—¿A qué habías venido a casa?—pregunto después de asentir con cara de circunstancias.—A decirte que a mi no me puedes comprar, que el tonto de mi marido haya aceptado ese tipo de trato no implica que yo lo vaya a hacer.Sonreí pero poco después la sonrisa se torció y tuve ganas de llorar, ella me estrechó en sus brazos intentando aliviar mi dolor.—Lo siento tanto pequeña—susurra.—Ha sido la primera vez—respondo yo dejando rienda suelta a mis lagrimas, pronto los mocos aparecen mientras Violet en l
—Mi pequeña Adelaida—susurró mamá rodeando mi rostro con sus manos.Ante ese gesto me permito el lujo de derrumbarme como una niña pequeña sin poder remediarlo.Quería volver a ser una niña en sus brazos.Nos miramos a los ojos sabiendo perfectamente que eso no sucedería.Ella sonríe a pesar de las lagrimas, yo la imito, mi sonrisa es manchada por el sabor salado de mi pena.—Mi niña—suelta ella sin dejarme marchar.—Mamá, no quiero volver con Ian—confieso.Ella me abraza con más fuerza que antes, poco después me acaricia el pelo, yo empiezo a sollozar cada vez con más fuerza.No había nada.Exactamente nada ni nadie que se sintiera como un hogar para mi excepto la casa donde fui criada.Entre estas paredes desgastadas había vivido mis mejores experiencias, había crecido, me había enamorado, me había roto el corazón, había caminado y aprendido a caer…Lo que siempre fue una familia que a pesar de todo me sostuvo.Violet nos mira emocionada.—Ese hijo de puta—suelta entre dientes.Yo l