"No es necesario". Brendan tomó una profunda respiración y frunció el ceño. "Eso es mucha molestia. Además, estoy mucho mejor después de que me cambiaran las vendas. Supongo que la herida se abrió cuando me moví hace un momento".

"Pero-".

"No te preocupes por mí", dijo Brendan con firmeza, cortándola en seco. "Señora Engel, ya te puedes ir".

La señora Engel no tuvo más remedio que seguir adelante y limpiar el desastre.

Deirdre se quedó congelada en el sitio. Se veía bastante perdida. Justo cuando se dio la vuelta, Brendan la agarró de la mano.

"¿Tienes algo que preguntarme?", preguntó Brendan mientras la observaba fijamente. Se dio cuenta de que ella tenía algo que decirle. La acercó más a él y continuó: "Si hay algo que quieras decirme, solo dilo en voz alta. No te lo guardes en el corazón. No es bueno para tu salud. Puedes preguntarme lo que quieras".

Los dedos del hombre estaban fríos y Deirdre no sabía cómo expresar sus sentimientos con palabras ahora.

Tal vez sentía lásti