Deirdre cogió el ramo, se inclinó cerca de los pétalos y lo olió. Las flores eran tan frescas que el aire estaba impregnado de su aroma. Incluso unas pequeñas gotas de rocío le mojaron la punta de la nariz.

Brendan limpió el agua con suavidad. "Al principio no pensaba comprar rosas. Por tu personalidad, habría supuesto que te gustaba más el aliento de bebé. Aun así, no podrías ver su esplendor ahora mismo, así que elegí una flor famosa por su fuerte aroma".

"Me encanta". Deirdre acarició el ramo con delicadeza. "Todas las flores son mis favoritas, siempre que seas tú quien me las compre".

Se las arregló para encontrar un jarrón y empezó a deslizar cuidadosamente cada tallo en su interior. Cuando terminó, Brendan la abrazó por detrás.

"Creo que es hora de que te tomes un descanso. Toma, come unos pastelitos. Aún están calientes. Me lo sugirió un amigo cuando pregunté. Según los rumores, esta pastelería hace postres deliciosos y aptos para embarazadas".

Deirdre había perdido basta