Sin embargo, todo esto era culpa de Brendan. Estaba más allá de la redención y no había nada que pudiera hacer para que ella lo perdonara.

"Retráctate, Deirdre", le ordenó Brendan, con voz fría y aliento áspero.

Deirdre se burló y dijo: "Tú te lo buscaste, ¿y ahora no puedes aceptar lo que hiciste?

"Si ni siquiera tú puedes aceptar las malas acciones que cometiste, ¿qué te hace pensar que yo puedo perdonarte? Brendan, tú-".

Su corazón se llenó de dolor al escuchar sus palabras. Antes de que ella pudiera terminar la frase, Brendan bajó la cabeza y apretó los labios contra los suyos, con una emoción desbordante.

Era como si intentara impedir que ella dijera algo que él no podía aceptar.

Los ojos de Deirdre se abrieron de par en par, incrédula. Los suaves labios del hombre hicieron que su mente se quedara en blanco. A continuación, una interminable oleada de ira, vergüenza y asco la abrumó.

Impulsada por su rabia, lo abofeteó en la cara, aturdiéndolo. Se le hinchó un lado de la me