Capítulo 50 Soy su esposo
Charlene seguía en silla de ruedas. Sus ojos se pusieron rojos al sentir la injusticia de la situación. "Brendan, ¿quieres que done mi sangre a la señorita McKinnon? Deberías saber que aún no me he recuperado...".

"Cuando ella estaba embarazada, igual te donó su sangre, ¿no?". Brendan impidió que Charlene objetara. "¡No debe morir! Le diré a la enfermera que tenga cuidado al sacarte sangre para que no te haga daño".

El comentario de Brendan equivalía a decirle a Charlene que no podía negarse.

Charlene lucía sombría y arañó la funda de cuero de la silla de ruedas con las uñas con tanta fuerza que casi la rasgó. Forzó una sonrisa y dijo: "Bueno, al fin y al cabo, la vida de la señorita McKinnon es una vida humana. Con tal de que ella sobreviva, no importa si muero y mucho menos si dono mi sangre".

En cuanto terminó la frase, la enfermera volvió a aparecer apresuradamente. "¿Está aquí el donante de sangre? ¿Y quién es el familiar más cercano de la paciente? ¡Necesito una firma para el
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