“¡No te muevas! ¿Quieres que se te hinche todo el dorso de la mano?”. Brendan frunció el ceño, dio un paso adelante y le agarró la muñeca.

Deirdre trató de liberarse, pero Brendan dijo de inmediato: “¡No me culpes por hacerte algo si insistes en moverte!”.

Al escuchar eso, Deidre no se atrevió a moverse ni un centímetro. Sus ojos estaban nublados con miedo y desconcierto cuando pronunció con voz ronca: “¿Qué diablos quieres de mí?”.

Ella realmente no entendía sus intenciones. Ya había perdido todo lo que amaba.

‘¿Qué más quiere de mí cuando ya perdí mi rostro, la que se parecía a la de Charlene?’, pensó Deirdre internamente.

Brendan apretó los puños con fuerza y dijo en un tono frío y burlón: “Deirdre, deberías revisar tu reflejo en el espejo. ¿De verdad piensas que todavía querría verte? Solo estoy haciendo esto para buscar a mi hijo. Me gustaría conocerlo y presentarlo a mi familia. ¡Te prometo que no te veré ni una sola vez a partir de ahora si me lo entregas!”.

“¿Buscar