"Está bien". Deirdre rechazó de inmediato la oferta de Charlene. "Solo tiene que decirme qué más puedo hacer para buscar su perdón, señorita McKinney".

Charlene miró a la sirvienta que sostenía un tazón de estofado mezclado con rábano picante, mostaza y chile y sonrió satisfecha.

"No necesitas hacer nada más, pero te perdonaré si puedes terminar el tazón de estofado en las manos de Greenlee".

Una mirada de asombro pasó por los ojos de Deirdre. "¿Eso es todo?".

"Sí, eso es todo".

Deirdre podía percibir el penetrante olor a rábano picante desde la distancia. Sin embargo, se animó al pensar que todo llegaría a su fin si lograba terminar el tazón de estofado. "Muy bien, por favor, pásemelo".

Estiró los brazos para recibir el tazón, pero la sirvienta evitó sus manos y colocó el tazón en el suelo.

Charlene dijo con orgullo: "Sin embargo, no hay asiento ni cubiertos adicionales para ti en la mesa, señorita McKinnon. ¡Vas a tener que tumbarte en el suelo y comértelo con la boca poco a