Son las 9: 22 de la noche, estoy sentada en la sala con un libro en la mano.
La visita inesperada de Beatrice esta tarde me dejó pensando. Su forma de ser es tan alocada que me intriga saber sobre qué temas le gusta escribir, de seguro es una excelente escritora. Le pedí a Katya que llamara al doctor y le preguntara si sería posible que yo pudiera leer, a pesar de mi accidente. Me recomendó que podía incorporar a diario unas pocas páginas, y que eso ayudaría a ejercitar mi memoria a corto plazo.
Escogí un libro al azar de los tantos que están en el estante del despacho del señor, pero no logro concentrarme. Me distraigo con facilidad y me arden los ojos cuando fuerzo mucho la vista. Creo que me será imposible leer en un buen tiempo, al menos hasta que los dolores de cabeza cedan para siempre.
- Buenas noches, Bella.
Saluda Grace que viene de la cocina sosteniendo un vaso de agua.
- Buenas noches – respondo con una sonrisa.
- ¿Qué haces
- ¿Hola? ¿Bella? – me llama Trice. Al parecer estaba sumida en mis pensamientos y no escuché lo que me decía. – Te has quedado en blanco.- Eh sí. Disculpa, me ocurre en ocasiones – me excuso riendo y ella niega con la cabeza. – Mejor háblame de ti – le pido cambiando de tema y volvemos a colocarnos en el sofá. – Cuéntame tu historia.- Yo vivía en Grecia con mi novio. Ahora exnovio – puntualiza rápidamente. - Toda mi familia es de allá. Mis padres siempre me han sobreprotegido, a veces incluso demasiado. Creo que tanta atención sobre mí me tenía asfixiada. Quería escapar de todo aquello, sobre todo cuando me obligaban a estudiar algo que no me gustaba. A pesar de mi edad, siempre mis padres me han tratado como una niña pequeña. Cada decisión que tomaba, ahí estaban ellos para juzgarme o reprocharme. Nunca me dejaban hacer lo que quiero ni cuando quiero. Soy la decepción de todos, por reusarme a continuar el negocio familiar. Todos ellos son policías o detectives.
Arrastro conmigo la maleta de ruedas mientras subo en el ascensor hasta mi piso. Muero de ganas por llegar a casa. Mi plan para hoy es una buena ducha y un buen whisky, para luego incorporarme a la Organización.Confío en Margot, sé que prácticamente no se ha notado mi ausencia durante estos días, pero debo tener millones de contratos por firmar, además de recibir a los nuevos residentes de pediatría.Estos días en New York han sido una tortura. Demasiadas reuniones, demasiados problemas. La sede es un desastre, mi tío maneja muy mal su trabajo. Solucioné los problemas que requerían atención inmediata, para poder regresar lo más pronto posible, pero muchos otros aún no le encuentro solución. Tendré que pensar seriamente en hacer un cambio para lograr salvar la compañía. Lo que sí tengo claro es que con Blower no puedo contar, necesito a alguien dedicado en lo que hace. Trabajamos con niños que sufren patologías que pueden costarle la vida. La despreocupación y el d
Estoy acostada en mi cama, mirando el techo, cuando alguien llama a mi puerta.- Adelante.Es Grace, como siempre, vestida de forma elegante.- Vine a despedirme, Bella – dice acercándose a mi cama. Yo me inclino hasta estar sentada justo a su lado. – Puedes venir a visitarme cuando quieras, siempre serás bienvenida.- Gracias. De verdad, gracias por todo – le digo con sinceridad.- No hay nada que agradecer. No veas lo que te ha ocurrido como una desgracia, más bien es como una segunda oportunidad que te brinda el destino para crear una nueva vida. Eres fuerte, niña, sé que te repondrás del todo y espero que tus padres te encuentren pronto.- Aprecio tus palabras, pero no pienso que mis padres me estén buscando, si fuese así ya me hubieran encontrado, ¿no crees?- Puede que tengas razón – parece pensarlo unos instantes y luego pregunta: - ¿Los extrañas?- No puedo extrañar algo que no conozco, Grace. Aunque sea difícil de creer,
El taxi que Trice pidió hace unos minutos, nos espera en la entrada del edificio. Ella se ve despampanante. Va vestida con un vestido rojo sencillo y corto, con escote en forma de corazón. Su cabello pelirrojo se encuentra rizado en un moño alto con algunos mochones sueltos. Está maquillada a la perfección, con un labial rojo intenso y máscara de pestañas. Sus zapatos de tacón negro la hacen al menos cinco centímetros más alta.Yo, en cambio, decidí usar un pantalón de tela holgado y alto, junto a un pulóver manga larga, un abrigo negro con gorro y zapatillas. Mi cabello es otro tema, está demasiado largo, por lo que simplemente lo recogí con una goma en la nuca.Trice conversa con el portero y sonríe por algo que él le comenta, hasta que sus ojos caen en mí y le cambia la expresión.- Siento la tardanza – me excuso.- ¿No pensarás salir así verdad? – me mira con desagrado. Es verdad que no luzco tan elegante como ella, pero yo al menos estoy cómoda. Tr
Desde que regresé de New York, prácticamente no he parado en la casa. La organización, el proyecto de la construcción del parque infantil, reuniones, entrevistas para encontrar al más capacitado que asuma la vice presidencia de la sede de New York… Todo es mucho trabajo, aunque no me quejo, amo lo que hago.Bella se mantiene distante. Katya me ha informado que no quiere bajar de su habitación a comer, por lo que ella debe llevarle la comida al cuarto. Se reúsa a salir a no ser que sea estrictamente necesario, sin embargo, cada madrugada cuando regreso a casa, la encuentro dormida en el sofá. No sé si es que odia su cama, o si es que ama ese incómodo sofá. En más de una ocasión la he llevado en brazos hasta su cama. Es sorprendente lo menuda que es y lo poco que pesa.He frecuentado mi hotel de sexo alrededor de 4 veces en la semana, y nunca con Nikita. He mantenido las distancias con ella, aunque ha intentado entrar aquí, los guardias de seguridad no se lo han perm
No sé si el alcohol me ha hecho perder la cordura, actuar impulsivamente o sacar a la rebelde que llevo dentro; no sé si estas copas que he tomado sean suficientes para hacer explotar este carácter, que no sabía que tenía, delante de todos, y haya hecho una pataleta de niña pequeña… pero ahora mismo lo odio. Odio a Luke.Me molesta que haya aparecido de la nada, sintiéndose con el derecho de abofetear al pobre de Franco que solo estaba siendo amable conmigo; me molesta que se crea con la autoridad de decidir sobre mí, lo que debo hacer y lo que no; me molesta que se crea el dueño del mundo, con esos aires de prepotencia que siempre lo acompañan; me molesta que nos haya estropeado la noche, sobre todo a Trice y a mí, ya que esta era nuestra primera fiesta juntas; y me molesta grandemente lo apuesto que se ve esta noche. Aunque que lo vea de esta forma quizás también sea a causa del alcohol.Anteriormente no me había percatado de cosas tan simples como esa cicatriz que lle
La incomodidad del sofá hace que me remueva de un lado a otro. Miro por la ventana de la sala. Aun no amanece, aunque el cielo se va aclarando, despidiendo la noche poco a poco.Al regresar anoche del bar, Luke fue directamente en su oficina y no ha vuelto a salir. Yo apenas he conciliado el sueño. No dejo de darle vuelta en la cabeza a todo lo que sucedió. Todo fue muy raro. No sé cómo él supo que había salido. Ni dónde estaría. ¿Me estará vigilando?Su forma de ser me intimida. Es una persona con cambios de actitudes constantes. Pero no me pienso amedrentar. El consejo de Grace se repite en mi mente: ¨Él puede llegar a ser muy insoportable, pero resiste. No dejes que te imponga nada. Sé atrevida y valiente para enfrentarlo. Necesita a alguien que lo coloque en su sitio. ¨ Y es exactamente lo que pienso hacer.Siento que sale de su oficina y rápidamente cierro los ojos, no quiero que sepa que aún estoy despierta. No puedo ver qué es lo que hace, pero siento sus pa
Después de pasarme una hora intentando quedarme dormida y no lograrlo, decido hacer algo diferente para mi siguiente día. No sé qué hacer sola en esta inmensa casa y Trice hoy saldrá a visitar locales que puedan servirle para crear la editorial, por lo que no podremos quedar hasta la noche.Voy hacia mi habitación. Me ducho, me lavo los dientes y salgo en toalla hacia el armario. Debo buscar algo que ponerme, y que sea perfecto para la ocasión.Reviso entre las tantas y tantas ropas que cuelgan en los percheros hasta que al final me decido por una saya alta, de color carmelita, me llega hasta las rodillas, pero lo que me encanta de ella es que tiene una abertura en el costado que me llega hasta la mitad del muslo. Escojo una camisa blanca con pequeños botones delante y de manga hasta los codos, la coloco por dentro de la falda. No creo que sea buena idea usar aun zapatos altos, por lo que escojo un par de valerianas carmelitas. Me miro al espejo y sonrío, me gusta