Calidez infinita cubrió todo su cuerpo en una tempestad abrasante. Con sus labios fogosos dominando los suyos entre la oscuridad de la noche, Louise le permitió que enredara sus brazos alrededor de su cuerpo, con la obligación de enredar los suyos detrás de su cuello.
Besarse nunca se había sentido tan clandestino. Hacerlo, cuando los guardias rondaban por allí era algo malditamente loco que nunca habría hecho de no haber conocido a Elion.
En los instantes que Elion le dejaba respirar, entre tantos besos, y mordisqueos, susurraba en su boca todas aquellas palabras existentes para enaltecer su belleza. Lo linda que era, tanto en el exterior como en el interior, utilizando esa sutileza suya para hacerle sonreír e invadir su boca nuevamente.
Las mejillas de Louise enrojecieron ante la impaciencia del príncipe. Quizás, “quisiera tocarte tanto, pero todas estas telas me lo impiden…
—El amor que tienes a tu trabajo es verídico. Incluso sí… surgen problemas que puedan despedazar ese cariño por el que lo haces. —Bajó la mirada a hacia sus manos temblorosas. —Seguro… las personas dudan cuando te ven ese palacio, porque no creen que… una mujer como tú esté con un gran cargo encima de su espalda. Pero… en el último momento se dan cuenta de lo perfecta que eres para este mundo.—La perfección no existe. —Le detuvo la pelinegra con seriedad. —Por más que quiera convertirme en un ser perfecto del cual la gente nunca podrá encontrar un… error, debo darme cuenta de la realidad. Todas las personas en este mundo te criticarán, y te aborrecerán por lo que hagas. Incluso si tú piensas que es lo mejor que podrás haber hecho para obtener la aceptación que mereces. Mi trabajo, no es tan fáci
Elion volvió a mirarle por encima de su hombro, preocupación palpable en su mirada mientras gruñía de las amenazas que soltaban los guardias. —Es inútil que quieras correr hacia ella. ¿Puedes quedarte quieto por un segundo? Tus miles de preguntas serán aclaradas en cualquier minuto, sólo debes esperar. Aunque… si estoy en posición de preguntar esto… ¿Por qué decidiste revolcarte con esta sirvienta?—¿Me está diciendo sirvienta? —¿Iba a quedarse de brazos cruzados mientras esta reina le insultaba como si nada? ¡Bien, no entendía nada de lo que estaba pasando, pero sí asumía lo suficiente para darse cuenta de la escoria con brillantes joyas encima!—¿Tienes permiso para hablar? —Replicó la mujer con una sonrisa burlona, levantándose después de tomar el último trago. Rela
Elion dejó de moverse con la entrada de su padre. Abandonó la idea de seguir peleando cuando él simplemente observaba a la pelinegra en el otro lado. —Príncipe Elion. —El susodicho siguió la voz de Alonso. —Al parecer, ya es hora de que se haga consciente de por qué le hemos citado a esta pequeña reunión. Tenemos muchas cosas de qué hablar. Oliver se rió en lugar del príncipe que no habló. El rey continuó. —¿Ha usted tenido la sensación de que, por más que quieras hacerte un ser todopoderoso, no podrás lograrlo si no cumples con las objeciones de tus aliados? —¿Eso qué tiene que ver? —Exclamó furioso, volviendo a pelear sin mucho éxito. El otro hombre suspiró. —Bueno, creo que tendremos que ir al grano porque dudo mucho que usted sea lo suficientemente inteligente cómo para entender los sacrificios que preciadas familias como nosotros, debemos hacer por obtener lo que es correcto. —Caminando alrededor de Damien, le señaló con su dedo índice. —Este hombre, que
Pero cuando el príncipe se negó a echarse hacia atrás por los mismos guardias, el corazón en su pecho punzó con tanto dolor.Golpes, patadas, puños certeros que atacaban la herida de Elion sin pie a una disculpa, sangre que salpicaba el suelo y manchaba los dientes de Elion le hicieron gritar entre los brazos de los guardias. Importándole una mierda que la espada estuviera haciendo un liso corte en su cuello que de echarse para adelante, no vería la luz del mañana.La verdadera naturaleza sanguinaria del príncipe heredero estaba viendo la luz por primera vez en este salón. Golpeando tan fuerte a Elion que cuando él hizo lo posible por esquivar un golpe, y su puño chocó contra el suelo, jamás… oyó un sonido de dolor provenir de él.“Cállate maldita perra” Eran las palabras que susurraban a su alrededor. Sucias,
Dentro de un mundo donde la codicia es tan grande como el deseo de ser poderoso, los niveles de ingenio se intensificaron en el momento que Oliver Heeger, príncipe heredero de Reinmen, tuvo la grandiosa idea de hacer hasta lo imposible para obtener el puesto del rey para sí solo. Sin ningún contratiempo que pudiera malgastar sus horas de incansable perspicacia en busca del plan perfecto.Buscó, para cada una de sus víctimas, el peor final de todos.Deseó, para ambos, el peor final de todos.Una mujer, sumamente hermosa que lucía elegante con cada movimiento que hiciera, tan inteligente que él creyó que no pasaría la barrera que construía entorno a todos aquellos a quienes quería poseer con su poder. Louise Roosevelt, no era nada más que una entrometida que arruinó sus planes, uno por uno.Un príncipe, astuto, aunque pareciera que no le importaba nada d
Louise carecía del poder de odiar a alguien con todo el corazón, incluso cuando dictara lo mucho que quería odiar a una persona. Pero en el primer segundo que su cerebro despertó de su ensueño, aborreció observar la cara de Noora en su cabeza. Le odiaba, al igual que odiaba a esa maniática reina que consumió su cabeza entre sus arrugadas manos. Le odiaba, con la misma fuerza que maldecía al príncipe Oliver. Solamente esperaba que muriera igual que su padre para tener menos preocupaciones. Aunque solo quizás estaba siendo demasiado resentida porque estaba con los nervios a flor de piel. Le intentó matar. ¿Cómo demonios perdonaría eso? … Con el transcurso de los duros días de duelo, estos se convirtieron en incertidumbre y odio total hacia un príncipe que se merecía toda la maldad del universo por los actos que le conllevaron a ser sentenciado a destierro. La población de Reinmen estab
Louise carraspeó incómoda de escuchar su voz enfadada.Las cosas no estaban yendo demasiado bien dentro del palacio. Los miembros del consejo necesitaban una respuesta inmediata para este gran problema que debía resolverse cuanto antes. Un rey, necesitaban saber quién sería el nuevo rey que gobernara Reinmen.—Ha habido muchas discusiones con respecto a usted debido a las declaraciones de sus hermanos, o mejor dicho, por las acciones. —Habló un hombre alto con barba. —Tienen sospechas de si usted también es como sus hermanos. Hasta ahora, solo hemos dado declaraciones acerca de la muerte de su padre y las decisiones de los príncipes Oliver y Alan.—¡Yo no- —Elion desestimó de gritar cuando Louise agarró su mano. El príncipe le miró por un par de segundos, rebajando el enojo palpable en su mirada enfurecida que desapareció ante el agobio
Empuñó la tela de su bata entre sus manos. Enfadado, demostrando su desacuerdo en esta locura. —¿Es…? ¿Es que…? Ugh… —Elion ocultó su cara entre sus manos, frotándose frustrado, permitiéndole a Louise verlo.Pronto, aquellos ojos almendrados le vieron oscuros. —No quería que las cosas resultaran de esta manera, no quería, no… quiero. No quiero que esto sea así solamente porque me lo ordenan, no.—Nadie te lo está ordenando. —El hombre se calmaba hasta que Louise se atrevió a decir esas palabras. —¿Nadie me lo está ordenando? ¿No has escuchado incontables veces lo que han dicho esos viejos de mierda? Es mi obligación, solo mía, después de que todo esto se desató por mi culpa. Tal parece que… —Chasqueó su lengua harto. —no puedo vivir en paz.&n