Junto al cántico dulce de los pájaros, los ojos de Louise se abrieron adormilados. Confusos, parpadeando repetidas veces en busca de un salón vacío, lleno de polvo y un picor en la nariz. Pero al tantear bajo sus manos, y sentir la suave sábana cubrirle…
—¿¡Eh!? —Exclamó levantándose aturdida, con los ojos abiertos de sopetón y la respiración agitada. Miró en todas las direcciones posibles, con el ceño fruncido y clavó la mirada en sus sábanas oscuras. ¡De verdad… estaba en su habitación!
“¿Fue un sueño?” Musitó confundida, revolviéndose el cabello en señal de ello. Nuevamente miró su alrededor, y pudo darse cuenta de que sí, definitivamente, estaba de vuelta en su habitación.
No en un salón abandonado, en medio del polvo y telaraña
Pero… no negaba que había sonado cautivador…¡No!Apoyó sus manos sobre el escritorio, exhausta de esto. De negar eso que se estaba volviendo inevitable. Y, no era el momento de ponerse a debatir sobre qué era lo bueno, y qué era lo malo porque tenía mejores cosas que hacer…Pero quizás, su corazón estaba más concentrado en revolotear por culpa de ese imbécil, y… que le haya consolado… y visto en ese estado… ¡Qué horror! ¡Estaría abochornada de por vida!Se desconocía completamente. Desconocía esta parte tan ridícula e idiota de ella, y se quejaba mucho más de él, quien le hacía sacarla a la luz.—¡Ch-chicos! ¡N-necesito ir por un par de cosas ahora mismo! —Habló apresurada apilando una serie de papeles encima de l
Mientras la puerta se abría, Louise estaba sufriendo un ataque nervioso.—¡Su Majestad, es un honor para mí que usted me haya llamado!La indudable voz de carácter animado y seductor, encendió todas sus alarmas. Caterina había irrumpido en la habitación, portando un precioso y provocador vestido que no podía ser una vestimenta cualquiera de las concubinas. Además que, esa aura seductora y lujuriosa fue suficiente para hacerle irse por donde vino luego de una veloz reverencia.No tuvo que adivinar lo que sucedería a continuación, así que prefirió irse tragando todo lo que sentía en su interior. Llevándose consigo, la poca dignidad que le quedaba, arrastrándose por el suelo.Salir con la frente en alto, era algo muy suyo... Pero esta vez, el dolor y la vergüenza había sido tanta, que levantar el rostro le hací
—Eh… uh… He estado guiando al príncipe Elion desde su llegada... —“¿El que desapareció y volvió a aparecer?” Contestó la sorprendida mujer destruyendo la atmosfera silenciosa por unos segundos. —Mhm, ese mismo. Y… Recibí la orden de mantener mis ojos en él, pero… Hace unas semanas se esparció el rumor de… que éramos… amantes…Y no lo somos. Quiso decir con una fuerte seguridad que ahora mismo estaba demasiado lejos como para alcanzarla.Pero una punzada en su pecho provocó que pensara bien sus palabras. El tormento, lo cubrió al volver a fijar su mirada en la ventana, poniendo un mechón de su cabello detrás de la oreja.—¿Y lo son? —A pesar de que lo que hablaban era extremadamente delicado, Caterina no perdió el tiempo en indagar un poco más. P
Se sintió en calma cuando se encontró rodeada de sus niños queridos. Esos mismos que se inundaban en felicidad cada vez que le veían, sin importar lo que le sucediera. Louise sonrió pequeña acercándose a la mesa para poder sentarse a comer.El entusiasmo le embriagó de inmediato, escuchando las historias de fantasmas de los niños más grandes. —¡Entonces, cuando fui al baño me encontré con un enooooorme bicho! ¡Así que no salgan por la noche!—¿Un bicho-insecto, o un monstruo? —Se burló una niña cruzada de brazos. El niño contraatacó. —¡U-un p-pues! ¡Un m-monstruo muy grande!—A mí me parece que hablas de una cucaracha. Te dan miedo las cucarachas.No hizo nada más que bufar cuando se pusieron a pelear como cosa rara. Pero no duró mucho hasta que gua
—¿Tú… quieres pintarme? —Preguntó incrédula, en un hilo de voz que encendió su cuerpo en una extraña delicadeza. Elion se enderezó, asintiendo esta vez más confiado. Apoyándose en la cama y echándose hacia atrás, sus definidos músculos tensándose. —Sí, quiero hacerlo. Me pareces una buena inspiración para mi primera pintura.—¿Y-yo? ¿De verdad? ¿Por qué? —Louise estaba anonadada de la confesión, y dentro suyo, todo le causó cosquillas. Elion rió por lo bajo. —¿Tengo que decirte por qué? Me gustaría que mi primer cuadro fuese sobre ti. Tienes un… valor importante para mí. Y… prometí que te pintaría.Miles de preguntas se formularon en cuestión de segundos pero ninguna escapó de su garganta obstruida. No enco
La claridad de sus sentimientos correspondidos era una realidad, justo ahora. Pero tal vez podría quedar en el olvido si ambos olvidaban la existencia del uno del otro, en una ardua búsqueda de parar el daño.Pero ninguno de los dos tenía la seguridad de que ese camino fuese fácil. ¿Qué si terminaban viéndose como dos desconocidos, y el daño no se detenía? Elion se estaba odiando a cada segundo por esto. Pero más que odiarse a sí mismo, odiaba a su padre. Odiaba a su “familia”.Y con sólo saber que ese hombre de mierda le había puesto una mano encima a Louise, en su alma ya no existía la compasión. Ni una pizca de redención tendría por ese hombre que arruinó parte de su vida, y ahora quería seguir dañándole. Atacando a lo que más quería, y más vida le daba, a pesar de que no sabí
—Elion… —Le llamó, y el atendió a su adictiva voz. —¿Sí? —Sé que la última vez te enojaste conmigo, pero… —Ladeó su cabeza confundido. —¿Por qué te fuiste? El atisbo de una sonrisa dolida surcó su rostro, luego de la sorpresa. Tuvo que haber esperado que ella le preguntara eso. El príncipe apretó sus labios, desviando la mirada de la hermosura que le veía expectante. Louise de inmediato se arrepintió de haberlo dicho. —Perdón, perdón… debí haber esperado que tú mismo me lo dijeras… —Elion negó, regalándole una pequeña sonrisa. —Está bien, no tienes por qué disculparte. Pero… me gustaría no explicártelo ahora. “A-ah… está bien…” Respondió la pelinegra algo exaltada. Sin embargo, no mencionó nada más. —¿Por qué… en su lugar, no te pinto? Clavó su mirada pasmada sobre él, había olvidado por completo todo lo que había traído. —¿Ahora? ¿A-así como estoy? —¿Cómo que así cómo estás? —Respondió confundido. —Si estás preciosa así, ¿no
Acarició, hizo y deshizo su cabello. Una inexplicable tranquilidad que le producía pasar los dedos por su cabello, mientras su cálida respiración acompasada se fundía en su piel pálida, reduciéndose a unas ligeras cosquillas. Pero… por más aguafiestas que sonara, tenía que levantarse. ¡No quería hacerlo, para nada! Pero… ya veía que quizás sonaba mucho más acogedor pasar toda la mañana arropada junto a él… y… No, de verdad. Tenía que ponerse manos a la obra para ser puntual. Sus alumnos le acusarían otra vez si se atrevía a llegar tarde. Y justo Louise pensaba que… su relación con ellos, se había vuelto más unida desde que había pasado demasiado tiempo sin verlos. Entonces, con el dolor de su corazón, empezó a sacudirse ligeramente para deshacerse de los fuertes brazos de Elion. —Elion… debo levantarme, se me hará tarde… —Le susurró dulce, pero no recibió ninguna respuesta. Formó una mueca tomando su hombro. —Elion… vamos,