—No es tan interesante mi vida, después de todo. —Sonrió de lado, melancólico. —Pero fue… lo mejor, de algún modo. Hasta que… Ja, puede sonar extremadamente ridículo pero la razón por la que estoy aquí de vuelta, es jodidamente irónica.
—¿De qué estás hablando? —Preguntó Louise con el ceño fruncido, recostándose sobre el escritorio ligeramente. —No es como si te fueras puesto en frente del palacio hasta que alguien te reconociera.
Elion rió por eso, Louise podía ser graciosa cuando menos quería serlo.
—No, en verdad no lo es. Pero es algo parecido. —Se encogió de hombros. —Me enamoré, y la mujer de la que me enamoré, me delató.
Él sabía que Louise se burlaría. Casi podía escuchar su secreta risa en su oído, masacrando toda esa vergüenza que se arremolinaba en su cabeza. Y si eso no estaba pasando pronto, el bochorno le atormentaría todo el día.
—¿Q-qué? ¿Te enamoraste y la chica te delató? ¿Qué se supone que signifique eso? —Inquirió un tanto
Han pasado dos días, y desde su última conversación con Elion, no lo había visto jamás.Ni por las afueras del palacio, ni vagando perezosamente por los pasillos cercanos a su oficina.Louise se encontró, en pocas palabras, extrañando tan solo un poco la presencia del príncipe. Y también, avergonzada y preocupada de que sus palabras pudieran herirlo. Haciendo de eso la razón por la que no había venido a ella en los últimos días.Pese a eso, trató de concentrarse en otras áreas que no tuvieran relación con Elion. Como por ejemplo, guiar a los miembros del Congreso de Gestión General alrededor del palacio para que pudiesen hacer el veredicto final para la vuelta a su trabajo. Aunque, más que “revisar” que todo estuviese en orden, parecían más encantados con la oportunidad de encontrarse con el misterioso prí
Louise estaba respirando tan agitada, que sentía el pecho apretado. En cualquier momento, su corazón saldría disparado de su pecho por la angustia y el terror. Se sentía asquerosa. Su boca se sentía asquerosa con una pesada sensación de humedad que le estaba revolviendo el estómago. Vio con sus propios ojos, la forma en que Alan se limpió la suya con la manga de su camisa blanca, con el atisbo de una sonrisa victoriosa. —Para la próxima, deberías aprender a corresponder cuando te dan un beso. —Soltó burlón, acomodándose el cuello de la camisa. —Espero que eso te sirva de recordatorio de que no puedes acercarte a otro hombre de esa forma. Y a mí qué me importa si estás ayudando a Elion en sus mierdas, si te veo siendo demasiado amigable con él, ya verás. Le señaló con el índice, autoritario. Como si fuese su pequeña niña. Dejándola sola en su oficina, sosteniéndose del escritorio al no poder controlar sus extremidades. Y por si fuera poco, antes de irse le dij
—¿Por qué huyes de mí? ¿Tan feo luzco cuando estoy arrepentido? Que sepas que, fue difícil para mí decirlo.Elion iba detrás de ella, siguiéndole como un perrito mientras Louise recorría casi todos los pasillos perdida en sus pensamientos.O eso era lo que quería aparentar porque él no dejaba de parlotear.Sin embargo, una risita se le escapó ante sus palabras. Cruzó en el próximo pasillo, rumbo a su oficina como de costumbre, olvidando por completo lo que había tenido que pasar. Y es que, la presencia de Elion empezaba a resultar reconfortante, aunque jamás lo diría en voz alta.Y mucho menos en su estúpida presencia. Eso sería como darle más ánimos para hacerle la vida imposible.—No deberías estar arrepentido, la que tuvo la culpa fui yo. —Dijo con simpleza, y continuó.
—Técnicamente, no has hecho nada. Pero ese “nada” se volvió lo opuesto para otras personas… —Explicó, confusamente, y Elion fue víctima de su indefinida explicación. —¿Qué? A ver, no te entendí nada. ¿De qué estás hablando?Louise rodó los ojos, como si fuera Elion el estúpido por no entender su ambigua respuesta. Tomó aire, y en un suspiro soltó todo. —Hay un rumor extendiéndose entre los sirvientes. Ese rumor, trata sobre que ambos somos… —No quería decirlo. Y estaba segura de que no eran nada de eso, pero seguía siendo incómodo. —Que somos amantes.El ceño fruncido del príncipe pronto se suavizó, pero en cambio sus ojos casi quisieron salirse de sus cuencas. Y con un fuerte “¿Qué?” estresó aú
Ya había pasado todo un mes desde que el tercer príncipe de Reinmen volvió a los brazos de su enmarañada familia. Mes donde Louise fue víctima de infinidades de problemas que seguían atosigándole al lugar que fuera, dentro de los límites del palacio.Si lo miraba del lado positivo, era increíble cuanto había soportado hasta ahora sin explotar. En el sentido de dejar salir todo lo que sabía, y sentía, en una bomba nuclear.Sus planes sucios, el odio que se tornaba en amistad y ser el centro de un desordenado escándalo.Confiaba en la palabra de Elion —sorpresivamente— y se permitió relajarse en sus cuatro paredes que le servían como una muralla de todo lo que sucedía fuera de ella. Dejó de darle mil vueltas al asunto, para darle tal vez una o dos porque no se sentía cómoda del todo sabiendo que su nombre va
Una aflicción se arremolinó en su pecho, indiscutible. Suspiró tan audible que se sintió todavía más atormentada ahora que esto había pasado. Louise era sumamente sincera. No estaría con alguien sólo porque no quería que las cosas quedasen incómodas entre ellos. No abandonaba el hecho de que su relación con Dóminic se agrietaría desde este momento en adelante, a menos que él decidiera seguir con ella como si su confesión jamás hubiera pasado. Ella se quedó sola, sentándose como todos los días, en un proceso de ignorar todo lo que había afuera. Rumores, un príncipe desaparecido, y un amor no correspondido. … Al despertar, en el día siguiente, Louise se encontró pensando en Dóminic. Arropada de pies a cabeza, con el canto de los pájaros en su ventana y hecha un ovillo sobre su gran cama. Esos pequeños ánimos que tenía escondidos dentro, se habían ido por completo. Se sentía mal por él, siendo su único
¿Cómo iba a estar celosa? Dirigió su mirada hacia él, examinando su porte vago mientras le dirigía una burlona sonrisa. Se adentró y cerró la puerta detrás de ella luego de corroborar que no había nadie mirando de casualidad. —¿De qué tontería estás hablando? Es lo más ridículo que he escuchado viniendo de ti. —Bufó, dando un par de pasos hasta quedar frente a él a una distancia considerable. —Y que sepas que escucho muchas cosas ridículas viniendo de ti. Elion se llevó una mano al pecho adolorido, siseando. —Ah… eso de verdad me dolió… —Actuó con una mueca disfrazada de sonrisa que no podía detener. El juego no le causó ninguna gracia, tuvo que admitir. —Pero vaya… ¿Qué te hice para que me trates así? Siendo sincero, espero más que me asesines con la mirada a que me digas lo que piensas. ¿Qué le había hecho para tratarle tan molesta? Primero, le había abandonado por casi una semana entera. Segundo, había aparecido del brazo de
La tutora apretó sus labios, y luego mordió el interior de su mejilla. Aquella sensatez viniendo de él, le mantenía conmovida a cada segundo. Cuando no estaba haciendo bromas y chiste sin parar, Elion era… una persona agradable. Y que se tomara el tiempo de explicarse, era algo que buscaba en todas las personas. Aunque ahora, se sentía avergonzada de su propio comportamiento. Tomó aire, y lo dejó salir al cerrar los ojos, desganada. —Lamento haberte metido en todo este lío. —Inició la pelinegra, arrepentida de pronto. —¿Cómo? No, no. Esto es algo que no estaba en tus manos, no podía dejarte con un gran estrés encima por esto. Era cierto. Louise tenía una pequeña, gran tendencia, a encerrarse en sus propios problemas. Y no había mar ni tierra que pudiera derribar esa gran muralla que ponía en medio de todos aquellos que intentaban ayudarle. Pasar por la mitad de su vida a solas, siendo su propio apoyo emocional no había sido tan