Ya había pasado todo un mes desde que el tercer príncipe de Reinmen volvió a los brazos de su enmarañada familia. Mes donde Louise fue víctima de infinidades de problemas que seguían atosigándole al lugar que fuera, dentro de los límites del palacio.
Si lo miraba del lado positivo, era increíble cuanto había soportado hasta ahora sin explotar. En el sentido de dejar salir todo lo que sabía, y sentía, en una bomba nuclear.
Sus planes sucios, el odio que se tornaba en amistad y ser el centro de un desordenado escándalo.
Confiaba en la palabra de Elion —sorpresivamente— y se permitió relajarse en sus cuatro paredes que le servían como una muralla de todo lo que sucedía fuera de ella. Dejó de darle mil vueltas al asunto, para darle tal vez una o dos porque no se sentía cómoda del todo sabiendo que su nombre va
Una aflicción se arremolinó en su pecho, indiscutible. Suspiró tan audible que se sintió todavía más atormentada ahora que esto había pasado. Louise era sumamente sincera. No estaría con alguien sólo porque no quería que las cosas quedasen incómodas entre ellos. No abandonaba el hecho de que su relación con Dóminic se agrietaría desde este momento en adelante, a menos que él decidiera seguir con ella como si su confesión jamás hubiera pasado. Ella se quedó sola, sentándose como todos los días, en un proceso de ignorar todo lo que había afuera. Rumores, un príncipe desaparecido, y un amor no correspondido. … Al despertar, en el día siguiente, Louise se encontró pensando en Dóminic. Arropada de pies a cabeza, con el canto de los pájaros en su ventana y hecha un ovillo sobre su gran cama. Esos pequeños ánimos que tenía escondidos dentro, se habían ido por completo. Se sentía mal por él, siendo su único
¿Cómo iba a estar celosa? Dirigió su mirada hacia él, examinando su porte vago mientras le dirigía una burlona sonrisa. Se adentró y cerró la puerta detrás de ella luego de corroborar que no había nadie mirando de casualidad. —¿De qué tontería estás hablando? Es lo más ridículo que he escuchado viniendo de ti. —Bufó, dando un par de pasos hasta quedar frente a él a una distancia considerable. —Y que sepas que escucho muchas cosas ridículas viniendo de ti. Elion se llevó una mano al pecho adolorido, siseando. —Ah… eso de verdad me dolió… —Actuó con una mueca disfrazada de sonrisa que no podía detener. El juego no le causó ninguna gracia, tuvo que admitir. —Pero vaya… ¿Qué te hice para que me trates así? Siendo sincero, espero más que me asesines con la mirada a que me digas lo que piensas. ¿Qué le había hecho para tratarle tan molesta? Primero, le había abandonado por casi una semana entera. Segundo, había aparecido del brazo de
La tutora apretó sus labios, y luego mordió el interior de su mejilla. Aquella sensatez viniendo de él, le mantenía conmovida a cada segundo. Cuando no estaba haciendo bromas y chiste sin parar, Elion era… una persona agradable. Y que se tomara el tiempo de explicarse, era algo que buscaba en todas las personas. Aunque ahora, se sentía avergonzada de su propio comportamiento. Tomó aire, y lo dejó salir al cerrar los ojos, desganada. —Lamento haberte metido en todo este lío. —Inició la pelinegra, arrepentida de pronto. —¿Cómo? No, no. Esto es algo que no estaba en tus manos, no podía dejarte con un gran estrés encima por esto. Era cierto. Louise tenía una pequeña, gran tendencia, a encerrarse en sus propios problemas. Y no había mar ni tierra que pudiera derribar esa gran muralla que ponía en medio de todos aquellos que intentaban ayudarle. Pasar por la mitad de su vida a solas, siendo su propio apoyo emocional no había sido tan
—Me parece increíble que tu idea sea esta. —Habló irónica, y por lo bajo. Sabiendo que ambos estaban atrayendo la atención, luego de días de incertidumbre acerca de su falsa relación. Ugh… —Yo sé que en el fondo estás sorprendida de mi astucia. —Le respondió de vuelta, casi burlándose. Ambos se dirigían hacia la máquina de chismes más cercana, la cual se trataba de la cocina. Dejando atrás a unas cuantas chicas sin vergüenzas que ni siquiera se tomaban el tiempo de verlos desaparecer para empezar a chismorrear. En los planes de Elion, contarle a Louise lo que pasaba no era una opción. Le mantenía a su lado expectante, haciendo caso omiso a las miradas furiosas que le dirigía cuando escuchaba sus nombres. Ella se veía atemorizante, sin embargo, para Elion era divertido tenerle de ese modo. Pero después de todo, prometió que le ayudaría, y eso iba a hacer ahora. Incluso si atraía otro rumor, esperaba que el de Louise desapareciera. La tut
—Pero… no es obligatorio que debas asistir a alguna academia afuera para poder aprender. —Animó, levantándose de su silla y caminando cerca de él. —Siempre puedes adaptarte a cualquier situación, y si quieres aprender algo puedes hacerlo ahora. —¿Cómo…? ¿Cómo es eso? —Enarcó una ceja. —Es inútil, Louise. Si quiero recibir algo como esto, debo tomar clases como cualquier otra persona. —Señaló el pedazo de papel, mismo que Louise tiró lejos de ambos con el ceño fruncido. Vaya que se estaba poniendo seria. —Sí, sí. Es cierto, ¿para qué te voy a mentir? —Rodó los ojos, exasperada. —Pero lo que te digo es, ¿por qué no utilizar tu tiempo libre para algo que te guste hacer en un futuro? Algo que quieras hacer cuando no seas más una princesa encerrada en una torre. Elion soltó risas desordenadas bajando la mirada, provocándole una leve sonrisa. —Si vas a pasar todo tu tiempo aquí, pásalo haciendo algo que te gusta. ¿Hay algo que te guste?
Cruzó en la esquina, y se adentró a su oficina cuando escuchó ligeramente el aguacero que corría afuera. Era junio, así que no era raro ver este tipo de lluvias.Lo raro fue encontrar a Elion de lo más relajado sentado en el marco de su ventana. Cruzado de piernas, inútilmente, debido a lo largas que eran y el poco espacio que había en el ventanal.Ni siquiera le escuchó entrar, se quedó embelesado mirando su libreta, moviendo el lápiz y deteniéndose de a ratos al mirar por la ventana la fuerte lluvia. Louise caminó desde su estantería hasta su escritorio sin ser vista, lo cual le pareció gracioso. Elion solía decir que ella era distraída, pero era exactamente el burro hablando de orejas.No fue hasta que Louise cerró el cajón con un ruido sordo a propósito que le hizo a Elion botar el lápiz al suelo.
“¡¡Señorita Louise!!” Una masa de niños emocionados, y uno que otros lagrimeando, se acercó en forma de terremoto hacia ella, siendo abrazada por la cintura con tanta fuerza que casi cayó de bruces al suelo. —¡Le extrañamos mucho! Fue imposible ocultar la sonrisa que le produjo la bienvenida. ¡No se esperaba para nada que estuvieran tan felices! Y ella tampoco se quedaba atrás, porque después de tanto embrollo, por fin estaba haciendo lo que quería y gustaba. —¡Creí que ya no nos quería ver! —Farfulló una niña luciendo algo enojada, más el brote de una risa arruinó por completo esa fachada. Y como si estuviera lidiando con animales salvajes, otra niña más grande le empujó para obtener su atención. —¡Me aprendí la teoría de los teoremas de adelante hacia atrás, pregúnteme cualquier cosa! —¡Seguro se cansó de nosotros cuando Tim habló mal de usted la última vez! —Exclamó un pequeño niño de oscuro cabello castaño, de ojitos rasgad
Louise suprimió su extensa felicidad por el resto de la cena. Asintiendo a lo que los niños decían con gran efusión, degustando de la carne a la brasa cocinada en el punto perfecto. Más estaba perdida en sus propios pensamientos, picoteando la ensalada sin prestar atención.No estaba acostumbrada a ser tan… expresiva. Pero desde que se había tomado el tiempo de “dejarse llevar” por el maldito príncipe… había cambiado. Todo lo que le hacía feliz, se manifestaba en su rostro en segundos.Su trabajo y alumnos le hacían feliz. Elion, le hacía feliz.Un suspiro abandonó su boca, silencioso y desapercibido por todos.—¿Hola? ¿Me estoy perdiendo de algo, acaso?Un parpadeo y sus ojos se quedaron prendados sobre su vaso de vidrio. El contenido dentro de él comenzó a tambalearse cu