Una tarde lluviosa, un príncipe veía a través de su ventana las gotas de agua caer contra el vidrio en un ruido sórdido. El cielo estaba oscurecido, al punto de tornarse de un gris demasiado oscuro y juraba que miró un relámpago caer entre dos montañas.
En su cama, permanecían sus camisas que no le gustaba ponerse. Frente a su armario, su hermana menor rebuscaba hasta la más mínima pieza que estuviera escapando de su vista. De vez en cuando la miraba, simplemente para reírse un poco por el estrés que salía por todo su cuerpo.
—Estás obsesionada con vestirme, no soy un muñeco, ¿sabes? —Le dijo sin mirarla, embelesado en el ambiente del exterior. —No es que esté obsesionada, como estás diciendo. Es que tú no te sabes vestir bien.
—¿Qué no me sé vestir bien? —Inquiri&oac
—Me tendrán que disculpar, pero deseo hablar con el príncipe Elion a solas. ¿Podrían? ¡Son unas chicas maravillosas! —Noora, entusiasmada como cualquier otro día, sonrió ante las alegres despedidas de las sirvientas. Elion, se quedó de pie en medio de las grandes puertas abiertas del salón. Escuchando los cuchicheos y risas nerviosas de las sirvientas.Noora exhibía un hermoso vestido que se arrastraba por el suelo, vino tinto, con lazos blancos que combinaban perfecto con la diadema en su cabello negro. Fue imposible de ver, cuando lo presumía al dar un par de vueltas al levantarse con una sonrisa.Al exteriorizar esa alegría, era común que Elion se llenara de la misma, pero ahora estaba confundido, enojado y desconcertado como la mierda. Se halló a sí mismo sonriendo sin ganas cuando la princesa estuvo frente a él.—&ie
…Recostado en las puertas que daban hacia el patio, Elion reposaba irritado.Elion estaba muy lejos de calmarse tanto como lo había predicho hace unos treinta minutos, luego de despedirse de Noora y encerrarse en un salón a solas. Él, y sus propios sentimientos que le tenían en el estado que se encontraba; molesto, ansioso e inseguro de la locura que surcaba por su mente, opacando todas las veces que él mismo dijo que no se podía hacer nada para que esta desgracia acabara de una vez por todas.Caminó cada baldosa en el suelo con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, pensando hasta en el más mínimo detalle de su plan.Él, está dispuesto a presentarse frente al Consejo General del reino.Era una locura siquiera pensarlo por sí mismo cuando no estaba Louise aquí para hacerle entrar en razón.Pero no iba a s
—Sabemos cómo va el protocolo. Tan pronto como pare, se bajarán para escoltar al príncipe Elion hacia la sede del Consejo General. —Por el rabillo de su ojo, miró a Dóminic comandar con semblante serio mientras posaba aquella mirada sobre cada uno de los hombres que estaban escuchando. —Les seguiré de cerca, no hagan preguntas. Bufando una sonrisa impregnó su vista hacia afuera. Las personas, a pesar de ser por la tarde y que el tiempo estuviera malditamente horrible, caminaban tranquilas entre sonrisas que desaparecían detrás del carruaje. Elion no tardó en percatarse que llamaban bastante la atención. Dieron vueltas en donde él observó el centro de la villa con mucho ánimo, a pesar de estar ocultando su emoción. Sin embargo, no pasó demasiado tiempo hasta que fueron deteniéndose y aspiró preparándose al ataque. Juró que el Consejo General no sería más que un lugar pequeño. Se equivocó totalmente. La enorme cúpula que le hizo echarse hacia at
Todos acataron la orden. —Debe saber, que para todos nosotros es una gran sorpresa y alegría que esté con nosotros. —Comenzó a hablar Henry encaminándose hacia su asiento, en el otro extremo de la mesa. —¿Por qué sucede esto? Bueno, cómo sabrá, si alguien le ha contado acerca de nuestro trabajo, nos encargamos de monitorizar las acciones de la Familia Real. Él le pasó la palabra a alguien más. —En un corto resumen, para no hacer de esta reunión una eternidad, el Consejo General se fundó para complementar las operaciones que vienen desde el palacio. Hacemos una revisión, generalmente de las declaraciones o testimonios cómo ahora es usual, sin embargo, también permanecemos atentos a alguna disconformidad. —Y usted, es una de ellas. —Señaló el serio hombre del otro lado de la mesa. Elion, a pesar de las dudas de esta reunión, permaneció serio observando a todos. —Pero no se preocupe. Esto es algo que debemos hacer para asegurarnos de que no se causará ningún otr
Si nada resultaba como pensaba, ¿tendría una consecuencia por estos tipos? Lo que resultaría verdadero, es que se ganaría la desconfianza de este hombre. Si es que no la tenía ya. Ahora mismo, era sólo él sin nadie en quién apoyarse, esperando que este hombre confiara en él, y viceversa. Henry le llevó por una serie de pasillos que originaron hasta donde entraron por primera vez. No había ni una sola alma, ni siquiera los empleados que casi se desmayan por su aparición. Eso continuó hasta que se adentraron a una pequeña oficina a oscuras, con las persianas abajo. Henry cerró la puerta y oyó como colocó el cerrojo. —Usted sabe que esta es una acusación grave, ¿cierto? —Elion asintió, más a él no le pareció convincente. —Nosotros no nos hacemos cargo de estos problemas, principalmente porque nunca hemos escuchado sobre algo así. Si esta es una broma, no me gustará seguir escuchándola. —Si a usted le hubiera parecido una broma, no
“Querida, Louise Roosevelt. Por el poder que se me confiere como príncipe, un poco imbécil para usted, le propongo pasar la noche conmigo en su habitación. Usted dirá, ¿por qué no en la mía? Pues… su cama es más cómoda para los dos. Tengo muchas cosas para hablar con usted, así como mostrarle una sorpresa que he preparado para usted. ¿Usted cree que estoy diciendo mucho, usted? Bueno, usted me gusta. Estaré delante de su puerta dentro de treinta minutos, luego de que se le entregue la carta. ¿No será tan mala como para dejar a este pobre príncipe, fuera de la hermosa calidez de sus brazos, verdad?” Es… un maldito idiota. Fue lo primero que se le vino a la cabeza y le hizo llevarse una mano al rostro, riendo incrédula. Por un segundo creyó que una nueva maldad se avecinaba, pero sólo se trataba de una estúpida travesura de Elion. Admiró el reloj, era bastante tarde. Bostezó, pero esa carta le recordó por
Un movimiento ligero de su cabeza lo decidió todo, y las risas brotaron de su garganta en cuanto el príncipe comenzó a dejar besos en toda la extensión de su cuello, muy emocionado por haber aceptado su caótica idea que haría de esta larga noche, una inolvidable. —Gracias, gracias… —¡No entendía porque se lo decía! Pero no refutó nada al respecto por lo entusiasmado que se veía, incluso cuando sólo podía sentir los latidos de su corazón en su espalda si prestaba demasiada atención. —¿A qué se debe ese interés tuyo por mis vestidos? —Inquirió con una ceja enarcada, aunque él no pudiera verla. Elion enmudeció por unos segundos, sólo haciendo unos sonidos pensativos. —Bueno… en las pocas veces que he tenido la oportunidad de verte con vestidos… puff… No sé ni cómo explicarte lo hermosamente bonita que te ves con ellos. —Rió recostando su rostro en el hombro de Louise, quien sonreía por lo bajo. —Hasta podría decirte que te ves malditamente adorable. —¿Adorable?
Y tal como lo había dicho, trajo el vestido precioso que brillaba con la luz de la lámpara de araña que iluminaba la habitación. Louise se levantó, bajo su seria mirada y le agradeció mientras le ayudaba a ponérselo. Ajustado a su cintura, con una larga falda que se arrastraba por el suelo y las distintas capas de tela fina le hacían verse como un vestido mágico, que no era su estilo. Y estuvo a punto de decirlo, pero cuando se encontró con la deslumbrada mirada de Elion, prefirió callar para poder verlo todo lo que quisiera. No era del tipo de un vestido de fiestas, bien elaborado. Era más bien algún vestido que se usaría para una reunión importante, o una simple salida. Excluido de todo el brillo y minuciosa elaboración de los vestidos de excelencia que destilaban reputación, preciosidad y mucho trabajo duro. —¿Estás sorprendido? —Le dijo burlona la tutora, chasqueando sus dedos frente al rostro paralizado del príncipe. Este asintió al cabo de unos segundos