“Querida, Louise Roosevelt.
Por el poder que se me confiere como príncipe, un poco imbécil para usted, le propongo pasar la noche conmigo en su habitación. Usted dirá, ¿por qué no en la mía? Pues… su cama es más cómoda para los dos.
Tengo muchas cosas para hablar con usted, así como mostrarle una sorpresa que he preparado para usted. ¿Usted cree que estoy diciendo mucho, usted?
Bueno, usted me gusta.
Estaré delante de su puerta dentro de treinta minutos, luego de que se le entregue la carta. ¿No será tan mala como para dejar a este pobre príncipe, fuera de la hermosa calidez de sus brazos, verdad?”
Es… un maldito idiota.
Fue lo primero que se le vino a la cabeza y le hizo llevarse una mano al rostro, riendo incrédula.
Por un segundo creyó que una nueva maldad se avecinaba, pero sólo se trataba de una estúpida travesura de Elion. Admiró el reloj, era bastante tarde. Bostezó, pero esa carta le recordó por
Un movimiento ligero de su cabeza lo decidió todo, y las risas brotaron de su garganta en cuanto el príncipe comenzó a dejar besos en toda la extensión de su cuello, muy emocionado por haber aceptado su caótica idea que haría de esta larga noche, una inolvidable. —Gracias, gracias… —¡No entendía porque se lo decía! Pero no refutó nada al respecto por lo entusiasmado que se veía, incluso cuando sólo podía sentir los latidos de su corazón en su espalda si prestaba demasiada atención. —¿A qué se debe ese interés tuyo por mis vestidos? —Inquirió con una ceja enarcada, aunque él no pudiera verla. Elion enmudeció por unos segundos, sólo haciendo unos sonidos pensativos. —Bueno… en las pocas veces que he tenido la oportunidad de verte con vestidos… puff… No sé ni cómo explicarte lo hermosamente bonita que te ves con ellos. —Rió recostando su rostro en el hombro de Louise, quien sonreía por lo bajo. —Hasta podría decirte que te ves malditamente adorable. —¿Adorable?
Y tal como lo había dicho, trajo el vestido precioso que brillaba con la luz de la lámpara de araña que iluminaba la habitación. Louise se levantó, bajo su seria mirada y le agradeció mientras le ayudaba a ponérselo. Ajustado a su cintura, con una larga falda que se arrastraba por el suelo y las distintas capas de tela fina le hacían verse como un vestido mágico, que no era su estilo. Y estuvo a punto de decirlo, pero cuando se encontró con la deslumbrada mirada de Elion, prefirió callar para poder verlo todo lo que quisiera. No era del tipo de un vestido de fiestas, bien elaborado. Era más bien algún vestido que se usaría para una reunión importante, o una simple salida. Excluido de todo el brillo y minuciosa elaboración de los vestidos de excelencia que destilaban reputación, preciosidad y mucho trabajo duro. —¿Estás sorprendido? —Le dijo burlona la tutora, chasqueando sus dedos frente al rostro paralizado del príncipe. Este asintió al cabo de unos segundos
Pero ella no se quedó atrás, golpeando su pecho hasta que él le separó en un sonido obsceno de sus labios. —Hazme el favor de ir a tu habitación para que te arregles. Si alguien descubre que- —¿Qué? ¿Si alguien descubre que estamos durmiendo juntos? —Murmuró sobre su boca con un tonito sugerente que atacó el fondo de su estómago. Una mano escurridiza recorrió la silueta de su cuerpo sobre el vestido que aún llevaba puesto. —Honestamente, no me importaría que lo supieran. Con eso, podrán saber que esta hermosa institutriz es de alguien más. “Mía” Recitó puramente sobre sus labios, el ligero toque causando un revoloteo de mariposas en todos lados. “Solamente mía” Finalizó posesivo mordiendo su labio inferior para la sorpresa de Louise. Un segundo después, el castaño se levantó de la cama y atrajo a la mujer contra él, cargándole en contra de su voluntad. —¡Elion, no! ¡Bájame! ¡Se nos va hacer más tarde todavía! —Exclamó furiosa al punto de que
—No tienes que decírmelo dos veces, pero me parece a mí que Alina se percató de que pasamos la noche juntos. —Louise le codeó enfadada, y carraspeó para apaciguar las mariposas de su estómago. Elion rió al recobrar el aire que ella le sacó con ese movimiento. —Y también que nos du… —Silencio. Haz silencio, por favor. —Intervino a la velocidad de la luz. Más, por el hecho de que se acercaban al salón que Alina le comentó. —¿Tienes alguna idea de lo que Noora quiere hablar conmigo? —Si no lo sabes tú, menos lo sé yo. —Odió el tono burlón con el que lo dijo, pero tenía razón. —Pero te acompaño porque le tienes manía a la pobre Noora. —“¿A la pobre Noora?” —Resopló incrédula de las palabras del príncipe. —¿Desde cuándo te importa Noora? —¿Estás celosa? Ignoró la magnífica estupidez que salió de su ridícula boca. Tampoco le dio chance de continuar con su juego estúpido cuando abrió las puertas del segundo salón. Inmenso por d
—¿Vas a volver a hacer el mismo juego? —Inquirió el príncipe. En un rápido movimiento le acorraló contra la pared, a la vista de que cualquier persona que bajara o subiera, los observara. —Elion, suéltame. Alguien nos va a ver.—No. Quiero hacerte saber que entiendo todo lo que me estás diciendo. Pero así como tú tienes tus propias razones para desconfiar de todo esto, yo tengo mi lógica para querer asistir a esa fiesta. Por mucho que no me importe tanto eso de ser importante dentro de la nobleza, ¿qué es esa mierda? —Bien, se rió un poco. —Me gustaría que pensaras sobre venir conmigo, aunque supongo que querrás verme fracasar frente a todos.—Sería un honor ver eso si no estuviera tan al pendiente de lo que los demás piensan de ti como príncipe. —Él vaciló un poco pero asintió
¡De pronto, gritos y risas se mezclaron en uno solo! Manos temblaron detrás de su espalda e instintivamente sus pasos se fueron hacia atrás, tanto como su corazón saltó dentro de su pecho. Sus ojos se fijaron en Elion, parado en medio de las dos celdas con el ceño fruncido, de allí provenían las risas enloquecidas que congelaron todo el lugar.—¡T-TÚ! ¡DEBERÍAS ESTAR MUERTO!“¡Mierda!” Masculló al Dóminic ponerle una mano en el hombro. No perdió tiempo en mirarle a la cara en busca de una respuesta, pasaron segundos donde no pudo decir ni una sola palabra.Él se adelantó cuando le vio luchar entre los gritos dementes. —Se volvieron locos, tal vez de recibir tanto daño y sólo estar encerrados en este lugar.—Esto es digno de volverse un lunático… —Res
—¿Irás a la fiesta, no es así? —Dóminic se pasó una mano por el cabello bien peinado, hacia atrás. Los músculos de su espalda se flexionaron debajo de esa camisa adherida a él, la que llevaba debajo de la chaqueta de su uniforme particular que… apenas se daba cuenta no tenía. Louise no movió ni un solo músculo de su cara, pero respondió a su pregunta. —Dudo mucho asistir. —Se mordió la lengua en un acto de desconcierto. —Sigo con muchas dudas acerca de esa fiesta que puede hacerse en cualquier otro momento. Pero Noora, y su familia, están emocionados porque Elion asista. Todo por su… inexplicable decisión de presentarse con el Consejo. —Deberías hacerlo, no todos los días tienes la oportunidad de asistir a una fiesta privada plagada de nobles. —Le dijo con diversión, en un tono burlón que dejaba la vista lo ridículo que sonaba eso a sabiendas que Louise permanecía alejada de todo lo que tuviera que ver con… lujos. Y nobles, irónicamente. —Escucharás música en vivo, b
Pronto, se encontró cerrando su oficina con llave a eso de las once de la noche. Habiendo cenado con mucho gusto, para partir a primera hora de la mañana, era tiempo para terminar de organizar las pertenencias que llevaría a la fiesta. Y lo más seguro, es que se tuvieran que quedar allí hasta el día siguiente. No le gustaba eso. Encaminándose a su habitación, enumeró las cosas que ordenaría primero. Lo esencial… era el vestido que le tenía carcomiendo todo su interior. Incluso ahora, que estaba a unas pocas horas de irse de este lugar a un palacio desconocido, no tenía idea de qué vestido llevaría. ¡Igual, tampoco tenía muchas opciones de vestidos elegantes que todas esas nobles usarían! Louise resopló con una mueca y se abrazó a sí misma entre los pasillos. Todo era silencioso a esta hora, pero de esa forma, también se volvía tenebroso por el hecho de todas las cosas terribles que han sucedido por la noche. ¿Pensaba que en algún momento, saltaría Alan de la