Mathew Dominec, alfa de la Manada del Norte estaba tan molesto como preocupado. Alguien había atentado contra la vida de su actual esposa y compañera empujándola por la escalera abajo y aunque su relación con ella estuviera en un punto complicado seguía llevando en su vientre a su cachorro. Delante de él estaban con la panza en el suelo aquellos lobos que tenían que ver con el incidente, y la incertidumbre lo mataba. Su esposa acostumbraba a molestar e intimidar a los miembros de su manada utilizando su posición, y después él como alfa tenía que limpiar el desastre y manteniendo la reputación. Algo de lo que se estaba cansando, pero podía lidiar con ello, era su compañera, la mujer con quien había decidido estar el resto de su vida, después de todo. Sin embargo, nunca las cosas se habían ido a este extremo.
Apretó sus manos intentando contenerse sintiendo sus garras comenzando a crecer y rompiendo la piel de sus palmas, aunque su rostro estaba sereno, no mostrando sus emociones. Su rostro frío y carácter serio eran rasgos que lo caracterizaban.
El doctor había dicho que su esposa estaba en un estado grave debido a los golpes recibidos, incluyendo que el primer trimestre había sido tormentoso y ahora en su cuarto mes las cosas no parecían mejorar, rezaba internamente por no perder la oportunidad de ser padre. Ansiaba tener un cachorro. También se preocupaba por su pareja, incluso cuando habían tenido tantos problemas, esta hembra era la que le había quitado el aliento y lo seguía haciendo, tanto por su aspecto, como por su olor, a pesar de no ser una loba. Así que intentaba mantener la calma para no desgarrar el cuello de aquellos lobos, pero…
La perdió por completo cuando la dueña de sus pensamientos entró por la puerta caminando como si nada hubiera pasado y puso bruscamente una nívea y torneada pierna sobre su escritorio y soltó una palabrota que impactó a más de uno.
Mathew solo pudo pestañear repetidas veces antes de darse cuenta que su compañera estaba realmente allí y en aquellas fachas que mostraban mucha más piel de lo que estaba estipulado y de la que a él le gustaría, y que a ella no parecía darle ni frío ni calor.
Lara esperó no haberse equivocado de persona al entrar a aquel lugar. Solo había una que mostraba superioridad por encima de los demás así que debía, sin dudas ser él. Y lo confirmó ante su mirada de asombro que después se volvió incrédula para suavizarse finalmente. Aun así le volvió a repetir la pregunta por si no lo había escuchado pues no había tenido respuesta.
-Marido mío- por alguna razón decirle de esa forma a aquel extraño le resultó agradable- Te lo diré más claro por si no me entendiste, ¿cómo se supone que yo pueda estar embarazada ¿Eh? ¿Qué malditos trucos usaste?- aunque no es que hubiera mucha ciencia en ello.
Mathew seguía sin poder responder no porque no supiera la respuesta sino porque seguía estupefacto por el vocabulario algo obsceno y descuidado de aquella persona que hasta hacía algunas horas medía cada palabra delante de él. Miró por el costado del muslo visible como Byron y Dyna, se arrodillaban negando con su cabeza dándole a entender que con ellos no contara. No tenían la menor idea de lo que ocurría
-Estoy esperando- el pie de Lara sobre la mesa comenzó un movimiento constante mostrando su impaciencia. Era alguien a la que le gustaban las respuestas rápidas.
-¿Tengo que ser explícito de como tuvimos sexo en mi cama sin ropa, yo sobre ti y tú con las piernas abiertas?- al final habló y aquella voz grave pero que no tenía nada de desagradable hizo a Lara estremecerse ligeramente. Incluso ella pudo ver el borde de un par de largos colmillos
-No creo que sea una mala idea, pero primero saca a todos ellos de aquí, tener a…- miró por encima del hombro los cuerpos peludos detrás de ella, todavía analizando que no estaba en su mundo real, sino en aquel en muchas veces había soñado estar- Algunos que no tienen que ver con nuestra relación es algo incómodo- se giró hacia los lobos que apenas deshacían su posición inclinada- Pueden irse, yo tengo asuntos que atender con él, shu, shu-
Los miembros levantaron la cabeza y sus orejas aun con duda sin comprender bien aquella orden viniendo de esa boca que no tenía que ver con lo que normalmente decía. Así era mejor, por experiencia leyendo varias novelas de hombres lobos, los alfas eran bastante crueles castigando a aquellos que hacían daño a sus compañeras.
-Ellos fueron los responsables de lo que te ocurrió- la voz del alfa se oyó fuerte y clara.
-Oye, tú mismo lo dijiste, ya ocurrió, pasado, vamos fuera- quería tener respuestas cuanto antes y aquellos individuos la hacían sentir incómoda.
Solo cuando el alfa hizo seña con la mano los lobos se levantaron y salieron corriendo lo antes posible de allí aun con la cola entre sus patas.
Lara se giró hacia él con las manos en la cadera marcando la curva de su estómago levemente prominente. Ladeaba la cabeza hacia un lado y lo estudiaba.
No podía negar que su ahora esposo no estaba mal, la verdad no estaba para nada mal. Se veía que era alto por el largo de su torso envuelto en una lustrosa camisa negra con adornos dorados con los botones abiertos hasta el tercero dejando a la vista un agradable y sólido juego de músculos delicioso, con un grueso cinturón ceñido a su estrecha cintura. Manos grandes con algunas pequeñas cicatrices que no eran muy marcadas con garras que estaban completamente a la vista, daban miedo. Un rostro realmente hermoso con labios apetecibles de esos que podías morderlos hasta que estuvieras satisfechos.
No era de esas bellezas bosque adentro y crudas, era más bien una belleza irreal con los rasgos bien ubicados. Una piel blanca que contrastaba enormemente con aquel cabello largo y oscuro con destellos azulados peinado ligeramente hacia atrás pero que se negaba a estar en esta posición. Pero no fueron estos atributos los que dejaron a Lara sin habla, fueron aquellos orbes azules tan claros que parecían casi transparentes.
Tenía que reconocerlo, el hombre era completamente su tipo y para su fortuna estaba casada con él. Estaba muy bueno. Bendita novela la que había agarrado antes de pasar literal a una mejor vida.
Perder la virginidad con semejante semental cruzaba su mente al punto que no se dio cuenta cuando este se levantó y le bajó la pierna de la mesa. Su contacto fue cálido y gentil. Sus dedos se sentían duros y callosos sin lastimar su piel con sus garras, pero eso no le quitaba para nada lo agradable de su tacto. Estas mismas manos comenzaron a acomodarle la ropa hasta dejarla en una posición algo más presentable.
Lara, durante todo el proceso no hizo ningún comentario, estaba absorta en el grácil movimiento de los músculos de los brazos y el pecho que se marcaban por debajo de la tela. Al finalizar su esposo dejó de caer una mano cerca de su estómago para luego retirarla como si tuviera miedo de tocarlo. Ahora delante de ella se dio cuenta que era un hombre súper alto. Más bien, un lobo súper alto.-Casi es hora- anunció y Lara no comprendió, pero un dolor la recorrió de pronto, tan fuerte que sus rodillas se doblaron sintiéndose terriblemente débil. Un extraño fuego comenzó a quemar en el interior de su estómago desplazándose hasta sus muslos y una hilera de saliva salió de sus dientes entreabiertos al contener un grito. Aquel lobo se arrodilló a su lado sosteniéndola de un brazo frunciendo el ceño.-Hay vamos de nuevo con la actuación- Byron dijo chasqueando la lenguaActuación mi culo, pensó Lara mientras su interior ardía y dolía hasta nublársele la vista. Algo se removía dentro de las ent
Si no fuera por el ardiente dolor de su estómago podría sentirse avergonzada de ser cargado como una damisela frágil, cuando ella no tenía ni un pelo de eso en su cuerpo, había aprendido a tener bastantes espuelas dado que en el mundo en que vivía «antes» siempre había encontrado aquellos que le gustaba cazar brujas, y vaya que tenían sus artimañas para lograr encontrarlas. Pero solo su mente pudo pensar cuando se encontró recostado en la cama donde había despertado, con las piernas abiertas y su supuesto esposo recostado entre ellas.Cualquiera que entrara y los viera podría pensar cualquier cosa obscena o que estuvieran a punto de hacerlas, más ella estaba intentando controlar el dolor y no sentirse asqueada con la túnica húmeda de sudor. Ya ni le quedaba fuerza para pelearle a aquel alfa, lobo, compañero, quien fuera para ella, al menos había tenido la decencia de cargarla y llevarla con cuidado a la habitación pesar de sus palabras fuertes de antes. Ella en su estado, no hubiera l
Lara frunció los labios y se giró dándoles la espalda. Una gota de sudor corrió por su rostro. Estaba en problemas, en verdaderos problemas ¿Cómo demonios era esta relación donde pedirle a tu esposo y compañero que te cambiara de ropa fuera algo tan fuera de lo común? Había visto centenares de películas de romance, porque, aunque no lo quisiera admitir era una romántica empedernida frustrada, y en ninguna de ellas la relación estaba algo parecida a lo que estaba viviendo ahora. Una pareja debía ser melosa al punto de dar asco, darse besos, tocarse hasta por gusto, verse sin ropas, y viendo en el estado en que ella estaba, la intimidad al menos si se daba, entonces ¿En qué se había equivocado?Inmersa en sus pensamientos no dio cuenta que ese tal esposo o al menos como debía llamarlo se había puesto a su espalda.-¿Estás segura que quieres que te cambie?- su voz sonó contra su nuca haciendo que la marca palpitara caliente.Lara pensó sus palabras dejando de lado la sensación que hizo q
Aquellos que alguna vez habían cometido el crimen de estrangular a alguien decía que era un sentimiento difícil de interpretar, rayaba entre lo prohibido y lo placentero, pero si había algo que era cierto era que la sensación de superioridad ante la víctima indefensa luchando por aire era algo gratificante. Y realmente lo fuera para Lara si al menos el rostro de su Marido mostrara, aunque sea una mueca de incomodidad ante el esfuerzo que él estaba teniendo que hacer para intentar hacerle algo. Aquello no era divertido. Toda la rabia se le desinfló.Lara chasqueó la lengua aflojando el agarre.-Marido mío ¿qué se supone que estás haciendo?- lo vio alzar una ceja dubitativa –tú debes luchar por liberarte de mí, sentir que te falta el aire, como ocurrió conmigo, no hacerte el alfa número uno del mundo. Le quitas toda la gracia a esto-Mathew no entendió muy bien sus palabras y frunció el ceño en consecuencia. El peso sobre su pecho se intensificó al su pareja echarse hacia delante y reco
Cuando Dyna regresó a la habitación de su alfa, no podía descifrar la escena sobre todo por la expresión desencajada de su hermano que tenía la boca abierta y miraba a la persona ante él como su fuera un bicho raro. Se acercó a él y le tocó el hombro llamando su atención.-¿Hermana, qué le pasó?- el lobo señaló con el dedo a Lara –Es alguien completamente diferente, podemos golpearla otra vez a ver si cambia para una mejor persona-Al oír estas palabras Lara le tiró un dátil con fuerza que le dio en la mejilla haciendo que soltara un chillido.-Oye, respétame, que aunque mi marido, tu alfa, no esté aquí, no quiere decir que puedes hablar lo que te viene en gana--Ves hermana, antes solo me ignoraba o me pegaba una bofetada cuando iba muy lejos, pero ahora hasta me responde- Byron hacía muecas con la cara.Dyna sobó su hombro, siempre entre los dos ella era el más razonable, la menos impulsiva, y la voz de la conciencia, esa era una de las razones por las que estaba bajo las órdenes de
Mathew pestañeó al menos tres veces antes de darse cuenta que la imagen delante de él era verdadera. Después de la prohibición por parte de su esposa, apenas si podía tocarla o besarla a menos que fuera en casos muy específicos, como estar enferma o porque ella misma se lo permitiera. Pero tenerla en su cama pidiendo dormir con él era algo que no se esperaba como estaba su relación.-Marido mío, acaso no me oíste, vamos a dormir juntos, tú y yo- Lara recalcó haciendo un puchero e imitando aquellos ojos que había visto que en las películas funcionaba. Aun así, el lobo se quedó quieto, con el libro en la mano, mirándola sin mostrar su verdadero asombro en su rostro.-¿Tanto me odias como para no quererme aquí?- Lara se hizo la víctima, sabía que eso podría funcionar para después hacerse el indignada –Está bien, por mi parte no queda, y yo que quería ser una buena esposa y arreglarme contigo, pero si no me quieres a tú lado, no se puede hacer nada-Hizo el indicio de levantarse cuando un
Mathew se despertó como siempre temprano, era el alfa de una poderosa manada por lo que tenía demasiadas responsabilidades que atender y tenía contados los días en los que podía tomarse el tiempo libre. Extrañamente sintió una presión en su cintura y levantó la sábana para ver un brazo blanco y delgado abrazándola, pegándolo al cuerpo que se hallaba en su espalda, así como una pierna que se enredaba entre las de él, de manera muy íntima.Con cuidado de no despertarla se giró y halló a su compañera totalmente dormida y con una sonrisa de satisfacción contra su espalda. Parecía que se hallaba realmente cómoda contra él. Quizás era por su olor corporal o feromonas que, aunque ella no fuera una loba, estaba enlazada con él por lo que podía sentirlas. Mathew se quedó por un momento admirando aquel rostro del que estaba locamente enamorado. Hasta cuando duraría esto era algo que no podía adivinar.Su esposa era alguien que le gustaba el sexo, no importara, el tipo, el lugar o el tiempo que
Lara estaba sentado en una mesa baja rodeada de libros. Delante de ella estaba extendida una hoja llena de preguntas y un pincel y un contenedor de tinta a su derecha. Frunció el ceño cuando su estómago gruñó. No había desayunado y ella era una persona que tenía que comer por dos, pero aquella mujer le había dicho que debía haberse levantado más temprano porque el horario de estudio no se podía violar. Suerte para ella que todo lo que estaba escrito en el papel se lo sabía, podía decir que había sido una buena alumna.-Espero que esta vez escribas bien las respuestas- Mirian se paró delante de ella- no hagas perder el tiempo a mi hermano cada vez que las revisa y las encuentra mal, o hechas por cualquier hombre al que se la mames-Por favor, pensaba Lara y ella creía que su boca era una cloaca, entonces la de esa loba ya había perdido categoría. Respirando profundo levantó la cabeza y le dio una sonrisa sínica antes de tirarle, por impulso, el pisapapeles de mármol que tenía delante d