Todos decían que la muerte no dolía, no la forma de morir, sino estar muerto en sí. Tendría que verificar quien había dicho aquello porque se encargaría de enterrarlo tres metros bajo tierra sin un funeral. Su cuerpo dolía como el mismo infierno.
Espera seguía viva.
Lo último que recordaba eran luces delante de ella, mucho ruido y después una oscuridad que la consumía. Si mal no recordaba parecía haber sido un camión lo que había destrozado su cuerpo. Entonces…, cómo rayos sentía dolor. ¿Había sido tan afortunada de sobrevivir?
Abrió sus ojos para verificar. No era una persona acostumbrada a tener dudas. La ignorancia era su peor enemigo. Cuando la luz que la cegaba se fue difuminando solo pudo exclamar para sí misma ¿Dónde demonio estaba? Si, su vocabulario no era el mejor del mundo decorado con palabras no precisamente agradables y que soltaba más de lo necesario en los momentos adecuados, pero volviendo al tema, Lara se quedó mirando el techo sobre ella y no pudo definir qué hospital en todo el mundo mantenía una decoración tan extravagante como aquella. Que mal gusto.
-¿Luna? Luna- escuchó alguien cerca de ella gritar y seguido al menos otra persona que entrara corriendo. Luna, a quien llamaban de esa forma tan cursi y poco original, ella era una mujer hecha y derecha y con un nombre con una larga trayectoria.
A Lara le dolía demasiado el cuello para girar su rostro a un lado y replicar. El bullicio comenzaba a taladrar su cerebro y el mayor punto de presión era en su abdomen, como si algo estuviera allí de más.
-Cállense- dijo soltando el aire de sus pulmones y se quedó petrificada con su voz.
Aquella no era nada ni por asomo su voz, el tono un poco más agudo de lo normal le indicó que pertenecía a un cuerpo mucho más joven. Su mente comenzó a trabajar y solo pudo llegar a una conclusión. Un ambiente que parecía más rústico que el mundo tecnológico donde vivía, incluso parecido a las decoraciones usadas que describían en la mayoría de las novelas que ella leía, su muerte y ahora una nueva voz. Ah no, no podía ser ¿verdad? Oh dios, no podía ser lo que estaba imaginando, porque estaba segura que no era fácil sobrevivir al impacto que ella recibió. Por lo que solo le quedaba pensar que… de alguna mágica manera había entrado en la historia que supuestamente se iba a leer. Había leído en algún lado que eso era posible, el alma cuando se daba de baja en el cuerpo podía entrar en lo más cercano que estuviera del este. Que locura. Bueno, ella era una bruja, no era para sorprenderse mucho, la verdad. Estaba muy vieja para sorprenderse.
Con tantos pensamientos en la cabeza no podía descansar así que se incorporó de golpe, aunque eso le causó tanto dolor que se dobló hacia adelante. Al parecer ocupar un nuevo cuerpo fuera dentro o fuera de la novela que era lo que pensaba ella, necesitaba tiempo para que este se adaptara a la nueva alma.
-Luna, no debería esforzarse, usted acaba de volver de los brazos de la muerte y su condición no está bien-
No supo cómo, pero Lara creyó escuchar un deje de desprecio en esas palabras que parecían mera cortesía. La anterior dueña de este cuerpo al parecer no era muy bien recibida.
-Vuelva a recostarse- otra voz se escuchó, esta ni siquiera ocultaba su desagrado hacia su persona- Piense al menos en el cachorro dentro de usted, no sea egoísta por una vez en su vida-
Lara se quedó de hielo con una mueca en su rostro. Cachorro, había dicho cachorro. Que broma de mal gusto. Ella era virgen, al menos su cuerpo no se había mandado solo follándose al primer que pasara por delante de ella. Verdad, este no era su cuerpo original. Se palmeó la frente fuerte y hubo una exclamación colectiva ante su acción que ignoró.
Embarazada, que disparate, le estaban tomando el pelo no, pero al mirar hacia abajo y ver su vientre ligeramente inflamado un tic nervioso azotó su ojo.
-¿Esto?- preguntó casi atragantándose con su saliva.
-Eso, es su cachorro, ni siquiera puede guardar eso en tu cabeza- el que realmente la despreciaba habló poniendo sus manos sobre la cintura dura y estrecha de músculos sólidos- Bastante manipulas a nuestro alfa para que ahora te hagas la indiferente respecto al tema-
Cachorro, embarazo, preñada, panza hinchada y no de cerveza. No podía procesarlo. Ella en estado. No, no podía asimilarlo. Aquella era una idea descabellada, nunca le había pasado por la mente tener hijos. Para las brujas eso era una locura total.
Repasó las palabras una vez más entre la nebulosa de confusión e indignación.
-Tu alfa…-
-No te hagas la idiota, mi alfa, tu esposo, tu compañero, como quieras llamarlo-
-Es… poso. Compañero- repitió las palabras. Al menos estaba casada con un ¿lobo? por buscar una parte positiva. Pero espera ¿alfa? Oh dios, no podía creer que estuviera rodeada de bestias peludas. Esto se estaba poniendo aún más interesante.
-¿Dónde está tu alfa?- preguntó atropellando las palabras.
-¿Por qué quiere saberlo? Por tu culpa algunos de los miembros de la manada están siendo castigados, como si usted se mereciera tanta atención-
La paciencia de Lara se esfumó totalmente. En sus 31 años nunca, ni siquiera sus difuntos padres le habían hablado en ese tono y aquel lobo, porque si era una manada, ese era un lobo, parecía una pulga queriendo parecer más grande que el perro, y si a eso se le sumaba la ira por la indignación de su estado de estar embarazada, la palabra molesta se quedaba corta.
Ignorando todo dolor de su cuerpo cruzó las piernas por el borde de la cama y se incorporó utilizando toda su fuerza para no perder el equilibrio. La túnica que portaba encima de su cuerpo y que ocultaba su desnudez la acomodó como pudo en su nuevo cuerpo, pero aun así dejaba parte de la curva de sus pechos visible, así como sus piernas al momento de caminar, una mata espesa de cabello oscuro se deslizó a lo largo de su espalda hasta mediado de los muslos, demasiado largo e incómodo.
Lara caminó hacia aquel lobo que al reparar en él se dio cuenta que era joven, no debía tener muchos años, alto, con el cabello en una coleta alta que rozaba sus hombros, de rasgos fuertes y atractivos, sino fuera por su boca pudiera ser más guapo e interesarle. Se detuvo delante de él, que se había quedado extrañamente mudo, y alzó la cabeza con una mirada fría.
-Tu lengua venenosa es repugnante, si tu alfa es mi esposo, acaso no merezco el mismo respeto- lo vio fruncir el ceño al igual que quien estaba a su lado, una chica joven más baja que él que tenía el cabello suelto a la altura de la cintura de un color miel oscuro.
Lara giró su rostro hacia un lado entrecerrando los ojos, no acostumbraba a intimidad, no le gustaba que la tomaran como una persona opresiva, pero poner orden de vez en cuando venía bien.
-Cuida tu forma de dirigirte hacia mí, tu desprecio es bastante molesto, si no deseas cruzar caminos solo ignórame, ahora, llévame a donde está el alfa-
El joven lobo puso un rostro que estaba lejos de ser agradable, pero se contuvo sus palabras. La loba a su lado, en cambio le hizo una reverencia.
-Luna, por favor sígame yo le indicaré el camino.
Lara asintió con la cabeza y caminó entre los dos no sin antes escuchar como ella le decía al macho.
-Calma hermano, hemos lidiado con ella desde hace seis meses, solo se levantó hoy de peor carácter que otros días-
-Te juro que en cuanto dé a luz al hijo de mi alfa me encargaré yo mismo de ella y la expulsaré de la manada-
Lara volvió a ignorarlo. Ese chico destilaba odio hacia ella pero le faltarían algunos años más para poder ponerle un dedo encima. Ahora no podía enfocarse en él, tenía otros asuntos más importantes que atender.
Salió al pasillo caminando por donde le había indicado la loba que la seguía de cerca.
-Luna, su ropa, no es adecuado que se muestre así-
A Lara no le importó, solo estaba mostrando un poco de piel, que daño podría hacer, pero al percatarse de las miradas algo asombradas de algunas personas que pasaban por su lado que no era que tampoco estuvieran vestidas hasta el cuello, se dio cuenta que ella era todo un escándalo. Quizás porque era la esposa del alfa. No supo por qué pero eso no hizo cambiar de idea. No era como si fuera a cambiar su forma de ser. Las protas en las novelas solo resaltaban cuando eran fieles a sus creencias.
Al llegar ante una gran puerta donde supuestamente estaba su esposo, sin mediar consecuencias la abrió de golpe ingresando a una sala que podía pasar por estudio donde había al menos seis lobos peludos con las panzas y las cabezas pegadas en el suelo, delante de un escritorio bajo con una persona detrás. Lara pasó por entre ellos escuchando algunos gemidos de impresión y al llegar ante el mueble levantó una pierna desnuda y la puso sobre esta señalando su panza.
-Marido mío, que se supone que es esto que está dentro de mí-
Mathew Dominec, alfa de la Manada del Norte estaba tan molesto como preocupado. Alguien había atentado contra la vida de su actual esposa y compañera empujándola por la escalera abajo y aunque su relación con ella estuviera en un punto complicado seguía llevando en su vientre a su cachorro. Delante de él estaban con la panza en el suelo aquellos lobos que tenían que ver con el incidente, y la incertidumbre lo mataba. Su esposa acostumbraba a molestar e intimidar a los miembros de su manada utilizando su posición, y después él como alfa tenía que limpiar el desastre y manteniendo la reputación. Algo de lo que se estaba cansando, pero podía lidiar con ello, era su compañera, la mujer con quien había decidido estar el resto de su vida, después de todo. Sin embargo, nunca las cosas se habían ido a este extremo.Apretó sus manos intentando contenerse sintiendo sus garras comenzando a crecer y rompiendo la piel de sus palmas, aunque su rostro estaba sereno, no mostrando sus emociones. Su ro
Lara, durante todo el proceso no hizo ningún comentario, estaba absorta en el grácil movimiento de los músculos de los brazos y el pecho que se marcaban por debajo de la tela. Al finalizar su esposo dejó de caer una mano cerca de su estómago para luego retirarla como si tuviera miedo de tocarlo. Ahora delante de ella se dio cuenta que era un hombre súper alto. Más bien, un lobo súper alto.-Casi es hora- anunció y Lara no comprendió, pero un dolor la recorrió de pronto, tan fuerte que sus rodillas se doblaron sintiéndose terriblemente débil. Un extraño fuego comenzó a quemar en el interior de su estómago desplazándose hasta sus muslos y una hilera de saliva salió de sus dientes entreabiertos al contener un grito. Aquel lobo se arrodilló a su lado sosteniéndola de un brazo frunciendo el ceño.-Hay vamos de nuevo con la actuación- Byron dijo chasqueando la lenguaActuación mi culo, pensó Lara mientras su interior ardía y dolía hasta nublársele la vista. Algo se removía dentro de las ent
Si no fuera por el ardiente dolor de su estómago podría sentirse avergonzada de ser cargado como una damisela frágil, cuando ella no tenía ni un pelo de eso en su cuerpo, había aprendido a tener bastantes espuelas dado que en el mundo en que vivía «antes» siempre había encontrado aquellos que le gustaba cazar brujas, y vaya que tenían sus artimañas para lograr encontrarlas. Pero solo su mente pudo pensar cuando se encontró recostado en la cama donde había despertado, con las piernas abiertas y su supuesto esposo recostado entre ellas.Cualquiera que entrara y los viera podría pensar cualquier cosa obscena o que estuvieran a punto de hacerlas, más ella estaba intentando controlar el dolor y no sentirse asqueada con la túnica húmeda de sudor. Ya ni le quedaba fuerza para pelearle a aquel alfa, lobo, compañero, quien fuera para ella, al menos había tenido la decencia de cargarla y llevarla con cuidado a la habitación pesar de sus palabras fuertes de antes. Ella en su estado, no hubiera l
Lara frunció los labios y se giró dándoles la espalda. Una gota de sudor corrió por su rostro. Estaba en problemas, en verdaderos problemas ¿Cómo demonios era esta relación donde pedirle a tu esposo y compañero que te cambiara de ropa fuera algo tan fuera de lo común? Había visto centenares de películas de romance, porque, aunque no lo quisiera admitir era una romántica empedernida frustrada, y en ninguna de ellas la relación estaba algo parecida a lo que estaba viviendo ahora. Una pareja debía ser melosa al punto de dar asco, darse besos, tocarse hasta por gusto, verse sin ropas, y viendo en el estado en que ella estaba, la intimidad al menos si se daba, entonces ¿En qué se había equivocado?Inmersa en sus pensamientos no dio cuenta que ese tal esposo o al menos como debía llamarlo se había puesto a su espalda.-¿Estás segura que quieres que te cambie?- su voz sonó contra su nuca haciendo que la marca palpitara caliente.Lara pensó sus palabras dejando de lado la sensación que hizo q
Aquellos que alguna vez habían cometido el crimen de estrangular a alguien decía que era un sentimiento difícil de interpretar, rayaba entre lo prohibido y lo placentero, pero si había algo que era cierto era que la sensación de superioridad ante la víctima indefensa luchando por aire era algo gratificante. Y realmente lo fuera para Lara si al menos el rostro de su Marido mostrara, aunque sea una mueca de incomodidad ante el esfuerzo que él estaba teniendo que hacer para intentar hacerle algo. Aquello no era divertido. Toda la rabia se le desinfló.Lara chasqueó la lengua aflojando el agarre.-Marido mío ¿qué se supone que estás haciendo?- lo vio alzar una ceja dubitativa –tú debes luchar por liberarte de mí, sentir que te falta el aire, como ocurrió conmigo, no hacerte el alfa número uno del mundo. Le quitas toda la gracia a esto-Mathew no entendió muy bien sus palabras y frunció el ceño en consecuencia. El peso sobre su pecho se intensificó al su pareja echarse hacia delante y reco
Cuando Dyna regresó a la habitación de su alfa, no podía descifrar la escena sobre todo por la expresión desencajada de su hermano que tenía la boca abierta y miraba a la persona ante él como su fuera un bicho raro. Se acercó a él y le tocó el hombro llamando su atención.-¿Hermana, qué le pasó?- el lobo señaló con el dedo a Lara –Es alguien completamente diferente, podemos golpearla otra vez a ver si cambia para una mejor persona-Al oír estas palabras Lara le tiró un dátil con fuerza que le dio en la mejilla haciendo que soltara un chillido.-Oye, respétame, que aunque mi marido, tu alfa, no esté aquí, no quiere decir que puedes hablar lo que te viene en gana--Ves hermana, antes solo me ignoraba o me pegaba una bofetada cuando iba muy lejos, pero ahora hasta me responde- Byron hacía muecas con la cara.Dyna sobó su hombro, siempre entre los dos ella era el más razonable, la menos impulsiva, y la voz de la conciencia, esa era una de las razones por las que estaba bajo las órdenes de
Mathew pestañeó al menos tres veces antes de darse cuenta que la imagen delante de él era verdadera. Después de la prohibición por parte de su esposa, apenas si podía tocarla o besarla a menos que fuera en casos muy específicos, como estar enferma o porque ella misma se lo permitiera. Pero tenerla en su cama pidiendo dormir con él era algo que no se esperaba como estaba su relación.-Marido mío, acaso no me oíste, vamos a dormir juntos, tú y yo- Lara recalcó haciendo un puchero e imitando aquellos ojos que había visto que en las películas funcionaba. Aun así, el lobo se quedó quieto, con el libro en la mano, mirándola sin mostrar su verdadero asombro en su rostro.-¿Tanto me odias como para no quererme aquí?- Lara se hizo la víctima, sabía que eso podría funcionar para después hacerse el indignada –Está bien, por mi parte no queda, y yo que quería ser una buena esposa y arreglarme contigo, pero si no me quieres a tú lado, no se puede hacer nada-Hizo el indicio de levantarse cuando un
Mathew se despertó como siempre temprano, era el alfa de una poderosa manada por lo que tenía demasiadas responsabilidades que atender y tenía contados los días en los que podía tomarse el tiempo libre. Extrañamente sintió una presión en su cintura y levantó la sábana para ver un brazo blanco y delgado abrazándola, pegándolo al cuerpo que se hallaba en su espalda, así como una pierna que se enredaba entre las de él, de manera muy íntima.Con cuidado de no despertarla se giró y halló a su compañera totalmente dormida y con una sonrisa de satisfacción contra su espalda. Parecía que se hallaba realmente cómoda contra él. Quizás era por su olor corporal o feromonas que, aunque ella no fuera una loba, estaba enlazada con él por lo que podía sentirlas. Mathew se quedó por un momento admirando aquel rostro del que estaba locamente enamorado. Hasta cuando duraría esto era algo que no podía adivinar.Su esposa era alguien que le gustaba el sexo, no importara, el tipo, el lugar o el tiempo que