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Renacer.
Renacer.
Por: Cristina López
1 Segunda vida.

Cuatro mujeres, que sufrieron en manos de quienes amaban, sus parejas, familia o amigas, creyeron encontrar el amor verdadero, o estar salvando a quienes amaban, pero lo único que encontraron fue la muerte en manos de quienes más confiaban y querían.

Fue tan grande su dolor y lamento, que el universo mismo las escuchó, y les concedió una nueva vida, renacieron para ser Hadas ¿o solo renacieron para saber lo que es el verdadero amor?

En algún rincón del mundo, existe un lugar realmente mágico, donde no solo ellas tienen una nueva oportunidad. Bajo la imagen de Orfanato Bigarren Bizitza, que significa segunda vida, se ocultan las encargadas de guiar y ayudar a quienes tienen una nueva oportunidad. 

Fue allí donde estas cuatro mujeres simplemente aparecieron, cada elemento natural les dio su segunda vida, según como murieron, ellas nacieron, así como el fénix, estas jóvenes renacieron de su mismo dolor, el mismo día, a la misma hora.

La hermana Leticia quien estaba en la orilla del río vio emerger del mismo a una niña, apenas una bebé, sumamente blanca como la nieve de los polos, de ojos celestes como el mar más profundo, como jamás nadie había visto, su cabello tan rubio que casi parecía blanco.

— Yara Meyer, te concedo este nombre, tú sangre esta tan fría mi niña y la pena se refleja en tus ojos, tú serás el hada del agua, sé que entiendes lo que digo, y lamento lo que te sucedió, pero ahora todo estará bien. — La pequeña niña la miraba muy atenta mientras una lagrima rodaba por su mejilla, dejando en claro que entendía perfectamente lo que le había sucedido.

Un poco más lejos la hermana Manuela, veía como un torbellino traía en el a una pequeña bebé, de piel rosada como cerezo en flor, mejillas y nariz diminutas bañadas de pecas, con cabello tan rojo como los crisantemos y su rostro denotaba espanto.

— Nasima Walsh, es tu nuevo nombre, no tienes nada que temer, tú voz jamás quedará nuevamente en silencio, tú serás el hada del aire. — La pequeña que hasta ese momento estaba gritando se calló de inmediato, y la observo resignada.

En el otro extremo, la hermana Carol que estaba arreglando las rosas del jardín, observó como la hierba y la tierra se removía y de ella surgía una bebé, blanca como el marfil, de mejillas rosadas como las mismas rosas que la rodeaban, cabello ondeado y castaño, la observaba con desesperación. 

— Avani Vlanchos, con este nombre te conocerán a partir de hoy, puedes estar tranquila pequeña, desde este momento, el mundo entero temblará si alguien trata de dañarte nuevamente, tú serás el hada de la tierra, y la vida crecerá con cada paso que des. — La pequeña castaña le mostro una sonrisa, entendió a la perfección, que ya no habría más dolor.

Pero había algo más, algo que no pasaba muy seguido y que ninguna de las hermanas de aquel lugar estaba deseosa de ver, pero lamentablemente pasó, ante los ojos de la hermana Raquel un rayo cayó en el árbol más grande y viejo de aquel místico lugar, y mientras las llamas se extendían como lenguas devorando aquel roble, la cuarta bebé apareció. 

Su piel de color crema estaba manchada por las cenizas, su cabello era lacio y negro como el mismo carbón, tan negro como sus ojos que miraban con dolor, sufrimiento, agonía y rencor.

— Kenna Ahmed, te nombraremos, sé que tú dolor es inexplicable y lo lamento tanto, pero a partir de hoy, tendrás el don de hacer arder todo cuanto quieras, no solo para destruir, sino para que de las cenizas surja la vida, tú serás el hada del fuego y quien ose a tocarte para dañarte, arderá sin piedad. — de todas las bebés que aparecieron aquel día, Kenna fue la única que se mantuvo inmóvil, solo respirando, sin lágrimas, ni llanto y mucho menos sonrisas, el fuego aun ardía en sus ojos, el fuego de justicia y deseos de venganza.

Las hermanas fueron las encargadas de darle un nuevo nombre a esas cuatro niñas, que compartieron la muerte, un mismo día, a una misma hora, separadas por miles de kilómetros, pero unidas por el mismo destino y ahora juntas al renacer en un mismo lugar, se hicieron inseparables, se consideraban hermanas de sangre aunque no era el caso, pero a pesar de que se les otorgó un nuevo nombre, se les enseñó a utilizar su poder, y se las instruyo para ser hadas, no pudieron olvidar sus vidas pasadas, como así también quienes las traicionaron, por más años que pasaron.

— ¿Por qué no tenemos alas si somos hadas? — pregunto curiosa la pequeña rubia.

— Yara, ya se los eh explicado, tienen que pasar varias pruebas, la más importante será cuando cumplan 18 años, alguien vendrá a solicitar ayuda, ustedes partirán con él o ella, por un año, si pueden cambiar ... mejor dicho, si su ayuda es útil para ellos, decidirán si quieren ser hadas o vivir como humanas una vez más.  — explico la hermana Carol con una gran paciencia.

— ¿Como sabes que alguien vendrá a pedir ayuda? ¿Es como cuando supieron que nosotras llegaríamos? — la pelirroja rara vez guardaba silencio, no estaba en su ser estar callada.

— Siempre viene alguien por ayuda, Nasima, aunque claro que nunca nos pasó recibir a cuatro niñas un mismo día, pero... creo que eso se debe a que hay mucha maldad en el mundo, demasiada.  — Y Carol no se equivocaba, sentía como la humanidad cada vez era más oscura.

— No sé porque tenemos que decidir ser humanas o hadas, ya fui humana y no me gustaría serlo de nuevo. — a la castaña le aterraba el mundo exterior, solo en el orfanato junto a sus amigas se sentía segura.

— Tienes razón Avani, esa sería la decisión más fácil de todas. — agrego la pelinegra, tan seria como siempre.

— ¿A qué te refieres Kenna? — pregunto la tutora de las jóvenes.

—Vivir como humana unos cuantos años y dejar que te lastimen nuevamente, para luego morir de forma dolorosa, o vivir eternamente en el bosque junto con mis tres amigas, mejor dicho, hermanas, Obviamente elegirías ser un hada.  — Y así podría buscar venganza, pensó por dentro, mas no lo dijo, el interior de Kenna estaba en llamas desde el día que renació.

— Sí, claro, eso dicen todas. Ahora vamos, sigamos practicando. — La hermana Carol sabia mejor que nadie, que el amor te puede hacer cambiar de parecer incluso al corazón más herido.

Y así la hermana terminó la charla, durante estos años se había encariñado con esas bebés, que ahora eran jóvenes a punto de cumplir 18 años, pero ella sabía bien que donde manda el corazón no hay mucha decisión que tomar. Y que hay heridas que solo el amor puede curar.

La Familia Petrov:

Los señores Vladimir y Victoria Petrov son un matrimonio muy respetado, no solo por tener títulos de la realeza, sino porque son dueños de un gran imperio empresarial, que va desde programas de televisión, editoriales, tecnología, ropa y demás, piensa en un negocio y si ellos no son los dueños, seguro tienen acciones, son los únicos que igualan a la gran familia Bach, por lo menos en el lado legal de lo que a poder se refiere.

A lo largo de sus 30 años de casado, tuvieron cuatro hijos, Igor el mayor de 25 años, Yannick de 23 años, Kilian de 21 años y Milos de 19 años, a los cuales criaron de una forma cariñosa y responsable, ¿qué fue lo que sucedió con ellos a lo largo de los años?, no lo saben, lo que sí saben es que son un completo desastre, cansados y frustrado, deciden tomarse unas largas vacaciones, un año recorriendo el mundo juntos para reactivar la llama de amor, pero tienen un problema, no confían en dejar a sus hijos solos, por empezar se llevan mal, cada almuerzo o cena se convierte en una lucha campal, además del carácter que posee cada uno y que siempre terminan en problemas o negocios perdidos.

Un mes antes de su viaje, como por arte de magia, apareció un sobre en el buzón de correo, lo primero que vieron en el fue ORFANATO Bigarren Bizitza. Con curiosidad lo abrieron, ya que estaba dirigido a ellos.

Adentro había una carta acompañada de cuatro fotos.

Estimados señores Petrov:

Me dirijo a ustedes con el fin de agradecer su colaboración anual a este humilde Orfanato, y para informarles que ya no es necesario seguir enviando dicha ayuda, las cuatro niñas que se beneficiaron de su aporte, dejarán el orfanato el mes entrante, al cumplir 18 años, confiamos en Dios para que encuentren un buen trabajo en tan corto tiempo.

Quiero que sepan que, gracias a ustedes, las jóvenes se han podido instruir y hablan diferentes idiomas, saben cocinar, como así también tienen varios títulos a pesar de tan corta edad, estamos orgullosas de su inteligencia y lo sabemos ya que las hemos instruidos nosotras.

Confiarnos en que puedan ayudar a otras personas que lo necesiten en el futuro, como ustedes las ayudaron a ellas.

Atentamente, hermana Leticia.

Directora del orfanato Bigarren Bizitza.

— ¿Enviamos dinero a un orfanato? — pregunto el señor Vladimir, mientras arreglaba su rubio cabello.

— Si cariño, yo me ocupo de ello. — le respondió la peli negra que tenia de esposa.

— ¿Desde cuándo? — indago curioso.

— ¿Recuerdas el día que el chófer chocó cuando llevaba a los niños a la empresa y comenzaron a pelear y llorar, distrayendo al pobre de Jacobo? — rememoro la señora Petrov.

— Sí, el día más terrorífico de mi vida, sentía que no llegaba más al hospital, aunque cuando llegué y te vi tan golpeada, me asusté aún más en solo pensar que le pudo pasar algo a nuestros hijos. — recordó aun temblando el mayor.

— Sí, fue una desgracia con suerte, eran tan pequeños. — se lamentó una vez más su esposa.

— Eso fue hace 18 años, si mal no recuerdo.

— Sí, ese día mientras te esperaba, pasó una hermana pidiendo ayuda para su orfanato, habían llegado cuatro pequeñas en busca de un hogar, pensé en mis niños y no pude evitar ayudarlas, y mira... aquí esta nuestra recompensa, cuatro hermosas jóvenes, se ve que son muy interesantes y educadas, con solo ver el brillo de sus ojos te das cuenta de ello. 

— Están buscando trabajo, deben dejar el orfanato.  — reflexiono angustiado el patriarca de la familia.

— Sí, no me imagino lo que debe ser vivir sin padres. — se lamentó Victoria.

— Espera.

— ¿Qué?

— ¡Eso es! las cuatro se criaron juntas, deben quererse como hermanas, ¿verdad?

— Supongo, ¿eso que tiene que ver Vladimir?

— Las contrataremos por un año para que cuiden de nuestros hijos. — respondió mostrando su blanca sonrisa.

— Cariño, creo que debemos ir al médico, por si lo olvidas nuestro hijo menor tiene 19 años, no creo que quieran niñeras. — Lo observo con preocupación su esposa.

— No, claro que no, ¡escucha!, esos muchachos se llevan peor que perros y gatos, tú sabes muy bien todos los problemas que nos acarrean cada vez que tienen que hacer algún negocio o algo.

— Lo sé perfectamente, a veces me pregunto ¿en qué fallamos?

— Ellas se criaron juntas sin padres, deben ser unidas, y son inteligentes, las podemos contratar para que ayuden a nuestros hijos, quizás viendo su unión a pesar de no tener dinero, ni padres...

— ¡Las jóvenes solo se tienen mutuamente!  ¡Si! puede funcionar.

Con esa esperanza el matrimonio contacto al orfanato y se dieron a la tarea de hacer un acuerdo, un contrato que sus hijos tendrían que firmar y cumplir, ellos le designarían una asistente personal a cada uno, la cual no podían ignorar, fuera, cual fuera el lugar que ellos tuvieran que asistir, la joven que les designen debía acompañarlo, si no se sentían cómodos, podían cambiar de muchacha, las debían tratar con respeto y asegurar su bienestar en todo sentido, caso contrario serían desheredados. 

Todo lo que sucedió hasta ese momento estaba escrito, lo único que quedaba en blanco, era el año que estos jóvenes estarían juntos y la decisión que ellas tomaran.

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