Quisiera decir que logro reponerme rápidamente y que las palabras de Lucas no me afectaron en absoluto, pero la realidad dista mucho y es que mi ansiedad crece por momentos, los mil pensamientos hieren en mi mente y la necesidad de inhalar la mierda que sea, aumenta con cada segundo que pasa.Maldito sea Lucas, maldito sea el momento que eligió para confesar. Maldita sea yo que me dejo afectar por algo que deseé escuchar mucho tiempo atrás. Me recargo en una pared al doblar un pasillo y me doy un par de segundos para reponerme. Respiro lento y profundo, me obligo a pensar en cualquier cosa excepto lo ocurrido hace unos minutos. No siento emoción ni esperanza, es una seca ira que me grita que prefería jamás enterarme de la verdad.Instintivamente, busco la esencia de Arlen, me dejo invadir por ese color blanco y puro, por una sensación de tranquilidad, de seguridad y…—Oh, linda monterita.—¡Hijo de perra!Saúd aparece demasiado cerca de mí y me saca un susto de mierda. Mi cabeza punza
Saúd no me deja en paz hasta que lo mando a volar, su presencia puede volverse molesta por momentos y aunque soy consciente de que necesito distracción por toda la mierda de Lucas, no logro soportarlo por mucho tiempo.Definitivamente no esperaba que sacara a colación el nombre del montero legendario de mi especie, así que sigo impresionada, ¿Cómo lo supo? Alguien debió de decirle y ahora sé que no se trató de un montero. Me debato entre avisarle a Ivonne o buscar información por mi cuenta, por un momento medito la idea de acudir a Xiwtekuhtli, pero logro desecharla antes de que cobre fuerza y se convierta en un molesto mosco en mi cabeza.Desde que se realizó la alianza con los místicos, cada quién tiene afinidad por alguien más, algo normal incluso entre humanos. Arlen siempre ha ido por su cuenta, Xiwtekuhtli también. Lilian y Ragnar no son la pareja del año, pero parece que se apoyan mutuamente, imagino que tiene que ver con el tema de los golpes de estado de sus razas. Saúd está
Llevo cerca de dos horas tratando de dar con el cuerpo de Humberto, sabía que no sería sencillo porque la esencia de alguien desaparece en cuanto este muere, ya no hay energía, entonces ya no hay esencia, pero tenía esperanzas vagas que definitivamente mueren en este momento.El cementerio no es lúgubre y tétrico como en las películas o incluso en la vida real, es un lugar hermoso y decorado que pareciera una maldita celebración. Y no encuentro la tumba de Humberto. Igual me pasa por la cabeza tomar algo de papá, quisiera ver lo más que pudiera de Ziva, saber cómo lo mató y si al menos le dio chance de decir algo.Pero lo cremaron.Aquella vez no estaba en condiciones de reclamar, pues mi cuerpo controlaba mi mente y solo pensaba en meterme cualquier porquería, de preferencia heroína. Después ocurrió lo de las pruebas cuando aún me recuperaba del síndrome de abstinencia y mi vida dio un giro que volteó mi mundo de cabeza. Por supuesto que me valió un comino si cremaban el cuerpo de pa
Si algo tengo seguro, es que no seré la primera en atacar, pues ellos son depredadores por naturaleza, sabrán esperarme, prefiero hacerlos perder la paciencia. Los segundos me parecen eternos, los veo girar a mi alrededor y sé que en cualquier momento voy a perder de vista a alguno. El de enfrente me gruñe y escucho al de atrás tomar impulso y saltar. Me giro a tiempo para lanzar una estocada que por poco le da en la pata, él no me hace ni un rasguño. El otro salta me rasguña el brazo. El dolor que siento es más de lo que creí por un rasguño, suelto un grito y noto la piel herida evaporarse.Hijos de perra, tienen veneno en las tenazas, no estoy vestida para la ocasión.La piel humea y escoce, pero esquivo a los monstruos y lanzo estocadas. Atino a darle a uno en el estómago justo cuando se lanza de lleno a mi rostro. El aullido que suelta me saca una sonrisa y aprovecho mis energías y motivación renovadas para lanzarme contra el otro. Este gruñe y trata de lastimarme con las tenazas,
Los primeros en encontrarme son los hurones gigantes. Son tres y si bien no son horribles y grotescos como la gran mayoría, sí me sacan un susto de muerte.—Hey —digo en tono alivianado—. Qué gusto, ando buscando a Arepo, su líder, ya saben el de…Uno de los hurones se desgañita y se lanza hacia mí, apenas me da tiempo de cubrirme el rostro, pero entonces la criatura es lanzada hacia atrás. No muere, pero seguro el golpe le dolió.—Lo reto a un duelo —me aclaro la garganta—. Vengo en representación de Ragnar.Los otros dos hurones olfatean a su amigo que se recobra poco a poco, uno de ellos me mira con curiosidad y se acerca a mí, precavido.—La eligió —dice uno con voz sumamente chillona—. Tiene su marca.Mira hacia la herida… Hacia donde estaba la herida que me hizo uno de los tigres ¿Qué chingados? ¿La saliva de los guerreros monstruo también tiene poderes curativos? Tal vez solo es por el tema de que me eligió para representarlo o algo así.—Entonces…Abren la boca y emiten un son
A la novena herida, la cantidad de sangre que he perdido es demasiada. El charco de sangre fresca debajo de mí desprende un aroma metálico que me provoca náuseas. En parte me ayuda a mantener la cabeza clara, pues es tan penetrante, que resulta molesto. El conejo se separa de mí, el dolor al sacar mi puñal de mi clavícula es agónico, el sonido que hace al desprenderse de músculo y piel me provoca náuseas.La mantis religiosa mutante exprime más del jugo ese y siento a mi cuerpo arder. Ya ni tengo fuerzas para gritar.Hace rato que los guerreros monstruo iniciaron una melodía de guerra, sus gritos se unieron entre cánticos que lejos de darme motivación, me arrullan. Los ojos se me cierran, apenas puedo moverme y mirar de frente me provoca un esfuerzo sobrehumano. El conejo no se ve mejor que yo, está empapado en sangre, de pies a cabeza su pelaje blanco ahora es rojo y gotea rítmicamente.Estamos frente a frente, la mirada cansada de Arepo recorre mi cuerpo mientras se deja caer pesada
La sensación recorre la totalidad de mi cuerpo mientras intento no entrar en pánico. Arlen nota que algo me ocurre, pues da un paso hacia mí, pero alzo una mano para darle a entender que necesito espacio mientras retrocedo otro paso. Me concentro en respirar y mentalizarme de que este dolor no es mío, que el sentimiento proviene del loco dragón y sus tonterías. No, sentimiento no, la emoción. Ellos no tienen sentimientos.Y la dura pedrada de la realidad me cae de golpe en el estómago.—Viviana Munguía —Ivonne se acerca con cinco monteros armados hasta los dientes—. Es hora de cumplir lo pactado.Concentrarme en algo más que no sea el hechicero es el antídoto perfecto para el enojo o furia o lo que sea que sintió Xiw, pues de pronto se evapora la sensación y recupero la compostura.—Sí, vamos.Como una persona grosera y cobarde ignoro a Arlen quien me observa visiblemente preocupado, pero agradezco que no se entrometa y no pregunte. Desecho la necesidad de voltear a verlo una vez más
Por un instante pienso que se soltará a reír, pero los segundos pasan y sigue con el semblante serio y, gracias a los cambios de luz en las flores, sombrío.Para nosotros, Estordes ha sido la leyenda y el máximo exponente de los monteros. Los nombres de los grandes guerreros se han ido olvidando con el tiempo, pero él es el que prevalecerá para siempre. Y te lo pintan como un humano feroz, inteligente, letal y poderoso; es el ejemplo que seguir. Y se nos olvida que, al fin y al cabo, fue un humano con todos los defectos que nosotros pudiéramos tener. Claro que se sentía triste, se alegraba, se enojaba y… Se enamoraba. El pensamiento no se puede procesar bien en mi mente.Y ahora me asalta un pensamiento mucho peor, sobre todo porque me siento tan identificada.—¿De quién?La montera aparta la mirada y pasea entre las mesas y documentos.—Es lo que quisiéramos saber.Pero todo en mí grita que debió de ser de un místico, si no, ¿qué sentido tendría vivir en plano astral?—Debe de ser de