Los primeros en encontrarme son los hurones gigantes. Son tres y si bien no son horribles y grotescos como la gran mayoría, sí me sacan un susto de muerte.—Hey —digo en tono alivianado—. Qué gusto, ando buscando a Arepo, su líder, ya saben el de…Uno de los hurones se desgañita y se lanza hacia mí, apenas me da tiempo de cubrirme el rostro, pero entonces la criatura es lanzada hacia atrás. No muere, pero seguro el golpe le dolió.—Lo reto a un duelo —me aclaro la garganta—. Vengo en representación de Ragnar.Los otros dos hurones olfatean a su amigo que se recobra poco a poco, uno de ellos me mira con curiosidad y se acerca a mí, precavido.—La eligió —dice uno con voz sumamente chillona—. Tiene su marca.Mira hacia la herida… Hacia donde estaba la herida que me hizo uno de los tigres ¿Qué chingados? ¿La saliva de los guerreros monstruo también tiene poderes curativos? Tal vez solo es por el tema de que me eligió para representarlo o algo así.—Entonces…Abren la boca y emiten un son
A la novena herida, la cantidad de sangre que he perdido es demasiada. El charco de sangre fresca debajo de mí desprende un aroma metálico que me provoca náuseas. En parte me ayuda a mantener la cabeza clara, pues es tan penetrante, que resulta molesto. El conejo se separa de mí, el dolor al sacar mi puñal de mi clavícula es agónico, el sonido que hace al desprenderse de músculo y piel me provoca náuseas.La mantis religiosa mutante exprime más del jugo ese y siento a mi cuerpo arder. Ya ni tengo fuerzas para gritar.Hace rato que los guerreros monstruo iniciaron una melodía de guerra, sus gritos se unieron entre cánticos que lejos de darme motivación, me arrullan. Los ojos se me cierran, apenas puedo moverme y mirar de frente me provoca un esfuerzo sobrehumano. El conejo no se ve mejor que yo, está empapado en sangre, de pies a cabeza su pelaje blanco ahora es rojo y gotea rítmicamente.Estamos frente a frente, la mirada cansada de Arepo recorre mi cuerpo mientras se deja caer pesada
La sensación recorre la totalidad de mi cuerpo mientras intento no entrar en pánico. Arlen nota que algo me ocurre, pues da un paso hacia mí, pero alzo una mano para darle a entender que necesito espacio mientras retrocedo otro paso. Me concentro en respirar y mentalizarme de que este dolor no es mío, que el sentimiento proviene del loco dragón y sus tonterías. No, sentimiento no, la emoción. Ellos no tienen sentimientos.Y la dura pedrada de la realidad me cae de golpe en el estómago.—Viviana Munguía —Ivonne se acerca con cinco monteros armados hasta los dientes—. Es hora de cumplir lo pactado.Concentrarme en algo más que no sea el hechicero es el antídoto perfecto para el enojo o furia o lo que sea que sintió Xiw, pues de pronto se evapora la sensación y recupero la compostura.—Sí, vamos.Como una persona grosera y cobarde ignoro a Arlen quien me observa visiblemente preocupado, pero agradezco que no se entrometa y no pregunte. Desecho la necesidad de voltear a verlo una vez más
Por un instante pienso que se soltará a reír, pero los segundos pasan y sigue con el semblante serio y, gracias a los cambios de luz en las flores, sombrío.Para nosotros, Estordes ha sido la leyenda y el máximo exponente de los monteros. Los nombres de los grandes guerreros se han ido olvidando con el tiempo, pero él es el que prevalecerá para siempre. Y te lo pintan como un humano feroz, inteligente, letal y poderoso; es el ejemplo que seguir. Y se nos olvida que, al fin y al cabo, fue un humano con todos los defectos que nosotros pudiéramos tener. Claro que se sentía triste, se alegraba, se enojaba y… Se enamoraba. El pensamiento no se puede procesar bien en mi mente.Y ahora me asalta un pensamiento mucho peor, sobre todo porque me siento tan identificada.—¿De quién?La montera aparta la mirada y pasea entre las mesas y documentos.—Es lo que quisiéramos saber.Pero todo en mí grita que debió de ser de un místico, si no, ¿qué sentido tendría vivir en plano astral?—Debe de ser de
—Gracias por la ayuda —su mirada no se aparta de mí—. Arepo no supo ni cómo perdió la cabeza.—Quería darte más fuerza —sisea—. No me dejaste entrar.No logro distinguir si está enojado o simplemente le resulta increíble de creer porque todos siempre hacen lo que él ordena. Trato de sentir algo con la conexión, pero lo único que encuentro es una urgente lujuria que amenaza con hacerme perder el control. Dentro de mí, deseo que se cure y no solo por el hecho de que nos meteremos a la boca del lobo en el laberinto de Betsabé, si no porque no quiero que corra peligro. Nada de peligro.—Digamos que necesitaba probarme —me encojo de hombros—. El reto era demasiado tentador como para no permitirme ganar.De solo recordar el dolor, la sensación de quedarme dormida y ese deseo de morir para dejar de sufrir, me recorre un escalofrío.Ante mi repentino temblor, Xiwtekuhtli mira mi mano y extiende la suya para acariciarme. Ante el simple roce, mi cuerpo entero reacciona. Cierro los ojos para ent
Ya decía yo que caer directamente en la selva junto a la bella casa de la bruja Erenis era pedir demasiado, pero al menos esperaba caer en la selva, no terminar en medio de la nada entre arena y un calor de mierda.El sol me pega fuertemente, sé que en plano astral se siente más frío que en el plano terrenal, pero esto es casi el infierno. Entre esto y la habitación de Xiwtekuhtli, creo que prefiero la seguridad del castillo.Mi rostro está lleno de arena dado que aterricé de cara y mi mejilla se llevó la peor parte, me aseguro de cerrar bien los labios mientras me sacudo cualquier grano de arena que pudiera meterse en mi boca. Tal y como todo en plano astral, es parecido al plano terrenal, pero con diferencias bastante visibles y sensibles. Frente a mí hay un gran cactus el cual parece haber crecido en el corazón de Chernobil. Sus espinas están retorcidas y su punta se ve tan filosa, que cualquier empujón podría culminar en un empalamiento. El verde es tan fluorescente, que parece ra
Aterrizar en la selva es mucho más elegante que en el desierto.Esta vez no salgo volando, no aterrizo frente a un cactus mutante y no hay sol cuyos rayos deslumbrar, pero no dan un calor acogedor. Mi mano sigue firme sobre la de Arlen y a pesar del desequilibrio inicial, puedo fingir que ni siquiera tropiezo.En el mundo terrenal, el calor húmedo podría sofocarme a tal punto de hacerme jadear con cada paso, sin embargo, a pesar del sol y de la humedad, no se siente calor, más bien es un clima templado que ni siquiera me hace sudar.No hay ruido, casi parece que caminamos dentro de un cuadro, pues debería haber zumbidos de mosquitos, roces de animales con las plantas y algunos chapoteos en el grueso río. Pero esto está tan muerto como un cuadro. El silencio me da escalofríos. Nuestros pasos deberían resonar, pero los roces de los zapatos con el fango son imperceptibles.Y entonces lo entiendo: Nada en este plano es normal para mí, cada ecosistema, aunque parecido, va a tener diferenci
Se está regocijando con mi miedo y mi deseo, noto el brillo engreído en su mirada y su sonrisa peligrosa se ensancha. Me doy diez segundos para darle gracias a quien sea que haya creado el mundo y el universo de que fuera Xiwtekuhtli el campeón dragón y no este tipo porque de haber sido este, jamás habría podido hacerle frente y seguramente estaría esclavizada en su cama… O esclavizada en mi propia cama.Trago saliva y alzo la mano en un intento de darle a entender con un gesto que no quiero que se acerque más, pero él lo ignora e incluso alza su mano para juntar su palma con la mía. Santo infierno de mierda, el placer que siento es tal que no puedo evitar gemir y dejar todas mis barreras caer. Maldita sea.El dragón se acerca un poco más hasta que su cuerpo se amolda frente al mío, su barbilla acaricia mi cabello y me siento estremecer. Oh, es tan diferente estremecerse debido a un dragón que debido a un espectro. Siento su cuerpo rozar con el mío en puntos específicos que encienden