—Pero yo quiero luchar por ti.— replicó una vez más el pequeño.
—Tienes una función muy importante, estoy confiando en ti para que protejas a mi madre.—abroché su cinturón de seguridad y cerré la puerta del coche pese a que no parecía muy convencido.
—No me gusta nada esto, Reika.— repitió mi madre. Era comprensible, a nadie le gusta saber que su hija está gravemente introducida en una guerra de seres sobrehumanos, ni siquiera a una madre que llevaba ausente toda mi vida.
La miré a los ojos, a mí tampoco me gustaba pero me esforcé en mostrarme seria y preparada. Di un paso atrás y dos palmaditas sobre la carrocería del coche, como indicando a los caballos que comenzasen su camino.
Asena se colocó a mi lado y las dos nos quedamos viendo el vehículo alejarse, iban de camino a Portugal, pensé que lo más seguro para ellos era alejarse de nosotros al menos hasta que la cosa estuviese más calmada.
—Es increíble; la última vez que te vi estabas feliz con tu cuarteto amoroso, estudiando para