—¿Está todo bien? Estás muy callado —la voz de Antonella lo atrajo a la realidad. —Lo siento, pelirroja, estaba distraído. —Puedo verlo. —Todo esto es una locura, hace poco más de una semana no tenía ningún familiar y ahora tengo padres y dos hermanas. —Sí, es impresionante. —Hace mucho que había aceptado que no tenía familia —ella tomó su mano y le dio un apretón— aunque ya me reuní con ellos la primera vez, no puedo evitar sentirme nervioso. —Entiendo, yo también estoy muy nerviosa ¿Y si no les agrado a tu familia? Maurizio iba conduciendo camino a casa de su madre, aunque ella y su hermana vivían en otra ciudad, su padre las había traído para que pudieran reunirse con él. Miró un segundo a Antonella, tomó su mano, se la llevó a sus labios y depositó un beso en su dorso. —Por supuesto que te amarán. Mi madre estaba contenta cuando le hablé de ti —ella sonrió y el hizo lo mismo. Se sentía tan bien que él le hablara a su familia de ella en su primer día de conocerlos—. Se senti
—Sí, muy hermosa —musitó Franco— la recuerdo —ella giró su cabeza para verlo— la última vez que la vi fue cuando cumplí ocho años ¿recuerdas aquellos juguetes en mi habitación? eran unos soldados con armas y tanques…—Lo recuerdo.—Tu madre me los dio de regalo ese día.—Nunca me hablaste de eso.—No sabía si te lastimaría.—Desde entonces ya te preocupabas por mí.—Supongo que sí ¿nos vamos? —ella asintió, él se colocó de pie para luego ayudarla a ella a levantarse.—Deberías llamar a tus padres —propuso ella cuando entraron a la casa. Sabía que desde que había abordado aquel avión rumbo a Corea, no había hablado con nadie de su familia.—Está bien, lo haré.—Yo llamaré a casa y a Fiorella, debe estar preocupada por mí —Amanda fue a la habitación y Franco se quedó en la sala. Ella tomó su laptop e hizo una video llamada.—¡Gracias al cielo, estás viva! —su amiga la recibió con una sonrisa en cuanto contestó su llamada.—Lo estoy.—Me tenías preocupada, dijiste que serían solo un par
Aquellos dos días que habían planeado se convirtieron en tres, luego en cinco y ahora ya tenían dos semanas en aquel bello y tranquilo lugar. Se habían dado una escapada el fin de semana a un pueblo cercano a orillas de la costa, disfrutaron de cada pequeño detalle, desde las deliciosas comidas; hasta los recorridos por el pueblo y sus actividades.Amanda estaba sentada en los escalones de la parte trasera de la casa, mientras observaba a Franco entrenar con los otros guardaespaldas sobre una lona. En los últimos días habían adoptado la costumbre de enfrentarse entre ellos a esa hora del día, además de levantar pesas. Al principio le había parecido una locura, pero luego entendió que ellos necesitaban estar activos para mantenerse en forma o talvez eran sus instintos competidores de saber quién era el más fuerte.—Levántate soldado —gritó ella cuando Franco cayó al suelo mientras peleaba con «La roca» no perdón, era Benedetto. Franco se levantó hizo un movimiento que no sabía que era
Franco tomó asiento al lado de ella, del otro lado se sentó Dae-Hyun, frente a ella su tío y al lado de este, Dong-Sun.—Lo siento, no sabía que era contigo con quien nos reuniríamos —le susurró Dae-Hyun, mientras su padre y Choi hacían sus pedidos al camarero.—Está bien —ella intentó no darle tanta importancia al asunto.—¿Y a qué se dedica tu… prometido? —le preguntó en coreano su tío.—Podría pregúntaselo a él —respondió ella. Choi dirigió la mirada a Franco y le hizo la pregunta en italiano.—Soy exmilitar —dijo con orgullo— actualmente trabajo como guardaespaldas —Choi la miró a ella con una sonrisa que no le agradó ni un poco.—¿Estás segura que esto… —miró a Franco— …es lo que quieres? Podrías tener a alguien más para que te ayude con tu compañía ¿Tu padre está de acuerdo? —Esta vez habló en coreano y Franco no entendió ni una palabra.—Señor Choi —intervino Dae-Hyun— no creo que deba…—Está bien —lo interrumpió Amanda, ella podía defenderse sola.—En primer lugar, tío, no nec
Entró a la habitación miró que sus maletas ya estaban listas, pero no miró a Amanda por ningún lado, escuchó ruidos en el baño y supuso que ella estaba ahí. Le dio un momento a que saliera, pero pasaron algunos minutos y no salió.—¿Está todo bien? —preguntó Franco desde afuera del baño.—Salgo en seguida —contestó ella. Él se relajó y esperó. Como ella dijo no había pasado ni un minuto cuando salió. Franco no dudó en tomarla en sus brazos.—¿Estas bien? —peguntó mientras la analizaba, no le pasó desapercibido el cansancio en su rostro y su piel más pálida de lo normal.—Lo estoy, deja de preocuparte por nada.Él la besó.—Eres mi vida ahora, entiende que no puedo evitar preocuparme por ti —ella sonrió antes de tomar su rostro también y besarlo.—Te Amo, Franco Ferri.—Yo te amo más, Amanda Viena —volvió a besarla— aún faltan un par de horas para irnos, ven descansa un poco. —La llevó hasta la cama. Ella tiró de él para que se sentara a su lado.—Estaba pensando en… si tú y yo… —musit
Franco miró la tarjeta en su mano, la guardó en su bolsillo para luego mirar a Amanda caminar y sentarse en el sofá con la mirada perdida y sumida en sus pensamientos, se acercó colocándose de cuclillas frente a ella, tomó sus manos y llamó su atención.—Cariño, no tienes de qué preocuparte en menos de una hora nos iremos.—Lo sé, es solo que aun no comprendo porque Choi tiene que actuar así, digo; es el hermano de mi madre, ¡por Dios! No le he hecho nada, ni le debo nada.—Las personas que solo piensan en el poder no ven a quien le hacen daño, según me dijiste, en el pasado él quería parte de la herencia de tu madre, tal vez piensa que puede sacar algo de ti.—Sí, lamentablemente creo lo mismo, mi padre me lo advirtió.—Mírame —él tomó su rostro— estoy contigo, te mantendré a salvo y prometo llevarte a casa.—Iremos juntos a casa, te quedarás conmigo ¿cierto?—Estaré donde tú estés, mi amor —Franco se levantó para sentarse a su lado y pegarla contra su pecho. —Espero no te canses de
Franco intentaba entender algo, aunque sea un nombre o un lugar, pero era difícil saber lo que esos tipos hablaban, en cuanto lo metieron al auto lo habían atado de sus manos y le había puesto una bolsa negra en la cabeza y no podía ver nada.Solo esperaba que Amanda ya hubiera subido a su avión, le dolió tanto tener que dejarla y no poder cumplir su promesa de estar a su lado, la amaba incluso más que a su propia vida. Si ella no hubiera estado ahí, talvez se hubiera arriesgado un poco más, pero no podía saber con certeza como terminarían las cosas si él intentaba salvar a Fabrizio sin tener que exponer a Amanda.Tenía que salir vivo de aquel lugar, ella lo estaría esperando y no está dispuesto a hacerla esperar mucho tiempo, menos a la idea de no volver a verla, se rehusaba a cualquier destino que no fuera junto a ella.La extrañaba como un pobre condenado, extrañaba y amaba cada parte de ella, sus ojos, sus cabellos, sus suaves y exquisitos labios, su piel blanca de porcelana a eso
Una mano en su hombro y la voz de Marcella la despertaron. Era una pena porque en su sueño podía ver a Franco levantándola en sus brazos y sonreían mientras entraban a la cabaña donde habían pasado sus días más felices juntos como pareja.Abrió sus ojos y se encontró con la mirada llena de disculpa de la azafata. Entonces recordó todo lo que había sucedido.—Señorita, lo siento, pero en pocos minutos el avión aterrizará —ella asintió. Marcella le ayudó a reincorporarse.Quizás se preguntarán: ¿Dónde había quedado Amanda Viena? la mujer fuerte, firme y segura de sí misma, pero la verdad era que no le importaba que la miraban como una mujer débil ahora, el dolor que estaba sufriendo no podía ocultarlo.Y aunque se la pasó durmiendo, sin duda ese vuelo había sido el más largo de su vida. Era cierto que en un principio estaba consciente de que haría ese viaje sola, iría y volvería completamente sola. Pero después de que Franco fue hasta ella y pasaron más de dos semanas juntos, esperaba p