—Anoche que hablamos sobre cómo me alejaste de ti, no me dijiste lo de mi padre, también fue por él ¿cierto?—Es tu padre, solo estaba protegiéndote, no podría decirte sin que sonara mal.—Confío en ti, pero también en mi padre. Sé que te dije que ya te había perdonado y eso no cambiará, lo prometo, pero necesito saber si…—No —Franco colocó un dedo en sus labios—. Te puedo asegurar que no te miraba de la misma forma en cómo te veo ahora, y talvez no pueda encontrar las palabras adecuadas para explicar el sentimiento. Era algo especial lo que sentía por ti. Deseaba protegerte, verte sonreír siempre, estar ahí para ti cuando lo necesitaras, en cada uno de tus logros, lo mismo quería para mi hermana y por eso me convencía a mí mismo de que era así como te miraba, pero no fue siempre así, y supongo que tu padre me atrapó y aunque no era como él decía y jamás me habría aprovechado de ti, pero fui estúpido y te lastimé, debí encontrar la forma adecuada para evitar que tus sentimientos y lo
—Bonita ¿estás bien? —Ella seguía con su mirada clavada en el piso y pareció no escucharlo ni sentirlo, era como si su mente no estuviera ahí. Él volvió a hablarle mientras la sacudía con delicadeza. Ella levantó su rostro y lo miró con dolor, uno que no había visto nunca en ella.—Cariño, ¿Qué tienes? —La voz de su padre la trajo a la realidad. Miró en su dirección, tragó el nudo en su garganta y limpió sus mejillas humedecidas.—¿Por qué? —Le preguntó a su padre con un hilo de voz. Él la vio confundido sin saber que responder. Ella le extendió su teléfono y él lo tomó— Ada, Tú hija acaba de llamar y yo contesté.Su padre abrió los ojos muy sorprendido y pudo ver como también se llenaban de lágrimas, dolor y culpa.—Cariño —Lorenzo intentó acercársele, pero ella retrocedió mientras levantaba una mano rechazándolo— Por favor hija, necesito explicarte —ella negó con la cabeza.—No.—Hija, escucha…—No puedo papá, no ahora. No logro entender porque no podías decirme que tengo dos herman
La madrugada llegó. Había dormido tanto el día anterior que su cuerpo parecía ya no querer hacerlo. Miró a Franco dormir en su cama, se sentía completa con él. Se había convertido en alguien muy importante que no podía evitar sentir miedo a que las cosas no funcionaran a como estuvo a punto de suceder hace algunos días en Italia, el pensar que podía perderlo nuevamente no le hacía ningún bien. Pero tenía que intentarlo, no sería ella misma si no lo hiciera. Amaba a Franco. Por otro lado, estaba el engaño de su padre. Aun le parecía como si estuviera en una pesadilla. Le costaba creer que su propio padre quien la había criado dándole todo para que ella fuera quien es ahora, le hubiera ocultado que tenía una familia. Una familia a la que no le hubiera importado ser parte. La vida, el destino y su padre le había arrebato no solo una familia sino dos. Aún no se sentía capaz de perdonarlo, pero sabía que en algún momento debía de hablar con él, además de conocer a sus hermanos “Sus herma
—¿Está todo bien? Estás muy callado —la voz de Antonella lo atrajo a la realidad. —Lo siento, pelirroja, estaba distraído. —Puedo verlo. —Todo esto es una locura, hace poco más de una semana no tenía ningún familiar y ahora tengo padres y dos hermanas. —Sí, es impresionante. —Hace mucho que había aceptado que no tenía familia —ella tomó su mano y le dio un apretón— aunque ya me reuní con ellos la primera vez, no puedo evitar sentirme nervioso. —Entiendo, yo también estoy muy nerviosa ¿Y si no les agrado a tu familia? Maurizio iba conduciendo camino a casa de su madre, aunque ella y su hermana vivían en otra ciudad, su padre las había traído para que pudieran reunirse con él. Miró un segundo a Antonella, tomó su mano, se la llevó a sus labios y depositó un beso en su dorso. —Por supuesto que te amarán. Mi madre estaba contenta cuando le hablé de ti —ella sonrió y el hizo lo mismo. Se sentía tan bien que él le hablara a su familia de ella en su primer día de conocerlos—. Se senti
—Sí, muy hermosa —musitó Franco— la recuerdo —ella giró su cabeza para verlo— la última vez que la vi fue cuando cumplí ocho años ¿recuerdas aquellos juguetes en mi habitación? eran unos soldados con armas y tanques…—Lo recuerdo.—Tu madre me los dio de regalo ese día.—Nunca me hablaste de eso.—No sabía si te lastimaría.—Desde entonces ya te preocupabas por mí.—Supongo que sí ¿nos vamos? —ella asintió, él se colocó de pie para luego ayudarla a ella a levantarse.—Deberías llamar a tus padres —propuso ella cuando entraron a la casa. Sabía que desde que había abordado aquel avión rumbo a Corea, no había hablado con nadie de su familia.—Está bien, lo haré.—Yo llamaré a casa y a Fiorella, debe estar preocupada por mí —Amanda fue a la habitación y Franco se quedó en la sala. Ella tomó su laptop e hizo una video llamada.—¡Gracias al cielo, estás viva! —su amiga la recibió con una sonrisa en cuanto contestó su llamada.—Lo estoy.—Me tenías preocupada, dijiste que serían solo un par
Aquellos dos días que habían planeado se convirtieron en tres, luego en cinco y ahora ya tenían dos semanas en aquel bello y tranquilo lugar. Se habían dado una escapada el fin de semana a un pueblo cercano a orillas de la costa, disfrutaron de cada pequeño detalle, desde las deliciosas comidas; hasta los recorridos por el pueblo y sus actividades.Amanda estaba sentada en los escalones de la parte trasera de la casa, mientras observaba a Franco entrenar con los otros guardaespaldas sobre una lona. En los últimos días habían adoptado la costumbre de enfrentarse entre ellos a esa hora del día, además de levantar pesas. Al principio le había parecido una locura, pero luego entendió que ellos necesitaban estar activos para mantenerse en forma o talvez eran sus instintos competidores de saber quién era el más fuerte.—Levántate soldado —gritó ella cuando Franco cayó al suelo mientras peleaba con «La roca» no perdón, era Benedetto. Franco se levantó hizo un movimiento que no sabía que era
Franco tomó asiento al lado de ella, del otro lado se sentó Dae-Hyun, frente a ella su tío y al lado de este, Dong-Sun.—Lo siento, no sabía que era contigo con quien nos reuniríamos —le susurró Dae-Hyun, mientras su padre y Choi hacían sus pedidos al camarero.—Está bien —ella intentó no darle tanta importancia al asunto.—¿Y a qué se dedica tu… prometido? —le preguntó en coreano su tío.—Podría pregúntaselo a él —respondió ella. Choi dirigió la mirada a Franco y le hizo la pregunta en italiano.—Soy exmilitar —dijo con orgullo— actualmente trabajo como guardaespaldas —Choi la miró a ella con una sonrisa que no le agradó ni un poco.—¿Estás segura que esto… —miró a Franco— …es lo que quieres? Podrías tener a alguien más para que te ayude con tu compañía ¿Tu padre está de acuerdo? —Esta vez habló en coreano y Franco no entendió ni una palabra.—Señor Choi —intervino Dae-Hyun— no creo que deba…—Está bien —lo interrumpió Amanda, ella podía defenderse sola.—En primer lugar, tío, no nec
Entró a la habitación miró que sus maletas ya estaban listas, pero no miró a Amanda por ningún lado, escuchó ruidos en el baño y supuso que ella estaba ahí. Le dio un momento a que saliera, pero pasaron algunos minutos y no salió.—¿Está todo bien? —preguntó Franco desde afuera del baño.—Salgo en seguida —contestó ella. Él se relajó y esperó. Como ella dijo no había pasado ni un minuto cuando salió. Franco no dudó en tomarla en sus brazos.—¿Estas bien? —peguntó mientras la analizaba, no le pasó desapercibido el cansancio en su rostro y su piel más pálida de lo normal.—Lo estoy, deja de preocuparte por nada.Él la besó.—Eres mi vida ahora, entiende que no puedo evitar preocuparme por ti —ella sonrió antes de tomar su rostro también y besarlo.—Te Amo, Franco Ferri.—Yo te amo más, Amanda Viena —volvió a besarla— aún faltan un par de horas para irnos, ven descansa un poco. —La llevó hasta la cama. Ella tiró de él para que se sentara a su lado.—Estaba pensando en… si tú y yo… —musit