El aire era denso, cargado de electricidad. Oriana sintió el viento helado azotar su piel mientras la niebla se arremolinaba a su alrededor. No sabía dónde estaba, pero el miedo en su pecho le decía que no era un sueño común.Frente a ella, una escena se desplegó como una visión arrancada de otro tiempo.Gabriel, vestido con ropas antiguas, estaba de pie en una habitación humilde. Sus ojos ardían con determinación mientras empuñaba una espada, su postura rígida pero temblorosa.—No dejaré que sigas con esto —su voz se alzaba desafiante—. ¡Basta ya!Pero la sombra frente a él no se inmutó.La brisa helada trajo consigo una risa suave, femenina, pero cargada de burla.—¿Basta? —respondió la voz, envolviendo el aire con su veneno—. ¿Y qué harás tú para detenerme?Oriana sintió que la sangre se le helaba cuando la figura emergió de entre la bruma. No podía verle el rostro con claridad, pero la oscura silueta que se deslizaba con gracia en la penumbra era inconfundible. Ella.Gabriel avanz
Oriana apretó el borde de su chaqueta de vestir, su mente aún atrapada en los ecos de la noche anterior. La voz de ella seguía resonando en su cabeza, como un veneno que no podía sacudirse."Antes de que sea demasiado tarde."Nunca había sentido tanto miedo. No solo por las palabras, sino por la presencia misma de ella. No recordaba su rostro, ni su nombre, pero en lo más profundo de su alma sabía que siempre había estado allí, acechando, esperando.Gabriel tenía razón. La maldición estaba despertando. Y con ella, el peligro.Cerró los ojos por un momento, respirando hondo, intentando calmarse. Pero entonces, el mundo a su alrededor pareció desvanecerse…Y un nuevo recuerdo emergió.El sol de la tarde doraba los campos, y el viento traía consigo el aroma de las flores silvestres. Oriana estaba de rodillas en la tierra, sus manos manchadas de barro mientras revisaba algunas raíces junto a su madre.No se había despegado del collar desde que Gabriel se lo había dado. Lo escondía bajo su
La invitación llegó en una elegante tarjeta de bordes dorados, con letras grabadas en relieve que anunciaban un baile de caridad exclusivo. Gabriel la dejó sobre su escritorio con expresión inescrutable.—Es una formalidad —dijo sin mucho interés—. Pero podría ser una oportunidad para observar de cerca algunos de nuestros aliados… y enemigos.Oriana arqueó una ceja.—¿Me estás invitando a un baile de máscaras como estrategia de negocios?Gabriel sonrió apenas.—No solo eso.Hubo algo en su tono que la hizo estremecer.El déjà vu fue inmediato.El eco de una risa. La sensación de una mano deslizándose sobre la suya en una pista de baile. El peso de una mirada sobre su piel, oscura y cargada de celos.Sus dedos rozaron instintivamente su muñeca, un vestigio de un recuerdo enterrado.—Creo… que ya he estado en un baile contigo antes —murmuró sin pensarlo.Gabriel alzó la vista de inmediato.—¿Lo recuerdas?Oriana cerró los ojos, intentando aferrarse a la imagen.Pero solo fragmentos difu
El eco de la música se distorsionaba en su mente mientras el mundo giraba en torno a ella. Oriana intentó aferrarse a la realidad, pero la visión la arrastró con una fuerza implacable.—El aire en la sala de baile estaba cargado de perfumes costosos y conversaciones susurradas. La noche transcurría entre risas y copas de vino, pero Oriana sabía que algo estaba a punto de suceder.Lo sintió antes de verla.Una ráfaga de aire frío.Un escalofrío recorriéndole la espalda.Y entonces, ella...Vestida con su vestido negro adornado con detalles plateados, caminaba con una gracia felina, cada paso calculado. La máscara cubría su rostro, pero sus ojos brillaban con una emoción oscura.Nadie pareció notar cómo se deslizaba entre los invitados, pero Oriana supo que su presencia no era casual.Un murmullo de seda.Un roce imperceptible en su hombro.Y de repente, el filo de una uña afilada en su brazo desnudo.—No perteneces aquí —susurró ella, con una dulzura venenosa.Oriana apenas tuvo tiemp
Cuando Oriana y Gabriel salieron de la sala de descanso, aún podían sentir en su piel el calor de lo que había ocurrido. Sus miradas se cruzaban con un dejo de vergüenza, pero también con la certeza de que lo que había pasado entre ellos era inevitableEl resto de la velada transcurrió en una burbuja extrañaEl roce de sus manos cuando caminaban juntos por el salón.La música suave envolviéndolos en un baile que parecía un eco del pasado.Por un momento, no había maldiciones ni sombras acechando.Solo ellos.Solo el amor que siempre los había unido.Y ella ya no estaba a la vista.Oriana lo supo en cuanto recorrió la habitación con la mirada.No hacía falta verla para saber dónde estaba.Seguramente todavía se divertía con su juguete nuevo.El pensamiento la inquietó.Ethan.Algo en él estaba cambiando.Su forma de actuar, la intensidad con la que la miraba…No era el mismo hombre que había conocido en la universidad.Y eso la aterraba.Porque si ella lo estaba usando, no tardaría en
El mundo se desvaneció en un parpadeo.Oriana sintió como si estuviera cayendo, su cuerpo perdiendo toda conexión con el presente. Su piel ardía donde había tocado la carta, y su mente fue invadida por imágenes ajenas y, a la vez, propias.Un salón iluminado por candelabros.Música resonando en el aire, suave, elegante.Sombras danzando bajo las máscaras.Y entonces, una joven de vestido azul celeste, con el corazón latiendo fuerte, apretaba un pequeño sobre entre sus manos mientras se deslizaba por los pasillos de piedra.Ella misma, en otra vida.Podía sentir su ansiedad, su desesperación. Cada paso que daba estaba lleno de una mezcla de ilusión y miedo. Sabía que aquel mensaje era importante. Lo había escrito con cuidado, con cada palabra pensada para llegar hasta él.La vio detenerse frente a una columna ornamentada, su mirada recorriendo el espacio con precaución antes de deslizar la carta dentro de un hueco entre las piedras. Era un escondite que solo Gabriel conocía.Sus dedos
Oriana no había podido apartar su mente de la carta desde que la había tocado. El recuerdo la acechaba en cada rincón de su mente: la tinta sobre el papel, sus dedos temblorosos al escribir esas palabras desesperadas y, sobre todo, el destello cruel en los ojos de "Ella" mientras se la arrebataba.Era imposible negar la conexión. La maldición no había comenzado con su muerte, sino mucho antes. Tal vez, en ese preciso instante en que su advertencia fue silenciada.Cuando el lunes llegó, Oriana trató de apartar esos pensamientos de su mente y enfocarse en su rutina. Sin embargo, el ambiente en la oficina seguía cargado de tensión. Sus compañeros apenas la miraban, y Stephanie continuaba con su habitual hostilidad, observándola con una sonrisa de superioridad.—Buenos días, Stephanie —saludó Oriana, intentando no mostrar cuán irritante le resultaba la actitud de la mujer.Stephanie no respondió. Solo rodó los ojos y regresó su atención a la pantalla de su computadora. Oriana resopló, per
Gabriel la observó en silencio mientras ella le contaba sobre los últimos acontecimientos. La forma en que sus compañeros parecían atrapados en una especie de influjo oscuro, la hostilidad de Stephanie, la extraña debilidad de Ethan... y el poder que Oriana había experimentado al tocar a uno de los empleados.—Si tu luz puede liberarlos, debemos asegurarnos de que tengas contacto con la mayor cantidad posible de ellos —dijo Gabriel tras unos momentos de reflexión.Oriana frunció el ceño.—No estoy segura de que sea tan simple. No sé cómo funciona esto... solo pasó. Aun no puedo controlarlo. Es peligroso.—Entonces encontraremos la forma de hacerlo funcionar.Y así, Gabriel puso en marcha un plan para que Oriana se involucrara en distintas tareas dentro de la empresa. Supervisión de proyectos, reuniones con diferentes departamentos, incluso un almuerzo general donde todos tendrían la oportunidad de interactuar con ella.Con cada contacto, Oriana sentía la oscuridad disiparse poco a poc