Capítulo 58: Una rivalidad a escondidas
Levanté la mirada hacia Hernán parado en la puerta de mi despacho y me sorprendí un poco. ¿No había ido a la Ciudad Orillana? ¿Por qué a esta hora no estaba disfrutando de su dulce tiempo allí?

Permanecí en silencio y me limité a mirarlo. Su sonrisa era suave y amable mientras me preguntaba: —Cariño, ¿qué te gustaría comer hoy?

—Aún no lo he decidido —respondí con voz plana, sin mostrar entusiasmo alguno.

Se acercó y explicó: —Anoche me quedé chateando hasta muy tarde por trabajo. Como tenía que regresar corriendo para que no te preocuparas, ni siquiera desayuné hoy. Vamos a almorzar más temprano. ¿Tienes algún antojo? ¡Yo invito!

Lo miré en silencio y solté una risa fría para mis adentros. Extrañamente, verlo mentir en ese momento no me enfadó en absoluto y, en cambio, sentí un tipo de satisfacción sin precedentes. —Está bien, tampoco desayuné esta mañana.

—¿Tomaste? —preguntó. Por la proximidad, seguramente notó el olor a alcohol en mi aliento. Sin embargo, la persona que alegó haber
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