Nuestras miradas se encontraron como si fueran imanes. Su brazo se apretó más a mí, hasta que apenas podía respirar. Mi mano pasó de apartarlo con fuerza a volverse débil y, finalmente, a apoyarse en su cintura suavemente. Sentí que Patricio se quedó rígido por un momento, pero al siguiente, inclinó su cabeza y selló mis labios con un beso apasionado.Instantáneamente, mi cuerpo se volvió blando de manera incontrolable como si me hubieran electrocutado. Mantuvo mi cabeza en su lugar y siguió profundizando el beso, haciendo que apenas pudiera respirar. La aparición brusca de imágenes íntimas de Hernán y Sofía en mi mente me hicieron desear esa excitación.No estaba segura de si fue el alcohol, la pasión que llevaba tiempo ausente o un placer de venganza, pero no pude evitar aferrarme a él, abrazarlo y responder a su beso apasionado. Poco a poco, las imágenes se desvanecieron y mi mente se convirtió en un lienzo en blanco. En ese momento, todo lo que quería era mantener esa intensa neces
Entonces, me di cuenta de que Patricio salía de la habitación y oí que alguien hablaba por la puerta, seguido de un portazo y de alguien que volvía a entrar.—¿No te sientes sofocada? —resonó nuevamente la voz de Patricio. Al cabo de un rato, me resultó difícil respirar y, con cautela, abrí las sábanas para encontrar que me observaba con una sonrisa radiante que le daba un aspecto sorprendentemente atractivo.¿Era este el mismo Patricio tan serio y distante que yo conocía?Al verme mirándolo atónita, él extendió su brazo y me tiró hacia él, envolviéndome en sus brazos. De inmediato, me entró un pánico de mil demonios. —¡Oye! ¿Q-qué estás haciendo?Estaba tan cerca que su aliento me envolvía. Su rostro estaba cada vez más cerca, lo cual me costaba trabajo respirar.De repente, se me ocurrió el apasionado beso que compartimos la noche anterior junto al río. ¡Qué vergonzoso! Siempre decían que después de beber, uno perdía el juicio, y esta vez lo comprobé.Me miró con ojos ardientes y res
Levanté la mirada hacia Hernán parado en la puerta de mi despacho y me sorprendí un poco. ¿No había ido a la Ciudad Orillana? ¿Por qué a esta hora no estaba disfrutando de su dulce tiempo allí?Permanecí en silencio y me limité a mirarlo. Su sonrisa era suave y amable mientras me preguntaba: —Cariño, ¿qué te gustaría comer hoy?—Aún no lo he decidido —respondí con voz plana, sin mostrar entusiasmo alguno.Se acercó y explicó: —Anoche me quedé chateando hasta muy tarde por trabajo. Como tenía que regresar corriendo para que no te preocuparas, ni siquiera desayuné hoy. Vamos a almorzar más temprano. ¿Tienes algún antojo? ¡Yo invito!Lo miré en silencio y solté una risa fría para mis adentros. Extrañamente, verlo mentir en ese momento no me enfadó en absoluto y, en cambio, sentí un tipo de satisfacción sin precedentes. —Está bien, tampoco desayuné esta mañana.—¿Tomaste? —preguntó. Por la proximidad, seguramente notó el olor a alcohol en mi aliento. Sin embargo, la persona que alegó haber
De mala gana, le dije que, como había llevado a Dulcita a casa, no me molestaba en ir.Pero Hernán insistió y me informó que ya había pedido un favor a su madre y ella se encargaría de cuidarla.Su actitud me pareció un tanto extraña, puesto que en el pasado no le gustó llevarme a eventos sociales.Durante el camino, me enteré finalmente de que la cena era organizada por la Empresa Boreal. Según lo que decían, en la reunión, Felipe había preguntado acerca de la ausencia de la gerente que había hablado en la última presentación. Por eso Hernán me llamó e insistió en que fuera, incluso recordándome varias veces cómo debía comportarme y qué debía decir.En la cena había otras tres empresas, todas ellas líderes en la industria de la Ciudad Fluvial. Cada una tenía sus especialidades, pero según mi conocimiento, la Corporación ConstruMateria era como pececillos en un mar de tiburones en comparación con ellas; es decir, ni siquiera estaba al mismo nivel que las otras tres.De repente, tuve un
Al día siguiente.Subí al avión con destino a mi ciudad natal con Dulcita. No fue hasta después de subir al avión cuando llamé a Ivanna para informarle de mi vuelo y recordarle que debía acelerar a completar los asuntos que le había encargado, y que no permitiría ni un error en mis planes.Le dije a Ivanna que había localizado a Hernán, y le pedí que lo vigilara en todo momento.Le colgué pero seguía agarrando el celular con fuerza, luchando contra el deseo de hacer otra llamada, y finalmente suspiré y lo apagué.No podía acercarme demasiado a ese tipo.Durante el viaje, Dulcita estaba muy emocionada, pero yo repasaba mis planes con detenimento.Siempre he pensado que lo que me dijo Patricio el otro día, diciéndome que me mantuviera despierta y que me ayudaría, tenía un significado más profundo. ¿Podría ser que me estuviera ayudando?No quería preguntarle.En mi ciudad natal, hacía frío en el otoño. No le dije a mi madre que me iba a casa para que no se preocupara por mí.Tras bajar de
Entré en la fábrica y el potero me paró. Le dije que había venido a ver al sr. Rodríguez.El potero me miró de arriba abajo y me dijo con frialdad: —El sr. Rodríguez ya está en viajes de trabajo.—¿Puedo saber a dónde ha ido? —estaba un poco ansiosa, porque no tenía mucho tiempo para quedarme en Ciudad Jim.—¡Cómo puede un portero saber tanto!—su actitud no era muy buena.—¿Por favor, puede darme su número? Había venido desde muy lejos, sólo para verle en persona, pero hace 4 años olvidé pedirle su número.—¡No lo sé!—me contestó, y dijo con gran impaciencia—¿Qué quieres?—¡Estoy aquí para buscar oportunidades de negocio con su jefe!—le contesté sinceramente.—¿Tenemos el departamento de marketing y vas directamente a mi jefe? ¡Tontería! ¡Date prisa y vete! No me hagas perder el tiempo.—no podía imaginar que hubiera personal con tan mala actitud en esta gran fábrica.Llovía a cántaros, hacía mucho frío y mi cuerpo temblaba ligeramente.—No seas tan frío conmigo, he venido desde muy lej
Después de registrarme, entré en mi habitación y me quité las ropas mojadas para secarlas con el viento caliente del aire acondicionado. Luego corrí a la sala de baño. Cuando el agua caliente caía desde arriba, me di cuenta de que ya estaba congelada. Tardé un rato en recuperarme.Odiaba la realidad de no haber traído ningúna ropa.Me enrollé con un edredón y hiervo una olla de agua. No podía atender si las tazas estaban limpias aquí o no, utilicé el agua caliente para limpiar una taza. Cuando finalmente empecé a beber, deseaba tener rodajas de jengibre ahorita.Sonreí resignado, pero sin dejar de pensar en las formas de contactar con el sr. Rodríguez.Cogí el libro de introducción, buscando los números de contacto en él. Intenté llamar a algunos números, pero no conseguí nada. ¡Qué arrogante fábrica! Era tan dificil contactar con su jefe.Sólo podía poner toda mi esperanza en ese señor, pero no recibí ninguna llamada en toda la noche. Mi esperanza se transformó en decepción. Me quedé
Eran el sr. Rodríguez y el señor que me llevó al hospital.Nos estabamos mirando, el sr. Rodríguez y yo. Después de 4 años sin verle, sus cabellos encanecieron por completo y había perdido mucho peso.Me estuvo mirando durante un buen rato, y luego me señaló diciendo: —¡Es usted de verdad, sra. Lara!—Sr. Rodríguez, sí, soy María Lara, ¡cuanto tiempo! —ahora me daba vergüenza de mi situación.—¡Túmbese, por favor!— El sr. Rodríguez se me acercó rápidamente y Patricio se levantó al mismo tiempo para dejarle paso.—Perdóname, por favor, sra. Lala, ¡fue mi culpa tenerte esperando! Lo siento mucho. —sr. Rodríguez se sentó cordialmente en la silla a mi lado.Patricio insinuó al otro señor y salieron juntos de la habitación. Así que ahora sólo quedábamos el Sr. Rodríguez y yo.Yo estaba un poco emocionada y dije: —No hay necesidad de disculparse, sr. Rodríguez. Mientras pueda verle, ¡la espera merece la pena! Es culpa mía aparecer de repente. ¡Me preocupaba tanto no poder contactar con usted