Capítulo 52: La cena familiar en la casa Cintas
Bajé del auto y, sin esperarlo, me fui directamente al interior tomada de la mano de Dulcita. Hernán nos siguió, aún con su sonrisa ligera.

En el pasado, él solía dejarme ir sola en estas ocasiones. Esta vez, era evidente que quería comprobar si yo estaba mintiendo.

Al llegar a la tienda, eché un vistazo a los zapatos en el mostrador. Hernán me miró con una ceja enarcada, claramente esperando a que me pusiera en ridículo.

Lo que él no esperaba era que una de las vendedoras me reconociera. —¿Señorita Lara? ¿Vino a recoger los zapatos?

Le dediqué una sonrisa y respondió: —Así es.

—Ya están listos. Se los traigo ahorita —dijo la empleada antes de desaparecer en el almacén y, en poco tiempo, entregarme una caja de zapatos—. Talla 5, color café, ¿verdad?

Tomé la caja y la abrí para checar antes de pasársela a Hernán, mientras agradecía a la empleada.

Hernán se sorprendió un poco, luego sonrió y tomó la caja, pasando su brazo suavemente alrededor de mi cintura y dándole también las gracias c
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