— Necesito cambiarme – Eva respiraba hondo, tratando de mantener la calma.— Tenemos que ir al hospital.— No voy a ir desnuda, Salvador – se cubrió con la sábana.— ¿Hace cuánto comenzaron los dolores? – Sara se cruzó de una habitación a otra para buscarle ropa.— Antes de dormir.— ¿Comenzó anoche? ¿Por qué no me lo dijiste? – Salvador estaba más pálido que ella.— Nos dormimos hace unas horas y no creí que fuera algo serio.— Aun así, por más mínimo que fuera el dolor…— Comparado con el dolor del parto de Magnolia, estos no eran nada... hasta ahora que son más fuertes… Oh, por Dios… — Eva se aferró al brazo de Sara, que la ayudaba a levantarse. — ¿Qué ocurre? – Salvador se acercó a ellas.— ¿Cada cuánto son las contracciones, Señora? – Sara no le prestó atención al hombre.— ¿Ves que tenga un reloj encima, Sara? – resopló Eva.— Señora, es importante saberlo.— Lo sé… Pero cómo quieres que te responda si apenas… Ay… otra… contracción.— General, pídale a Felipe que prepare el auto
Mauricio se quitó un guante, luego el otro.Quitarse el equipo de protección no era nada de otro mundo y siempre lo hacía de manera mecánica, sin pensar demasiado.Cuidar de que su piel no tocara las partes del equipo que estuvieron expuestas en el quirófano ya era un hábito en que no reparaba demasiado, había incorporado cómo hacerlo sin errores cuando apenas era un estudiante. Pero esa vez, lo hizo a conciencia, tomándose el doble de tiempo.Incluso ojeaba el interior del contenedor de residuos cuando tiraba cada prenda.- ¿Qué sigue? - preguntó a su secretaria con la misma distancia de siempre.- Es hora de ir a casa, Doctor.- ¿No hay nada más? - arrugó la frente.Estaba seguro de llenar su agenda.- Son las cuatro de la mañana, Doctor.- ¿No hay nada que podamos adelantar esta noche?- Nada que el comité del hospital apruebe- ¿Por qué no? - Se sentó en la silla de su oficina soltando el aire con fastidio.- Hay gente que duerme, Doctor.- Claro… por eso al otro día tienen tanta
- Lo siento, no sabía que Margarita planeaba emparejarme con usted. Sosteniendo el bolso con ambas manos, la joven agachó la cabeza.Mauricio la miró de la cabeza a los pies.Con un jean blanco y un blazer negro, no terminaba de coincidir con la imagen sencilla que tenía de su secretaria sin maquillaje, con su uniforme azul.Pero tampoco era tan malo que ella fuera su cita, de hecho, era todo lo contrario… al menos de esa manera, se quitaba de encima el compromiso de una cita a ciegas sin decepcionar a su madre por completo.- No te preocupes, yo tampoco imaginé que eras tú – se acercó más relajado – siéntate.- No tiene que hacer esto, Doctor – dijo extremadamente incómoda – le explicaré a mi madre que usted es mi jefe.- Ya estamos aquí, tomemos un café.- Doctor, debería descansar, estuvo en el hospital hasta hace unas horas…- ¿No quieres tomar un café conmigo?Desde que despertó esa mañana, no podía dejar de pensar en las palabras de la Doctora Capdevila.La mujer lo acusó de i
Daniela miraba las pinturas que Eva le mostraba, asombrada.- Y yo que creí que con la maternidad apenas tendrías tiempo de respirar, y tú te sales con una colección completa en dos meses.- Estoy inspirada – le dijo con el rostro radiante. - El amor, el amor – puso los ojos en blanco.- Estaba pensando que podríamos trabajar con esto este año- ¿Terminaste los pedidos del año pasado?- ¿No los enviaste aún? Julieta contuvo el aliento- ¿Ya los enviaste al estudio?- ¡Hace un mes, Daniela! - ¡Los enviaré mañana!- Esos cuadros los encargaron hace ocho meses… ¿Cómo puedes olvidarte de despacharlos en cuanto te los pasé?- Hace un mes estaba al pendiente de mis sobrinos – se excusó - con el nacimiento de Antonio y el cumpleaños de Magnolia ni siquiera fui al taller, debiste decirme cuando estaba aquí.Eva la miró seriamente y se cruzó de brazos.- ¿Y a dónde están mis sobrinos? – Daniela intentó distraerla - ¿A dónde crees que estén? Son las once de la noche, ya está dormida, mañana
- Solo me sorprendió que quisieras ser madre – Marcos intentó explicarse – en ningún momento cuestioné a otras mujeres.- Lo que dijo, dice mucho sobre lo que piensa – escupió Daniela, respirando ruidosamente por la nariz – que decepción, soldado…Daniela bajó del auto pegando un portazo- ¡No puedes tomar en serio algo así! – Marcos la miró alejarse, consternado.A unos metros de la puerta, un grupo de jóvenes envueltos en una nube de humo y nicotina, miraba a Daniela renegar con su cartera.Marcos apoyó la cabeza en el volante de su auto.No quería verla de nuevo.Si esos muchachos buscaban problemas, Daniela podía defenderse.Si se tratara de cualquier otra mujer, la habría acompañado hasta la puerta del edificio, pero Daniela no necesitaba su protección, ni la de nadie…Suspiró, encendió el motor… y esperó, resignado.Daniela buscaba en su bolso la identificación para ingresar al edificio. No le costaba nada esperar unos minutos a que entrara.- ¿Qué dijiste?La escuchó hablar y c
Daniela lo miraba atónita. Esa imagen, la de Marcos y ella juntos, era algo en lo que nunca había pensado.Pero ahora que lo hacía…Su respiración se volvió pesada.- ¿Qué dices? – le preguntó de nuevo.Marcos se acomodó al filo del sillón, se quitó la campera y la atravesó con la mirada.La luz cálida, la noche que los envolvía, ese cuadro en el suelo, despertando en Daniela el deseo de ser tocada, besada… poseída y los ojos de aquel hombre, la dejaron sin aliento.- Dime que al menos lo estás pensando – Marcos sonaba impaciente.Daniela asintió.Y él estalló en una carcajada.- ¡Te lo creíste! La expresión de Daniela se congeló.- ¿Qué?- Era una broma – le explicó Marcos, agarrándose el estómago con ambas manos, muerto de risa – Algún día me cobraría las que me has hecho.Daniela respiró profundamente.- Y yo que me había ilusionado… - suspiró.Marcos se detuvo.- No me digas que ibas a responderme que sí.- Sí.- ¡Mientes! – se acomodó de nuevo en el sillón, sorprendido.- ¿Por q
- Doctor, ¿Está seguro de esto? Lupita sentía que le temblaban las manos.- No lo habría sugerido si no fuera así – Mauricio ojeaba una planilla y habló sin mirarla.- Pero… solo tenemos dos óvulos viables para la inseminación de esta paciente… solo dos intentos.- ¿Cuál es el problema con eso? – apoyó los papeles en el escritorio y se rascó el espacio entre sus cejas.- Que nunca hice una inseminación fuera del laboratorio.- Y las que hiciste fueron exitosas.- Pero…- Lupita, estas inceminaciones son de laboratorio. – la interrumpió – Confío en tu talento y esta paciente lleva un año en tratamiento con el hospital que la transfirió aquí, lleva un año siguiendo cada una de las indicaciones que todos los especialistas le dieron, esperando este día.Mauricio se levantó para rodear el escritorio.A un metro de ella, se cruzó de brazos. - Es de los primeros pacientes que atenderemos aquí, es la oportunidad para insertarnos en el mercado local y conseguir el éxito que conseguimos en Eu
El teléfono de Daniela sonó dentro de su cartera.- Puedes contestar si quieres – Le dijo Lupita, concentrada en la entrepierna de Daniela.- No – respiró hondo, era realmente incómodo – Lo que sea puede esperar a que termine con esto.Con las piernas separadas y levantadas, Daniela se concentró en el techo.Era un tanto impaciente, pero estaba contenta.Llevaba un año cuidando su cuerpo, desde que había dejado a Eva en la casa de campo, todo para ese momento.Eva había reencontrado a su hija y la maternidad que Daniela apenas pudo vivir antes de perder aquel embarazo, resurgió con una fuerza que no podía siquiera enfrentar.Lo peor fue enterarse de que solo tenía dos óvulos viables para la inseminación, cuando creyó que su cuerpo podría crear vida sin ninguna dificultad. De una consulta ginecológica para confirmar que todo estaba en orden para buscar un embarazo, terminó en una ronda de especialista con un montón de indicaciones, medicamentos hormonales y dietas. Pero al fin era e