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Paz despertó con lentitud, como si el mundo se hubiera detenido a su alrededor.Durante días había estado atrapada en un abismo de oscuridad, sin conciencia de lo que sucedía fuera de su mente.Pero ahora, cuando sus ojos se abrieron, la luz la cegó momentáneamente, y por un instante no comprendió si estaba viva o soñando.Fue entonces cuando la verdad comenzó a infiltrarse en su mente: el trasplante, la operación, la batalla por su vida.—¿Quién? ¿Quién fue el donante? —preguntó, su voz ronca y temblorosa, mientras su corazón latía con una mezcla de incertidumbre y miedo.Los médicos y enfermeras se miraron entre sí, pero nadie respondió.Paz sintió un vacío en su pecho, como si la respuesta se estuviera escapando entre sus dedos. La incertidumbre de no saber la verdad la desgarraba.***Horas más tarde, las gemelas llegaron con Terrance, y el sonido de sus risas infantiles llenó la habitación. Paz levantó la mirada y las vio. Su mundo se iluminó.—¡Mamita! —gritaron las niñas al unís
Tuvieron que salir de inmediato, como si el aire en la habitación se hubiera vuelto venenoso.Terrance apretó el brazo de Deborah con fuerza, como si fuera un último intento por controlarse.—¡Eres una desgraciada! —su voz temblaba de rabia contenida.—¡Bruja mala! —gritaron las gemelas al unísono, al ver a la mujer ahí.Deborah, sin inmutarse, se alejó de Terrance y miró a las niñas con una sonrisa despectiva.—Pues esta bruja mala… ¡Será su madrastra! Me casaré con papito, y ni ustedes dos, ni su mami podrán hacer nada al respecto. ¿Verdad, Terrance? —su tono burlón hizo que las palabras le quemaran la garganta.Deborah comenzó a alejarse, riendo, mientras las gemelas miraban a su madre con desesperación.Las pequeñas sollozaban, su dolor resonando en el aire.—¡Papito fue hechizado por la bruja! —dijo Mia, abrazando su osito de peluche, como si ese abrazo fuera la única forma de protegerse del dolor.Terrance, sintiéndose impotente, abrazó a sus pequeñas con la esperanza de darles a
Terrance regresó a la habitación con pasos firmes, pero en su interior se sentía temblar.Se acercó a la cama donde Paz yacía ahí, su piel pálida y su expresión cansada.Sin decir una palabra, la tomó en sus brazos con delicadeza, como si temiera romperla, y la llevó al cuarto de baño.Ella no se resistió, pero su corazón latía con fuerza.Cuando la colocó de pie, sus cuerpos quedaron tan cerca que pudo sentir su aliento acariciar su piel.Con movimientos pausados, Terrance comenzó a quitarle la ropa, su tacto era tan suave como el de un amante temeroso de perder lo único que le daba sentido a su vida.Paz se estremeció con cada roce, su respiración se volvió errática.Entonces, sus miradas se encontraron.El tiempo pareció detenerse en ese instante. No había palabras, solo el eco de sentimientos contenidos, de recuerdos que dolían y de un amor que, a pesar de todo, seguía ardiendo con la misma intensidad.«Terrance… ¿Por qué te casas con ella? ¿Te están obligando? Antes la amabas a el
Paz dejó escapar un suspiro pesado, sintiendo cómo la frustración se aferraba a su pecho como una garra helada.Su cuerpo aún temblaba, no sabía si por la emoción que la había invadido al estar tan cerca de Terrance o por la fatiga que la enfermedad estaba dejando en ella.Con un movimiento lento y cansado, se puso el albornoz sobre la piel helada.Al otro lado de la puerta, los golpes resonaban con furia.—¡Terrance! ¡Abre ahora mismo!El sonido chillón de Deborah perforó el silencio, pero él no se inmutó.Su mandíbula se tensó, su mirada se volvió fría como el hielo.—Tienes que irte —susurró ella, pero Paz notó que había un temblor en su voz, una sombra de preocupación que no se desvanecía.—Tienes que decidirlo tú, no, yo —murmuró él con una sonrisa melancólica.Paz dándose la vuelta para meterse en la bañera.La puerta se abrió de golpe.Deborah entró como un torbellino de furia, con los ojos llameantes de celos y rencor.Sus manos se elevaron, buscando el rostro de Paz como si qu
Terry llevó a las niñas a su habitación y volvió con Paz.Al entrar al baño, la encontró sumergida en la tina, con los ojos cerrados, el rostro cansado y gotas de agua deslizándose por su piel. Se acercó con paso firme, pero silencioso. Tomó una esponja y comenzó a pasarla por su cuerpo con delicadeza.—¿Qué haces? —preguntó ella en un susurro.—Cuidándote —respondió él, con una ternura que la desarmó.El roce de la esponja sobre su piel era tan suave que le pareció casi una caricia. Cerró los ojos y se dejó llevar, permitiéndose sentir, aunque fuera solo por un instante. Era una sensación que no debía disfrutar, pero su cuerpo la traicionaba.Cuando abrió los ojos, encontró a Terry observándola con intensidad. Sus manos acunaron su rostro con una dulzura que la hizo estremecer.—Paz… voy a protegerte. Lo prometo. No voy a perderte otra vez.Su corazón latió con fuerza. Quería creerle, pero la realidad estaba en su contra.—¿Y cómo harás eso si estás casado con otra? —susurró, intentan
Al volver a casa, las gemelas corrieron a recibirlos, con sus risas cristalinas llenando el ambiente.—Tengo hambre, mami, ¿puedo comer pastel? —preguntó Mia con sus ojitos brillantes.Paz sonrió con ternura.—Bueno, papito, que hoy es nuestro esclavo, hará la cena, así que pueden pedir toda la comida que quieran.Terrance arqueó una ceja, luego sonrió divertido.—¿Esclavo? Bien, seré lo que mami quiera que sea… pero ¿será posible que papito tenga dos mini ayudantes?Las gemelas chocaron sus manitas con emoción y asintieron enérgicamente.—¡Somos ayudantes de papi!Corrieron con él a la cocina, dejando a Paz sola en la sala.Suspiró y tomó su teléfono, pero en cuanto leyó el último correo recibido, un escalofrío recorrió su cuerpo.«Hola, hermosa.Veo que nunca renunciarás a tu proyecto Zero, ¿verdad? Bien… entonces juguemos un juego. Estoy loco por ti. ¿Podrás encontrarme antes de que yo llegue a ti?»Paz sintió un nudo en el estómago.Su mano tembló levemente mientras reenviaba el
El amanecer se filtró a través de las cortinas, tiñendo la habitación con una luz tenue y dorada.Paz despertó con una sensación extraña en el pecho, como si su corazón latiera con una mezcla de nostalgia y pesar.Al girarse, encontró a Terrance profundamente dormido a su lado.Su pecho subía y bajaba con calma, su rostro relajado en un sueño pacífico.Se veía diferente así, sin la tensión que siempre lo acompañaba, sin el peso de los problemas y las decisiones que lo atormentaban.El aroma de su perfume flotaba en el aire, trayendo consigo el recuerdo de la noche anterior.Su piel aún guardaba el calor de sus caricias, y sus labios hormigueaban como si aún sintieran el roce de los suyos.Paz alzó una mano y acarició su barba oscura con la yema de los dedos, delineando sus facciones con suavidad.«Debería odiarte, Terrance...», pensó, con el corazón oprimiéndose en su pecho.«Pero, ¿por qué este sentimiento aún persiste? ¿Por qué mi tonto corazón sigue aferrándose a ti?»Antes de que p
EMPRESA COLEMANEl ambiente en la empresa era caótico.El sonido de teclados y teléfonos repicando llenaba el aire como un eco desesperado de la crisis inminente.Cuando Paz llegó, encontró a Randall de pie junto a una de las enormes ventanas de su oficina, con la mandíbula tensa y los ojos encendidos de furia e impotencia.Giró bruscamente al verla entrar.—¿Qué demonios está pasando, Randall?Él pasó una mano por su cabello, visiblemente frustrado.—Nos han hackeado, Paz. ¡Alguien robó nuestros drones!Paz sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Cómo pudieron hacerlo? ¡Yo misma diseñé la seguridad del sistema!Randall apretó los labios.—No lograron traspasar la última barrera de seguridad que creaste, pero lo intentaron. No pudieron robar la información del Proyecto Zero.Paz dejó escapar un suspiro, pero la angustia en el rostro de Randall le impidió relajarse.—¿Qué más hay, Randall? —preguntó con cautela.Él se giró hacia su escritorio y golpeó con el puño sobre la madera,