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Zoe

No fui capaz de escuchar a mi mente y acabé escuchando a mi corazón, terminé por confesarle y ahora todo estaba dicho entre nosotros. Nos enamoramos y es lo único que importaba en mi historia. Secuestrada, castigada y finalmente la bestia acabó por conquistar mi corazón, aún he de decir que al principio pensaba que me había dado el síndrome de Estocolmo, por eso me negaba, pero, luego me aclaré y vi que lo amaba por su mirada, por cómo es cuando está calmado y su forma de hacerme única frente a todos.

Sus duras manos navegaban sin rumbo, nuestras respiraciones se mezclaron y mi cuerpo entero lo sostuvo contra la pared. Me estaba haciendo el amor salvajemente y es que no nos podíamos controlar cuando todo está más que claro lo que ambos queríamos. Deseaba tanto que volviera hacerme gritar de placer, sentir sus

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