Damon estaba tan tranquilo que me costó trabajo asimilar lo que me dijo, de hecho parecía como si el tiempo hubiera tomado un descanso colocándonos en las profundidades de un sueño eterno. En ese momento no supe cómo actuar, solo terminé por abrazarlo fuertemente mientras sentía que las palabras llenas de sentimientos se acumulaban en mi garganta pidiendo a gritos salir, y comencé a llorar. Damon me abrazó y poco a poco sentí el calor de su cuerpo recorrer el mío, apenas lo conocía pero no quería que muriera, no quería que se fuera con Edwin.
—Candice —me dice con voz ronca—. No llores, no tienes por qué hacerlo, todo estará bien..., quiero decir..., todos moriremos algún día, solo que yo me adelantaré primero.
—¡¿Cómo puedes decirlo así?! —Me aparto de él y lo miro fijamente a los ojos—. Como si fuera tan fácil.
<} Mi corazón da un brinco al escuchar eso, pero en esos instantes nos interrumpe su madre, quien entra con preocupación en los ojos. —Chicos, hay cambio de planes —la señora Melany se veía muy afligida—. Me temo que tendremos que ir a dar el pésame a la familia Robinson, el mejor amigo de tu padre ha fallecido. —Siento escuchar eso mamá, pero creo que lo mejor es que me quede en casa ya que Candice... —¡No digas estupideces Damon! La voz de un hombre que se encontraba en la puerta retumba por toda aquella habitación, cruza una mirada con la madre de Damon siguiendo con él y terminando en mí su recorrido visual. Se acerca con una actitud prepotente que me molesta y saca lo peor de mí para después mirarme de pies a cabeza.
Damon llevaba más de una hora encerrado en la sala de estar con sus padres, cuando me comentó por lo que estaba pasando imaginaba que no solo su madre lo sabía, pero estaba equivocada. El sueño me vencía poco a poco y justo cuando cerraba los ojos con toda la intención de dormirme en uno de los sillones caros de la familia, Damon sale; tiene los ojos rojos pero se le ve tranquilo. Enseguida salen sus padres y me sorprendo al ver a aquel señor que hace unas horas atrás me había insultado, con un rostro que demostraba su derrota y parecía que hubiera llorado al igual que su hijo. Observo la hora en el reloj en forma de barco que se encontraba colgado en una de las paredes de la estancia, rodeado de fotografías familiares; son las cuatro de la madrugada. —Candice —me llama aquel hombre—. Te pido una disculpa por la forma en la que te traté, estaba estresado, y me temo que cargué contra ti
A la mañana siguiente cuando abro los ojos lo observo dormir, su cabello castaño oscuro era un completo desastre, habíamos dormido abrazados toda la noche. Con sumo cuidado me incorporo y me pongo de pie. —¿Se puede saber a dónde vas? —me pregunta con voz ronca al tiempo que se tallaba los ojos con una mano y suelta un bostezo gracioso hasta cierto punto. —Necesito volver con la tía Jenny, debe estar preocupada por mí —me pongo los tenis y me alisto para marcharme. —Pero aún falta mi sorpresa —Damon se queja como si fuera un niño pequeño. —Puede esperar a más tarde —sonrío y me acerco para regalarle un beso. —Candice, la espera no está en mis planes, el tiempo me gana —agarra mi
La noche había caído y aún seguía en la sala de espera del hospital, mi tía Jenny y Arturo estaban conmigo, la madre de Damon había bajado a la cafetería por algo de comer, en todo el tiempo que estuvimos aquí no ha parado de fumar y de llorar. Cierro los ojos y recuerdo que cuando se desmayó en la playa lo primero que hice fue marcar a la tía Jenny, a los pocos segundos se acercó un salvavidas quien pidió ayuda al hospital. Enseguida llegaron dos camilleros y se llevaron a Damon en una camioneta blanca a toda velocidad. Y ahora estábamos aquí, los nervios me mataban y casi me muerdo las uñas; un mal hábito que tenía y que a Edwin le molestaba. Me pongo de pie y decido caminar un poco para estirar las piernas pero sin alejarme, en realidad era una excusa para salir de aquella área, me estaba asfixiando. —Candice, ¿adónde vas? —me pregunta mi tía.
No podía dejar de observar el rostro perfecto de Damon mientras estábamos acostados en la terraza de su casa; su lugar favorito, o al menos eso me había dicho hace unas cuantas horas. Su padre se comportaba más amable que de costumbre y lo agradecía, mientras que mi tía le daba igual si me quedaba a dormir en su casa o en la de Damon. Mi primo Arturo pasó por la mañana a saludar y se fue diciendo que ya estaba todo arreglado. En este punto debo admitir que me aterraba la manera en la que estaba tomando decisiones tan importantes como lo era el hecho de perder mi virginidad con un completo desconocido, pero al cerrar los ojos recuerdo cada palabra que me repetía Edwin una y otra vez hasta el cansancio. "Vive como si cada segundo fuera tu peor enemigo en la guerra, no permitas que te alcance, olvida las reglas de la sociedad; sobre si hay o no un tiempo determinado para hacer las cosas o
Nos miramos en silencio unos segundos mientras el ambiente se volvía más cálido a nuestro alrededor. Observo su cuerpo desnudo, su pecho subiendo y bajando como resultado de su excitación; sus brazos, sus hombros... ¡maldita sea! Era muy guapo, el epítome de la belleza masculina. Me recuesto y él coloca una mano sobre mi hombro, yo toco su pecho con curiosidad tratando de explorar el sendero que lleva directamente a sus sueños y deseos más profundos, su piel era incitante y suave. —No tienes idea de cuánto deseo hacer esto —susurra. —Yo deseo esto ahora, con más ganas que tú —respondo con una sonrisa. Como respuesta acercó la cabeza hasta que nuestros labios se rozaron. —Insisto en que eres la chica más hermosa, apetecible y más d
La brisa del viento chocaba contra mi rostro mientras observaba como Damon hablaba y reía con la rubia de ojos redondos y curiosos, era muy guapa, de hecho parecía modelo de revista y eso me hacía sentir un poco incómoda, él me había pedido unos minutos para hablar con ella a solas sin explicarme quien era, y mientras me devanaba los sesos pensando que podría ser; una amiga, prima, hermana, novia, ex novia... él caminaba a la orilla de la playa con esa chica como si nada. Estaba pensando seriamente en marcharme a casa de la tía Jenny cuando de pronto siento un pequeño golpe en la cabeza y enseguida mis ojos capturan una pelota de playa en mis piernas. —¡Lo siento! —Se acerca un chico guapo y con acento inglés, por la calidez de su sonrisa puedo imaginarme que es el tipo de personas amables pero en cuanto está a unos cuantos centímetros de mi tira de mi brazo y me estrecha contra su cuer
Un silencio sepulcral se colocó en la sala de la tía Jenny y aquella niña rubia tenía los ojos fijos en mí. A pesar de ser una niña de trece años parecía un poco mayor; su semblante era tan pálido y agrio, con una postura rígida como amenazadora. Sus oscuros ojos grises me atravesaban como dagas pero en esos momentos la esquivo colocando mi atención en las manecillas del reloj en forma de barco, colgado en una de las paredes cercanas a la cocina. Me daba risa interna al sentir la hostilidad apenas disimulada bajo una capa de inocencia. Damon había subido a una de las habitaciones en donde según él la tía tenía cientos de botiquines de emergencia, pues la niña tenía una cortada en la mano y le estaba sangrando. —¿Qué relación tienes con Damon? —interroga el pequeño monstruo rubio al tiempo que una expresión de pocos amigos le atraviesa el rostro.
Último capítulo