No podía dejar de observar el rostro perfecto de Damon mientras estábamos acostados en la terraza de su casa; su lugar favorito, o al menos eso me había dicho hace unas cuantas horas. Su padre se comportaba más amable que de costumbre y lo agradecía, mientras que mi tía le daba igual si me quedaba a dormir en su casa o en la de Damon. Mi primo Arturo pasó por la mañana a saludar y se fue diciendo que ya estaba todo arreglado. En este punto debo admitir que me aterraba la manera en la que estaba tomando decisiones tan importantes como lo era el hecho de perder mi virginidad con un completo desconocido, pero al cerrar los ojos recuerdo cada palabra que me repetía Edwin una y otra vez hasta el cansancio.
"Vive como si cada segundo fuera tu peor enemigo en la guerra, no permitas que te alcance, olvida las reglas de la sociedad; sobre si hay o no un tiempo determinado para hacer las cosas o
Nos miramos en silencio unos segundos mientras el ambiente se volvía más cálido a nuestro alrededor. Observo su cuerpo desnudo, su pecho subiendo y bajando como resultado de su excitación; sus brazos, sus hombros... ¡maldita sea! Era muy guapo, el epítome de la belleza masculina. Me recuesto y él coloca una mano sobre mi hombro, yo toco su pecho con curiosidad tratando de explorar el sendero que lleva directamente a sus sueños y deseos más profundos, su piel era incitante y suave. —No tienes idea de cuánto deseo hacer esto —susurra. —Yo deseo esto ahora, con más ganas que tú —respondo con una sonrisa. Como respuesta acercó la cabeza hasta que nuestros labios se rozaron. —Insisto en que eres la chica más hermosa, apetecible y más d
La brisa del viento chocaba contra mi rostro mientras observaba como Damon hablaba y reía con la rubia de ojos redondos y curiosos, era muy guapa, de hecho parecía modelo de revista y eso me hacía sentir un poco incómoda, él me había pedido unos minutos para hablar con ella a solas sin explicarme quien era, y mientras me devanaba los sesos pensando que podría ser; una amiga, prima, hermana, novia, ex novia... él caminaba a la orilla de la playa con esa chica como si nada. Estaba pensando seriamente en marcharme a casa de la tía Jenny cuando de pronto siento un pequeño golpe en la cabeza y enseguida mis ojos capturan una pelota de playa en mis piernas. —¡Lo siento! —Se acerca un chico guapo y con acento inglés, por la calidez de su sonrisa puedo imaginarme que es el tipo de personas amables pero en cuanto está a unos cuantos centímetros de mi tira de mi brazo y me estrecha contra su cuer
Un silencio sepulcral se colocó en la sala de la tía Jenny y aquella niña rubia tenía los ojos fijos en mí. A pesar de ser una niña de trece años parecía un poco mayor; su semblante era tan pálido y agrio, con una postura rígida como amenazadora. Sus oscuros ojos grises me atravesaban como dagas pero en esos momentos la esquivo colocando mi atención en las manecillas del reloj en forma de barco, colgado en una de las paredes cercanas a la cocina. Me daba risa interna al sentir la hostilidad apenas disimulada bajo una capa de inocencia. Damon había subido a una de las habitaciones en donde según él la tía tenía cientos de botiquines de emergencia, pues la niña tenía una cortada en la mano y le estaba sangrando. —¿Qué relación tienes con Damon? —interroga el pequeño monstruo rubio al tiempo que una expresión de pocos amigos le atraviesa el rostro.
Damon sube con dificultad los peldaños de las escaleras debido a la cantidad de chicos que hay en ellos y yo intento seguirlo cuando de pronto siento que alguien me toma de la mano, al girarme me doy cuenta que se trata de Adelice; quien me sonríe de oreja a oreja y me jala para que la siga. Volteo para gritarle a Damon pero justo en esos momentos ella me jala y echa a correr por un corredor que estaba al lado de las escaleras. —Tiene que ser una broma —resoplo. Giro sobre mis talones y poco después paseaba por el corredor tratando de encontrarla, por segundos me arrepentía de haberlo hecho ya que era evidente el desprecio con el que me veía. Al llegar al final del pasillo decido que es hora de regresar y buscar mejor a Damon, cuando de pronto las luces se apagan y la música deja de sonar. Trago saliva mientras mis ojos intentan acost
Jamás en la vida había deseado salir corriendo de un lugar hasta ahora, me encontraba sentada en uno de los sillones de la costosa sala de aquella familia. En cuanto Damon entró y me salvó de las garras de su hermano gemelo obligó a sus hermanos terminar la fiesta tan extraña que habían iniciado. Esos chicos no tenían idea de las responsabilidades que conlleva hacer una fiesta de ese tipo y mucho menos hacerse cargo de una menor con mente de adulto, pero en el fondo me divertía ver como se apresuraban a recoger todo el desastre. Los individuos desnudos se habían marchado y su madre no tardaba en llegar. Mientras observo a Damon recoger la b****a pienso en todas las cargas emocionales que dejaba atrás estando a su lado, y que me parecían tan pesadas como una piedra de molino que colgaba en mi cuello. Me pregunto... ¿cuántos secretos esconde? Saber que tenía un hermano gemelo me hizo caer en la realidad y despertar del ensueño; no conocía r
Alcanzamos juntos el clímax tres minutos después de que todo hubiera comenzado, nuestros cuerpos lo deseaban como si estuviéramos inmersos en una carrera cuya meta por mutuo acuerdo era un orgasmo tan placentero que me provocó cerrar los ojos con fuerza. Jadeaba con la cara enterrada en su hombro mientras él me rodeaba con un brazo y utilizaba el otro para acariciar mi mejilla. —Lamento haberme aprovechado de ti, no quiero que pienses que solo te quiero a mi lado para hacer el amor antes de morir, pero no puedo evitar desearte a cada momento —me susurra haciendo que los latidos de mi corazón se dispararan. Escucho como toma una honda bocanada de aire, se aleja un poco pero compruebo con felicidad que seguíamos a una distancia segura, coge una de mis manos y me ofrece su sonrisa más encantadora.
La madre de Barbara, Jovany y Adelice era un tanto extraña y por momentos pensé que quizá estaba chiflada. Era evidente que se trataba de una mujer de armas tomar, más concretamente de una mujer que tenía un gusto excesivo por el orden y la limpieza aunque su sentido de la moda era nulo. Su chaqueta militar ajustada al cuerpo hacía que moldeara más su figura, la camisa que llevaba debajo era de un blanco inmaculado y los pantalones del mismo color a juego que la chaqueta se amoldaban a sus largas piernas como si fuera una segunda piel. Sus botas negras relucían y seguramente era por pasar horas y horas limpiándolas, o al menos eso era lo que me imaginaba. Pero no fue tanto la ropa como la mujer que la llevaba puesta lo que llamó mi atención en cuanto llegó y me inspeccionó con la mirada, sino el hecho de que poseía un arma con la cual ahora me apuntaba mientras permanezco sentada en donde juré nunca hacerlo.
Me bajo del carro y sin voltear entro a la casa, cuando cierro puedo escuchar cómo se aleja en su carro e intento tranquilizar mi corazón alborotado por tantas emociones del día. —Me preguntaba cuanto tiempo tardarías en darte cuenta de que Damon tenía un hermano —la voz de Arturo hace que me gire y mis ojos se clavan en los suyos, quien se encuentra sentado en uno de los sillones largos de la estancia principal, con una media sonrisa y el televisor prendido en algún estúpido programa de televisión en donde los concursantes debían hacer actividades físicas en la playa—. ¡Quita esa cara de papel, Candice! Las redes sociales son los nuevos monstruos del chisme. —Me lo hubieras contado —giro los ojos y me siento a su lado. —Quería ver tu cara cuando te enteraras —saca una paleta de uno