Cuando despierto me encuentro en una habitación que no reconozco, al principio mi visión es borrosa pero con el paso de los segundos se va aclarando y todo comienza a tomar forma, mi mente intenta unir las piezas sueltas del rompecabezas de lo sucedido, pero solo recuerdo la sonrisa de Edwin y la sensación del agua entrando a mis pulmones.
—Por fin despiertas.
Una voz que me parece melódica hace que gire, Damon está sentado en una silla mecedora observando cada uno de mis movimientos.
—¿Qué ha pasado? —pregunto mientras respiro profundamente.
—Lo que ha pasado es que nos has metido un susto de mierda —se pone de pie y se acerca a mí, lo observo mejor; sin camisa, con el pelo húmedo y las pupilas dilatadas, los nudillos de la mano rojos y una mejilla ligeramente moreteada—. Si no sabes nadar no es bueno que te metas a una piscina en medio de una pelea.
Después de que me hicieran miles de preguntas y de negar que lo que había en la sudadera no me pertenecía, me metieron a una especie de celda fría para que esperara a que alguien acudiera a mi ayuda. Estaba muy confundida con lo ocurrido, escuché de los policías que había explotado el tanque de gas de uno de los puestos que estaban en aquel festival, murieron tres personas incluyendo un niño y estaba en investigación la zona completa. No dejo de juguetear con el anillo de compromiso que nunca me quito y mentalmente hablo con Edwin. Cuando de pronto llegan dos oficiales acompañando a Damon y al entrar le quitan las esposas.—Lo siento mucho Candice —se disculpa con voz ronca mientras se sienta a mi lado.—Tal vez deberías explicarme qué es lo que pasó —lo miro fijamente a los ojos y veo la culpa en ellos.—Es complicado —se pasa una mano
Damon estaba tan tranquilo que me costó trabajo asimilar lo que me dijo, de hecho parecía como si el tiempo hubiera tomado un descanso colocándonos en las profundidades de un sueño eterno. En ese momento no supe cómo actuar, solo terminé por abrazarlo fuertemente mientras sentía que las palabras llenas de sentimientos se acumulaban en mi garganta pidiendo a gritos salir, y comencé a llorar. Damon me abrazó y poco a poco sentí el calor de su cuerpo recorrer el mío, apenas lo conocía pero no quería que muriera, no quería que se fuera con Edwin. —Candice —me dice con voz ronca—. No llores, no tienes por qué hacerlo, todo estará bien..., quiero decir..., todos moriremos algún día, solo que yo me adelantaré primero. —¡¿Cómo puedes decirlo así?! —Me aparto de él y lo miro fijamente a los ojos—. Como si fuera tan fácil. <
} Mi corazón da un brinco al escuchar eso, pero en esos instantes nos interrumpe su madre, quien entra con preocupación en los ojos. —Chicos, hay cambio de planes —la señora Melany se veía muy afligida—. Me temo que tendremos que ir a dar el pésame a la familia Robinson, el mejor amigo de tu padre ha fallecido. —Siento escuchar eso mamá, pero creo que lo mejor es que me quede en casa ya que Candice... —¡No digas estupideces Damon! La voz de un hombre que se encontraba en la puerta retumba por toda aquella habitación, cruza una mirada con la madre de Damon siguiendo con él y terminando en mí su recorrido visual. Se acerca con una actitud prepotente que me molesta y saca lo peor de mí para después mirarme de pies a cabeza.
Damon llevaba más de una hora encerrado en la sala de estar con sus padres, cuando me comentó por lo que estaba pasando imaginaba que no solo su madre lo sabía, pero estaba equivocada. El sueño me vencía poco a poco y justo cuando cerraba los ojos con toda la intención de dormirme en uno de los sillones caros de la familia, Damon sale; tiene los ojos rojos pero se le ve tranquilo. Enseguida salen sus padres y me sorprendo al ver a aquel señor que hace unas horas atrás me había insultado, con un rostro que demostraba su derrota y parecía que hubiera llorado al igual que su hijo. Observo la hora en el reloj en forma de barco que se encontraba colgado en una de las paredes de la estancia, rodeado de fotografías familiares; son las cuatro de la madrugada. —Candice —me llama aquel hombre—. Te pido una disculpa por la forma en la que te traté, estaba estresado, y me temo que cargué contra ti
A la mañana siguiente cuando abro los ojos lo observo dormir, su cabello castaño oscuro era un completo desastre, habíamos dormido abrazados toda la noche. Con sumo cuidado me incorporo y me pongo de pie. —¿Se puede saber a dónde vas? —me pregunta con voz ronca al tiempo que se tallaba los ojos con una mano y suelta un bostezo gracioso hasta cierto punto. —Necesito volver con la tía Jenny, debe estar preocupada por mí —me pongo los tenis y me alisto para marcharme. —Pero aún falta mi sorpresa —Damon se queja como si fuera un niño pequeño. —Puede esperar a más tarde —sonrío y me acerco para regalarle un beso. —Candice, la espera no está en mis planes, el tiempo me gana —agarra mi
La noche había caído y aún seguía en la sala de espera del hospital, mi tía Jenny y Arturo estaban conmigo, la madre de Damon había bajado a la cafetería por algo de comer, en todo el tiempo que estuvimos aquí no ha parado de fumar y de llorar. Cierro los ojos y recuerdo que cuando se desmayó en la playa lo primero que hice fue marcar a la tía Jenny, a los pocos segundos se acercó un salvavidas quien pidió ayuda al hospital. Enseguida llegaron dos camilleros y se llevaron a Damon en una camioneta blanca a toda velocidad. Y ahora estábamos aquí, los nervios me mataban y casi me muerdo las uñas; un mal hábito que tenía y que a Edwin le molestaba. Me pongo de pie y decido caminar un poco para estirar las piernas pero sin alejarme, en realidad era una excusa para salir de aquella área, me estaba asfixiando. —Candice, ¿adónde vas? —me pregunta mi tía.
No podía dejar de observar el rostro perfecto de Damon mientras estábamos acostados en la terraza de su casa; su lugar favorito, o al menos eso me había dicho hace unas cuantas horas. Su padre se comportaba más amable que de costumbre y lo agradecía, mientras que mi tía le daba igual si me quedaba a dormir en su casa o en la de Damon. Mi primo Arturo pasó por la mañana a saludar y se fue diciendo que ya estaba todo arreglado. En este punto debo admitir que me aterraba la manera en la que estaba tomando decisiones tan importantes como lo era el hecho de perder mi virginidad con un completo desconocido, pero al cerrar los ojos recuerdo cada palabra que me repetía Edwin una y otra vez hasta el cansancio. "Vive como si cada segundo fuera tu peor enemigo en la guerra, no permitas que te alcance, olvida las reglas de la sociedad; sobre si hay o no un tiempo determinado para hacer las cosas o
Nos miramos en silencio unos segundos mientras el ambiente se volvía más cálido a nuestro alrededor. Observo su cuerpo desnudo, su pecho subiendo y bajando como resultado de su excitación; sus brazos, sus hombros... ¡maldita sea! Era muy guapo, el epítome de la belleza masculina. Me recuesto y él coloca una mano sobre mi hombro, yo toco su pecho con curiosidad tratando de explorar el sendero que lleva directamente a sus sueños y deseos más profundos, su piel era incitante y suave. —No tienes idea de cuánto deseo hacer esto —susurra. —Yo deseo esto ahora, con más ganas que tú —respondo con una sonrisa. Como respuesta acercó la cabeza hasta que nuestros labios se rozaron. —Insisto en que eres la chica más hermosa, apetecible y más d