— Es enorme...— exclamó Nicky observando anonada la mansión ante sus ojos, los cuales brillaron con el enorme jardín lleno de colores que rodeaba la casa.—¿ Vives aquí?— preguntó René algo más calmada.— No, solo estamos pasando unos días...— respondió escondiendo la mirada.— Es enorme...— Nicky comenzó a correr hacia el jardín.— No...Detente — quiso correr tras ella pero Héctor la detuvo del brazo— Ellos la vigilarán, tú debes descansar...— su tono neutro creó un pequeño escalofrío en el cuerpo de la menor, quien solo pudo asentir.— Hay un tobogán...— gritó René sorprendiendo a Regina. Cuando llegaron no había ninguno ¿ De dónde salió?. Miró a Héctor y éste esquivó su mirada.— Cuando se cansen llévalas al cuarto que se las fue asignado y que una de las chicas se encargue de bañarlas y vestirlas...— demandó ganándose el asentimiento del rubio. Sin decir nada más caminaron hasta entrar y encontrarse de nuevo con ese aroma a Italia, el olor de una salsa inundaba la sala e incons
La cena se sirvió según las preferencias de cada presente, esta vez eran cuatro. Héctor como siempre ocupaba el puesto frontal, Regina se había apartado un poco para quedar en medio de sus pequeñas. Después de meses por fin volvía a compartir una cena, en la cual no faltaron risas, anécdotas graciosas, reproches y chistes verdes. Otra esfera cubría la casa en ese momento, una cálida y llena de amor, una que conmovía a la servidumbre. No conocían a Regina de mucho pero habían notado la diferencia entre la muchacha apagada que llegó y la que ahora estaba sonriendo como si en eso se basará la vida. Ésto tampoco pasó desapercibido ante Héctor, quien observaba detenidamente cada mueca que ella realizaba, cada brillo en sus ojos al mirar a esas mocosas y esa voz melosa al recordar o contar una anécdota.— Regina, también era traviesa ¿ Sabes?— le dijo Nicky a Héctor intentando involucrarlo en la conversación. Ambos mayores se miraron y Héctor solo pudo recordar lo que causaban sus travesías
Con dificultad había logrado dormir sobre esas sábanas asquerosas, todo su cuerpo se contraía con cada pensamiento, y tener la mirada de Héctor en su nuca no era algo que redujera la tensión...La sensación de ser envuelta por unos brazos cálidos relajó su cuerpo, por unos segundos se acomodó en esa paz hasta que un tic se hizo en su cabeza y abruptamente se apartó de él. Abrió los ojos desorientada y horrorizada, la mirada neutra de Héctor se posó en ella con indiferencia, aunque por dentro estaba molesto por su acto. Sus ojos algo ahogados en lágrimas se dirigieron hacia la ventana notando el cielo todavía oscuro que cubría el fondo.— Es temprano...— la voz ronca de Héctor se sintió tan cerca, su respiración acarició el cuello de la menor creando un pequeño escalofrío en ella.—¿ Por qué te levantas así?...— acarició su rostro obligándola a mirarlo, en cuanto sus ojos se encontraron una pequeña sonrisa maliciosa apareció entre sus labios — ¿ Te molesta que te abrace?...— acarició s
En el transcurso de los días no había podido abandonar la casa, su hermano la había dejado fortificada, parecía una prisión federal de máxima seguridad. Podría escapar pero tendría que llevarse por delante a varios guardias, además, un escándalo como éste podría llamar la atención de los hombres que llevaban casi dos semanas en un punto ciego al que los guardias de Héctor no daban importancia Aquella mañana el frío mostraba el cambio de tiempo, pronto sería octubre, el viento comenzaba a cambiar. Se suponía que a estas alturas Héctor ya habría vuelto y ella podría salir de esa prisión pero no así fue, por alguna razón que ella desconocía, el viaje se alargó. Eso la enojaba por dentro, quizás él se estaba desquitando con la pequeña o quizás pretendía apartarla por un tiempo.— ¡ Idiota!— bufó apartándose de la ventana, caminó unos cuantos pasos y se sentó en su escritorio, tecleó un par de cosas y aparecieron ante sus ojos las imágenes de la casa de Roma. Miró a cada rincón de la ca
« ¿ Qué hago aquí?»« Quiero volver con mi familia»« Tú no tienes familia »Se hundió en la bañera deseando dejar de respirar, ya no aguantaba tanta agonía, ya ni tenía la cara para sonreírle a sus hermanas. Lo había pensado por mucho tiempo, debía buscar la manera de apartar a sus pequeñas de ella, no quería dejarlas pero y si crecían¿ Acaso no las harían lo mismo? ¿ No las venderían a algún asqueroso de ese maldito círculo?. No podía permitir eso, no cuando ella deseaba escapar.Sintió como tiraron de ella hacia arriba hasta sacarla del agua, con algo de desorientación vió al gris oscuro sujetando sus brazos, su rostro serio como siempre.— ¿ Qué estás haciendo?...— preguntó enojado.— Bañarme, me siento asquerosa...— Te dije que no estuvieras utilizando la bañera...—¿ Qué te da miedo?...— preguntó con frialdad —¿ Piensas en algo que hiciste?...— Ya basta, acaba con eso y ponte algo cómodo, saldremos en una hora...—¿ A qué viejo iremos a ver hoy? ¿ Tengo que cubrir mis heridas?
Estaba envuelta en sus brazos, su cuerpo desnudo era calentado por el de él, era una maldita realidad, no podía fingir no saberlo. Con cuidado de no despertarlo apartó el brazo que descansaba en su cintura, se sentó en la cama, tomó algo para cubrirse y caminó hacia el cuarto de baño. Ahí se lavó la cara, lloró como lo había estado haciendo en los últimos días para luego secarse la cara y suplicar por volver a Inglaterra, ahí no se sentía segura pero por lo menos tenía a Kim, ella estaría ahí para cuidarla y protegerla de Héctor, y era cierto, nunca permitiría que él la tocara ni un pelo.Regresó a paso lento al cuarto, la oscuridad cubría su caminar, su mente estaba nublada, no podía seguir con esto, ya no quería sentirse así, no quería odiarse cada día más... Era débil, creyó en que algún día escaparía pero esa puerta se cerraba cada día más, se oscurecía, parecía el final de un túnel sin final...Viendo al Sol aparecer soltó un suspiro, en ese mismo momento escuchó los pasos de Héc
— Yo...— sus manos comenzaron a temblar, su rostro palideció, las lágrimas cesaron, su respiración se agitó, el aire entraba con dificultad. Debía haber escuchado mal, debía haber oído mal, no podía ser cierto, esa no podía ser su respuesta.— Si lo haces, tus hermanas desaparecerán, tendrán otra vida muy alejadas de todo... Serán libres.— No ...— negó incrédula—¿ La libertad de ellas o la vida de tu padre? Elije bien Regina...— Eres un monstruo...— le gritó.— Lo sé...— No puede ser así, no puedo arrebatar una vida...— Es la puerta a la libertad...— Para ser libre tendría que matarte a tí...— apretó los puños.— No, para ser libre tendrías que morir...— tomó una toalla y se la colgó en el hombro — Tienes diez segundos para decidir...— le dió la espalda — Es hora de que te hagas mayor...El silencio inundó el cuarto, el Sol ya casi había salido. « Aún con la luz, sigo en la oscuridad ». La impotencia golpeaba con fuerza su pecho, « Victor, quien intentó matarla a ella y a sus he
Aquella tarde, tras salir de la ducha y tomarse un montón de pastillas para callar las voces que gritaban en su cabeza, se tumbó para dormir, algo que no consiguió, la imagen de Víctor la atormentaba, la voz de Héctor, la respiración tan lenta... Todo era un caos en su cabeza .Se levantó de la cama, tomó dos pastillas más para el dolor de cabeza, tuvo un pequeño mareo pero aún así se levantó caminando inconscientemente hacia el ventanal, por el que vio a Arthur poniendo un par de maletas al auto, junto al mismo estaban René y Nicky mirando a Héctor con caras largas.— No...— susurró para luego salir corriendo hacia el jardín. Las escaleras fueron un gran obstáculo y se tropezó con algún que otro sirviente, sin embargo no se detuvo hasta estar fuera de la casa.—¡ Regina!— gritaron ambas corriendo a sus brazos. Ellas las abrazó sollozando.—¿ A dónde te las llevas?...— le preguntó a Héctor, quien solo la ignoró — Respóndeme... ¿ Acaso no te cansas de lastimarme?... ¿No te cansas...?—