Hacer lo que le pidiera llevó a Henry a estar desnudo, portando únicamente su collar de entrenamiento, de rodillas en el suelo del camarote del pequeño yate en el que viajaban. No tenía cabeza ni siquiera para sentirse expuesto por su desnudez.
La principal sorpresa no fue que Gem le avisara que el viernes en la mañana partirían para una isla, ni siquiera le extrañó que North Brother Island[1] fuese el destino del internamiento; de un modo deliciosamente irónico, terminar en ese lugar tan tétrico era casi una cuestión kármica. Inclusive, saber que iba a estar desnudo la mayoría del tiempo ―sino casi todo― tampoco lo fue. Lo más asombroso de todo fue conocer la verdadera identidad de Lawrence y Shae.
Casi se le cerró la garganta al verlos, pensó que la humillación comenzaba en ese instante cuando, desnudo y con su collar, fue a colocarse donde
Hank no se había percatado del paso del tiempo, pero la escasa luz que entraba por la ventana diminuta de su celda se fue atenuando de un momento a otro; su mente se encontraba en otro plano, volviendo lentamente a la realidad; sentía la piel tirante e irritada, y el jergón donde se hallaba tirado no ayudaba mucho, a pesar de que la espalda y toda la parte posterior de su cuerpo estaba libre de cualquier marca o señal de la tortura previa.Recordó a Gemini, en ese rol tan distante y frío, jugando con su cuerpo y con su cabeza en ese proceso demencial que era el juego del rapto. Se estremeció.Mientras él se preguntaba si aquello le gustaba, si alguna vez había fantaseado con algo similar, las puertas se abrieron. De inmediato se puso en pie, asustado y nervioso de que se volviese a repetir la sesión, pero para su sorpresa, quien estaba en la puerta era La Ama.―Es hora de irnos, Hank ―le infor
Henry despertó por el toque firme de una mano, abrió los ojos algo aturdido y desorientado, para encontrarse con la mirada atenta de Shae que le increpaba para que hiciera algo.―¿Qué? ―preguntó con voz soñolienta.―Que debes levantarte ―repitió ella con firmeza―. Tienes hora y media antes de que La Ama despierte ―informó en voz baja―. Son las siete de la mañana, deben estar listos a las nueve, así que tienes hasta las ocho y media para desayunar, bañarte y acicalarte. Luego tendrán media hora para prepararse para la nueva sesión.El que la mucama le recordara que continuaban en el juego y que tenía que levantarse se sintió como una descarga eléctrica en su cerebro. Se levantó de un salto, sin acordarse de que estaba desnudo y se alejó rumbo al baño.―Ahí no, Hank ―le avisó Shae, mientras doblaba la manta que l
A ratos Hank quería reírse, solo una vez había usado ropa de mujer y fue junto a sus compañeros de universidad ―incluido Pedro Cruz― durante una fiesta de disfraces de la facultad.Claro que aquella vez todo fue muy improvisado, las pelucas eran de una tienda de disfraces, los vestidos los habían adquirido en una tienda de segunda mano y las carteras y accesorios habían salido de las cosas de sus novias.Esa vez, de un modo peculiar, se veía preciosa… a pesar de sus dimensiones.Gemini lo bautizó Halley. Llevaba puesto todo el paquete de mucama, vestido a la medida de color verde agua, delantal blanco con cofia a juego, medias de nailon, zapatos de tacón, peluca rubia de cabello largo con dos trenzas, zarcillos a presión, su collar de sumiso y muñequeras de tela de color blanco. El maquillaje estuvo a mano de Shae y La Ama, de hecho parecían dos niñas pequeña
Henry despertó en la litera del cuarto que compartía con Shae y Lawrence, era domingo y se suponía que sería el último día de su internamiento. Su cuerpo estaba agotado, la extenuación de su mente dominaba todo, había sobrepasado límites jamás pensados, lo que le pasaba factura en ese momento.Se giró sobre sí mismo, tratando de reunir fuerzas para ponerse en pie y presentarse ante La Ama; recordaba vagamente cómo había llegado hasta allí: obnubilado, indefenso, Gemini lo condujo a su cama y se dedicó a acariciar su mejilla con delicadeza, preguntándole ―entre suspiro y suspiro que escapaba de la boca de Hank― si se encontraba bien.Fijó su atención en su maleta, la que había quedado a merced de La Ama cuando bajaron del bote y entraron a la isla; aquello era una señal de que internamiento había concluido, lo cual lo
Los siguientes días discurrieron entre sus largas disertaciones internas sobre si continuar como sumiso de Gemini o no, y los últimos detalles del lanzamiento de Ove para el primero de abril. Como si eso no fuese suficiente, también estaban atentos a la Primera Gala de Primavera que Nok-Tok iba a organizar ese año, con la finalidad de agasajar a todos los clientes de la agencia por su preferencia ―y también por los millones de dólares que les estaban haciendo ganar―.No por nada, Nok-Tok iba conquistando posición y autoridad en el mercado de la publicidad; desde la nominación de Gem a los premios publicitarios y sus posteriores galardones ganados, la agencia estaba en boga y con la nominación de ese año a Helen, el futuro se mostraba bastante satisfactorio para la agencia. El departamento creativo estaba indetenible, esperando llevarse premios dos años consecutivos, lo que implicaba que ellos ten&iac
Había bromeado con Cameron de que no iba a ir a esa fiesta, que la gala de primavera no le llamaba la atención, pero todo era un chiste, Gem Rivers sabía que no podía actuar de forma infantil con el nido de buitres que empezaba a ser la cúpula directiva, ahora que Eric Price estaba ‘suspendido’.Sin embargo, tenía un compromiso previo con Lawrence, ese viernes pautaron una sesión y ella no iba a quitarle el espacio de tiempo que tanto anhelaba, en especial cuando conocía el trabajo que hacía el detective y lo mucho que necesitaba eso.Su relación había tenido comienzos peculiares ―por decir lo poco―, no obstante, se llevaban extremadamente bien. No importaba lo que saliera de la boca de Lars Hall, Gem siempre tenía una palabra adecuada o un silencio apacible para hacerle sentir mejor; los juegos de rol con ella le permitían desconectar de todo y del mundo, adoraba ser
Las siguientes horas de esa madrugada del once de abril fueron un infierno.A Hank le duró la parálisis solo un par de segundos, de inmediato se comunicó con el detective Hall.―Ya la recibí ―fue la contestación al otro lado de la línea―. Su última geolocación indica que estuvo en la oficina.―Voy saliendo para allá ―anunció con un hilo de voz.Mil cosas pasaron por su cabeza, la primera fue la culpa por haberla dejado sola a la salida de fiesta; lo siguiente le encogió el corazón, porque la única persona en que podía pensar que le había hecho algo a Gem Rivers era Adam Fox.Detuvo un taxi y hecho un manojo de nervios se subió a este, se comunicó con Helen, Harold y Cameron, luego con los dueños de la agencia para avisarles lo que estaba pasando. Según la funcionalidad del tel&eacut
―¿Qué fue lo que le pasó a Gemini? ―demandó Leonid apenas vio a Lars.―Activó una alerta de seguridad de su móvil ―respondió con frialdad.―Eso lo sé, me llegó a mi teléfono ―replicó el otro elevando el tono de su voz―. Vine a su casa a ver si le había sucedido algo.―¿A qué hora fue eso? ―preguntó el detective.Estaban en la sala del departamento, todo se veía normal, sin ninguna variación, tal cual y como lo dejaron antes de que él mismo la llevara a la gala. Leonid estaba pálido y desesperado, se manoteaba el cabello continuamente.La policía estaba revisando, aunque se notaba que nada se encontraba fuera de lugar, era evidente que la desaparición de Gem no sucedió allí, ni tampoco habían ido a ese lugar después de la abducción.Lars comenzaba a impacientarse,