Alondra ingresó a la cabaña se acostó en la cama y dejó que las lágrimas rodaran sin control por su rostro, se sentía la mujer más miserable del mundo, había sido una ilusa pensando que alguien podría amarla.
—¡Eres una imbécil Alondra! No entiendes que no naciste para que un hombre te amé, el único quién te amó y lo destruiste ¡Fue Cristiano!—De inmediato los recuerdos de él se acumularon en su mente —. Nunca lo amé, solo quería experimentar el sexo, ¿Acaso tenía que aceptarlo así no lo amara?
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Una semana despuésAlondra se había mantenido encerrada en su habitación, aislada totalmente del mundo exterior, antes de internarse allí, compró pan, galletas, jugos, agua y se encerró, no quería hablar con nadie, ni siquiera la televisión encendió, su celular se descargó al segundo día y no hizo esfuerzo de cargarlo. Durante los siete días se bañó solo dos veces, unicamente se mantenía en vigilia mirando al techo, sin nada que hacer, porque hasta miedo de dormir le daba, por temor a que las pesadillas regresaran, cerraba los ojos y pensaba, que bueno sería no sentir, no suf
Dos días despuésAlondra estaba frente al espejo, su estado de ánimo había mejorado un poco, se había peinado con medio recogido de cabello, dejando lo demás suelto, se colocó un vestido largo sencillo de color rojo, que le dejaba descubierto parte de su cintura exhibiendo su ombligo, debía aprovechar antes de que su vientre creciera, manga tres cuarto, hombros descotados y tacones negros, lo había comprado hacía unos días, no era de marca, le gustó y se lo compró y había decidió colocárselo para la boda. Atrás quedaron esos días cuando lo más importante era impresionar, ser la mejor vestida, usar la ropa más costosa, siempre iba con la intención de opaca
ADVERTENCIAESCENAS FUERTES, NO APTAS PARA MENORES DE EDAD NI PERSONAS SENSIBLES, SI TIENE ALGUNA DE LAS CONDICIONES INDICADAS POR FAVOR NO LEA.Cuando Alondra, salió se subió de inmediato al auto, quería alejarse lo más pronto posible de Felipe y lo que él representaba.
El maldito desgraciado seguía sobre ella, pensaba Alondra, su desesperación aumentaba, no podía creer lo que le estaba pasando, sentía que era a otra persona a quien le estaba sucediendo eso, el hombre la golpeaba, cuando intentaba liberarse, ella lo mordió y él le propinó unas cachetadas, gritaba, era el momento más tormentoso que había vivido en su vida, se sentía tan impotente —¡Estate tranquila! Y deja que acabe con lo que estoy haciendo, y si quieres grita todo lo que quieras, que nadie te va a oír, primero te haré mía y luego, como no soy egoísta mis muchachos también tendrán su festín—. Concluyó con una carcajada mientras se vaciaba en ella.
Alondra se quedó en casa de Manolo por tres semanas, su tristeza se había profundizado más, intentó irse del departamento, pero él no lo permitió, mientras tanto ella se volvió un tanto timorata, no quería salir, vivía con una constante zozobra, el mínimo ruido producía inquietud en su cuerpo, mente y alma, incluso no llamaba a sus padres, se aisló del mundo exterior, su único contacto externo era Manolo.Él se había dado cuenta de que vomitaba en las mañana
Dos meses despuésAllí estaba en Palermo, en casa de los abuelos de los gemelos Ferrari, ellos se habían portado muy bien, hasta Camilo se había abocado a ayudarla, se hizo pasar frente a Felipe por el padre de su bebé, bueno bebés, porque en el eco que se había hecho le habían indicado que eran mellizos, una niña y un niño. Cerró los ojos y el recuerdo de lo pasado llegó a su mente “Taddeo llegó con una maleta a su departamento, tocó la puerta y cuando le abrió, al verlo se sorprendió —¿Qué haces con esa maleta aquí?
Al día siguiente Alondra fue dada de alta, estaba pensando en la forma de trasladarse hasta la posada, cuando tocaron la puerta e invitó a pasar a la persona, entró Taddeo diciendo —. Vine a buscar a dos de las damas más hermosas que conozco y a un pequeño caballerito para llevarlos a casa.—¡Taddeo! —Exclamó sorprendida —, no te esperaba, estaba pensando en cómo me trasladaría hasta la casa.—Por nada del mundo dejaría
.Alondra estaba llorando en medio de la calle, la preocupación se había albergado en su interior, tenía miedo de no volver a ver a sus hijos, pero un par de minutos después, llegó Manolo, posó con cuidado, su mano apenas rozando su hombro para no espantarla, entretanto le decía —Tranquila mi niña, no temas, te llevaré donde están tus hijos, no te preocupes. Él solo está celoso porque piensa que hubo algo entre nosotros y no he podido explicárselo porque me hiciste prometer que no le contara la verdad.Último capítulo