El maldito desgraciado seguía sobre ella, pensaba Alondra, su desesperación aumentaba, no podía creer lo que le estaba pasando, sentía que era a otra persona a quien le estaba sucediendo eso, el hombre la golpeaba, cuando intentaba liberarse, ella lo mordió y él le propinó unas cachetadas, gritaba, era el momento más tormentoso que había vivido en su vida, se sentía tan impotente —¡Estate tranquila! Y deja que acabe con lo que estoy haciendo, y si quieres grita todo lo que quieras, que nadie te va a oír, primero te haré mía y luego, como no soy egoísta mis muchachos también tendrán su festín—. Concluyó con una carcajada mientras se vaciaba en ella.
Alondra se quedó en casa de Manolo por tres semanas, su tristeza se había profundizado más, intentó irse del departamento, pero él no lo permitió, mientras tanto ella se volvió un tanto timorata, no quería salir, vivía con una constante zozobra, el mínimo ruido producía inquietud en su cuerpo, mente y alma, incluso no llamaba a sus padres, se aisló del mundo exterior, su único contacto externo era Manolo.Él se había dado cuenta de que vomitaba en las mañana
Dos meses despuésAllí estaba en Palermo, en casa de los abuelos de los gemelos Ferrari, ellos se habían portado muy bien, hasta Camilo se había abocado a ayudarla, se hizo pasar frente a Felipe por el padre de su bebé, bueno bebés, porque en el eco que se había hecho le habían indicado que eran mellizos, una niña y un niño. Cerró los ojos y el recuerdo de lo pasado llegó a su mente “Taddeo llegó con una maleta a su departamento, tocó la puerta y cuando le abrió, al verlo se sorprendió —¿Qué haces con esa maleta aquí?
Al día siguiente Alondra fue dada de alta, estaba pensando en la forma de trasladarse hasta la posada, cuando tocaron la puerta e invitó a pasar a la persona, entró Taddeo diciendo —. Vine a buscar a dos de las damas más hermosas que conozco y a un pequeño caballerito para llevarlos a casa.—¡Taddeo! —Exclamó sorprendida —, no te esperaba, estaba pensando en cómo me trasladaría hasta la casa.—Por nada del mundo dejaría
.Alondra estaba llorando en medio de la calle, la preocupación se había albergado en su interior, tenía miedo de no volver a ver a sus hijos, pero un par de minutos después, llegó Manolo, posó con cuidado, su mano apenas rozando su hombro para no espantarla, entretanto le decía —Tranquila mi niña, no temas, te llevaré donde están tus hijos, no te preocupes. Él solo está celoso porque piensa que hubo algo entre nosotros y no he podido explicárselo porque me hiciste prometer que no le contara la verdad. Felipe miraba por la ventanilla del auto, miles de preguntas se aglomeraban en su mente inquietándolo “¿Estaría haciendo bien? Tal vez no debería atarla a él, su corazón se resintió cuando vio el rostro de desosiego de Alondra, ella ya no lo amaba”, se pasó las manos por la cabeza con desespero, despeinándose el cabello. Manolo lo observaba con curiosidad y no pudo evitar expresar con molestia.—Te prohíbo que te metas en donde nadie te ha pedido opinión —espetó con rabia Felipe. Felipe llegó al gimnasio donde regularmente entrenaban un grupo de hombres pertenecientes a diferentes células de la mafia europea, sobre todo la italiana; desde que se llegaba a las instalaciones la vigilancia y seguridad eran extremas.Estaba al tanto que allí podía encontrar a sus enemigos, pero en ese momento eso le tenía sin cuidado, la angustia que sentía de solo pensar en Alondra lo destrozaba, se imaginaba como si estuviese viendo cada agresión de la cual fue objeto, como el desgraciado ponía sus manos inmundas en su cuerpo y la tomaba con violencia, su mente se llenó de esas imágenes y por más que trataba de alejarlas, golpeteaban en CAPÍTULO 20. VERDADES AMARGAS
CAPÍTULO 21. INTENTO INFRUCTUOSO
Felipe llegó a la casa en horas de la madrugada, caminaba lentamente por el pasillo hasta llegar frente a la habitación de Alondra, se paró en la entrada, colocó su frente en la puerta, Manolo lo vio y le dijo —. Camina a tu habitación, déjala quieta, no vayas a despertarla, si te ve así la mortificarás.Felipe respiró profundo —Quiero verla, solo será un momento, por favor—. Así lo hizo, entró mientras Manolo se quedó del lado de afuera, la vio dormida, su cabello caía como cascada en la almohada, su frente relajada, suspiró dormida, aún en las condiciones que estaba no le imp
Felipe despertó sobresaltado, se levantó, se duchó y mientras lo hacía, decidió ir a conversar con su padre, necesitaba contarle todo lo que había pasado, lo de los niños, lo de Alondra. Por eso al salir del baño, tomó su celular personal y llamó a su padre —Aló, Papá, necesito conversar contigo, podemos vernos en un Restaurant cerca del centro —pronunció con angustia. —Felipe hijo, ¿Pasa algo? ¿Qué tenés? —interrogó Lucca con preocupación. Último capítulo