Metí mis cuadernos, los lápices, y todo lo que necesitaba para iniciar mi primer día del último año de la escuela antes de poder ir a la universidad, no era como si hoy fuera el primer día de clases, de hecho había faltado las primeras dos semanas por seguir enferma, ahora probablemente sufriría porque tenía que ponerme al día con todas las materias.
—¡Apresúrate Darcey o llegarás tarde! —la voz de mi mamá desde la sala me hizo cerrar el bolso y bajar rápidamente las escaleras, ella estaba más ansiosa que yo por llevarme a la escuela, probablemente porque después de pasar todo el verano enferma en la casa de mi papá y sin poder salir de vacaciones como toda adolescente normal de 16 años, ahora saldría, pero a la escuela. Asco de vida.
Mi madre me miró de arriba abajo sobre la montura de sus lentes oscuros cuando iba a la mitad de la escalera y noté como su ceño se frunció en desaprobación.
—¿Y tus pantalones? —su ceja se alzó de forma burlona, miré hacia abajo, mis piernas estaban desnudas, solo tenía puestas mis bragas blancas de animalitos.
¿En serio se me olvidó ponerme los pantalones...?
Giré los ojos subiendo nuevamente las escaleras a ponerme mis malditos blue jeans antes de bajar otra vez, mi madre me sonrió y por fin pudimos salir de la casa. El sol de la mañana se sentía muy bien contra mi piel, el viento estaba tan frío que me hizo estremecerme cuando nos dirigimos al auto de mi mamá, mis ojos por inercia se dirigieron a la casa del frente y fruncí débilmente el ceño al notar que habían quitado el cartel de «se vende» y había una deslumbrante camioneta color cobre estacionada enfrente.
—¿Vendieron la casa? —le pregunté a mi madre luego de montarme en el asiento, mi madre arregló su cabello en el espejo retrovisor como tenía por costumbre e hizo esa mueca extraña donde fruncía los labios juguetonamente antes de encender el auto, ella era diseñadora de modas tenía varias tiendas en la ciudad y otras fuera de la ciudad, era una jefa muy estricta y todos le tenían miedo, pero en casa se quitaba la careta y era solo una mujer vulnerable que lloraba porque uno de sus novios —de diez o veinte años menor que ella— se aburriera de los lujos que mi madre le ofrecía y simplemente la dejaban, siempre había sido así, mi madre solo buscaba el amor de una pareja desde que se divorció de mi papá.
—Sí, se mudaron en vacaciones —dijo—, son la familia Brete, parecen buenas personas.
Brete.
Supongo que cuando llegué de la casa de mi papá hacía dos semanas atrás estaba tan drogada por los medicamentos que ni siquiera me había dado cuenta de los nuevos vecinos.
—¿Trajiste tu uniforme de ballet? —Continuó mi madre, afirmé con la cabeza como única respuesta—, ahora que estás más delgada tus movimientos lucirán increíble en el escenario.
Afirmé nuevamente con la cabeza de manera automática a pesar de que solo quería girar los ojos, mi madre me había inscrito desde los 5 años a la escuela de ballet clásico, cuando cumplí los 14 ya había visto y participado en todos los bailes, pero mi peso era un impedimento para que pudiera hacer un solo en alguna pieza porque "no me veía suficientemente bien" o "esa barriga no puedes meterla ni aguantando la respiración", era peor porque las demás chicas eran esbeltas, bonitas y no dejaran de burlarse de mí, no es que fuera obesa, pero no era como ellas; unas tablas que casi se llevaba el viento, así que lo dejé y luego de tanta insistencia de mi madre me uní al equipo de danza clásica de la escuela como crédito extra; pero las chicas seguían siendo igual de crueles a pesar de que yo era mucho mejor en los bailes por mi elasticidad y experiencia, pero nunca logré encajar.
Pero luego del raro virus que atacó mi estómago, el vómito, la fiebre y falta de apetito me hicieron perder casi 10 kilos este verano, definitivamente todo un cambio, mi madre se alegró de botarme toda la ropa oscura que me gustaba usar que ya no me quedaba y la reemplazó por ropa más ajustada y de colores pasteles, lo admitía, también me gustó la nueva ropa, era más bonita.
Me bajé del auto y entré al instituto sintiendo atraer la mirada de algunas personas a medida que caminaba por el pasillo, me sentía un poco intimidada, nunca había llamado tanto la atención en los años anteriores probablemente por mi ropa oscura y holgada, y mi timidez para socializar con los demás, siempre creí que ellos se burlarían de mí como hicieron las niñas de mi clases de ballet casi toda mi vida, siempre intenté ser una más del montón, ni siquiera mis notas eran tan resaltantes, solo en literatura donde lo único que hacíamos era leer y dar resúmenes de esos libros, siempre me gustó la lectura.
Entré al salón justo detrás del profesor Níveo y Ana me hizo una seña con su mano para que tomara asiento a su lado, inevitablemente sonreí, ella era mi mejor amiga al igual que Cloe y Guillermo, los saludé con un gesto de la mano antes de que el profesor comenzara a dar la clase, supongo que este año sería igual de aburridos como los anteriores.
O eso creí hasta que entró él.
Todo el salón cayó en un extraño silencio, como si se tratara del Director Roques y acabara de entrar a regañarnos. Este chico llamaba mucho la atención, probablemente porque era muy alto, su cuerpo era deportivo, de hombros anchos y caderas estrechas, se notaba que estaba en forma por la manera en que la sudadera negra se acoplaba a su torso, jeans oscuros y zapatos deportivos blancos donde la costosa marca original era muy evidente a los laterales, tenía el cabello castaño oscuro revuelto en una ola de mechones rebeldes y ondeados, su expresión era hastiada, casi fastidiosa o aburrida cuando entró al salón sin ni siquiera dar los buenos días al profesor y tomó asiento al final de la clase, el profesor ni siquiera le prestó atención, estaba muy ocupado usando su teléfono celular.Tod
Estornudé.Y no solo eso, no fui capaz de cubrirme la boca y la saliva lo cubrió, pero como yo no soy de esas personas que solo estornudan una vez si no varias veces, tuve que cubrirme la boca y fue en ese preciso momento cuando impedí mi estornudo que me di cuenta que mi nariz estaba escurriendo mis mocos directo a mi boca.Uh.Limpié mi rostro rápidamente con mi camisa sintiendo mis mejillas sonrojarse por lo que había acabado de hacer, apenas me atreví a alzar la vista, sus ojos tenían unas espesas pestañas largas y oscuras como si fueran un marco para el azul verdoso de su iris, me veía fijamente pareciendo curioso y pasó una mano por su cuello donde al parecer le había llegado mi saliva.
¿Qué mier...?Tuve que releer el trozo de papel muchas veces para poder entender que era Lide el que había metido esa nota en mi bolso, ¿pero en qué momento lo metió en mi bolso? ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Por qué quería hablar conmigo?De seguro iba a asesinarme por echarle saliva encima.—¿Qué es eso? —dijo Ana observando el sobre en mis manos, guardé el papel rápidamente dentro del sobre evitando mirarla, si ella había mostrado celos con tan solo una mirada que Lide me echó, no podía imaginar con semejante nota para que lo encontrara al salir.—No, es un papel para... es mi... es de mi p
—Hey, Hermosa.¿Hermosa? ¿Yo?Me detuve casi cuando estaba por cruzar la puerta y voltee de inmediato sintiendo que la respiración se quedó atascada en mis pulmones cuando vi a Sebastian acercarse a mí por el pasillo, a juzgar por su cabello húmedo y su olor a jabón estaba recién bañado, se había cambiado a una franela rosada, jamás creí que el rosado le podría quedar tan bien a un chico, maldición, era tan sexy, de seguro acababa de salir de las prácticas de futbol.—¿Te ibas a ir sin esperarme? —comentó con una amplia sonrisa enseñándome el cargador y entregándomelo, tragué pesadamente saliva intentando controlar
Me solté de su agarre sintiendo la molestia invadirme, jamás me había sentido tan enfadada y realmente no comprendía como él pudo causar eso en mí, como si tuviera el derecho o el poder de exponerme, si quería burlarse de mí diciendo todas mis inseguridades ya había recibido demasiadas burlas en toda mi vida como para soportar esto y no comprendía por qué mi cuerpo sentía esa extraña excitación y calor.Hormonas, le echaría la culpa a mis malditas hormonas alborotadas.Me alejé de él y del instituto sin mirar atrás, no quería seguir respirando su mismo aire. El cielo estaba nublado y algunos relámpagos comenzaron a manifestarse en el cielo, para mi suerte logré tomar el autobús r&aacut
La puerta de mi habitación sonó con dos toques sobresaltándome, me voltee justo cuando abrieron la puerta y vi a Calma asomarse con un pequeño envase en sus manos lleno de galletas.—¿Se puede? —Preguntó ofreciéndome esa sonrisa que tanto la caracterizaba—, traje galletas.Estuve muy tentada decirle que no, pero traía galletas y olían muy sabrosas.Afirmé con la cabeza y ella entró cerrando la puerta a sus espaldas, nuevamente me sorprendí de su altura y de su bonito traje, casi parecía lista para una sesión de fotos para una importante revista de modas, por eso encajaba tan bien con mi madre, me parecía extraño que ella fuera tan simpática y sus herm
No podía ser cierto.Me negaba a creer que Ana pudiera hacerme algo así, la misma Ana que había sido mi amiga hacía casi cinco años enteros, la misma Ana que me contaba sus problemas y que se comportaba como mi amiga, esa misma Ana que se quedó varias veces en mi casa y compartió la cama conmigo y Cloe, la misma amiga de mis únicos tres amigos... me había traicionado la muy puta.—Ella es... mi amiga —murmuré en un hilo de voz.Me dejé caer de espaldas en la cama y miré al techo procesando esta información. Una imagen de Ana aprovechando que yo no había ido a la escuela vino a mi mente, ella sonriéndole a Sebastian y ofreciéndose para follar con él, aun cua
Al día siguiente la alarma sonó temprano, Calma se fue a su casa para prepararse e ir al instituto, yo hacía lo mismo, pero todavía recordaba todo el largo día de ayer, para un primer día de clases habían sido demasiadas emociones o más bien terribles emociones; pero solo tenía en mente pedirle alguna explicación a la zorra de Ana, necesitaba que me explicara por qué decidió simplemente ignorar lo que yo sentía durante todos estos años por Sebastian, todavía guardaba la esperanza de que fuera mentira.Mi mamá iba tarareando una canción de la radio mientras conducía para llevarme al instituto, hasta que posiblemente notó mi rostro más serio de lo normal y preguntó:—¿Qué ta