CAPÍTULO 90. Un auto desconocido.Conduzco a toda velocidad, mis manos están aferradas al volante y mi corazón late con fuerza en mi pecho. El asfalto pasa rápido bajo las ruedas de mi camioneta, y al dar la tercera vuelta a la derecha, veo un auto negro detrás de mí, acelerando y acercándose más de lo que debería.Un escalofrío me recorre la espalda. No sé dónde demonios vi esto, algún programa sobre secuestros: si quieres saber si te están siguiendo, gira en cuatro esquinas seguidas a la derecha.Así que ahora el maldito auto acaba de despejarme la duda.¡Mierda, de verdad me está siguiendo!Conduzco en medio del tráfico tan rápido como puedo, tratando de perderla, pero algo me dice que no será tan simple. Veo que el auto casi choca con otros un par de veces. No parece que el conductor sea muy experto, así que si es alguien contratado, muy profesional no será. Además, tiene placas perfectamente visibles, así que las dudas me carcomen.Veo que acelera para seguirme, y yo hago lo mism
CAPÍTULO 91. La única.Cuando una mujer ha sufrido lo suficiente, la piel empieza a erizarse de una manera distinta cuando las cosas no están bien. Las sospechas se convierten en un instinto básico y de repente te encuentras tan segura de las cosas como si Dios mismo las hubiera escrito en piedra para mandártelas.Así que por eso estoy segura de que Viggo sabe algo que yo no sé y que no me lo quiere decir.Lo sigo hasta el estacionamiento y apenas se da la vuelta para decirme que me quede, levanto una mano, callándolo.—No insultes mi inteligencia —le advierto—. Tú sabes lo que está pasando. Yo no reconocí ese auto pero tú sí. Tú sabes quién me estuvo siguiendo. Y me lo vas a decir porque no lo preguntaré dos veces.Veo la forma en que sus labios se vuelven una línea fina llena de impotencia y asiente.—Ese es el auto de Alicia, mi antigua amante —responde y me quedo aturdida por un segundo.La imagen de esa mujer sobre su escritorio me viene a la mente. ¿En serio? ¿Alicia? Cierro los
CAPÍTULO 92. Una forma de detenermeLo beso, me besa, y de alguna forma terminamos cerrando con seguro la puerta de mi oficina, porque Viggo no puede irse sin dejar claro que hay un castigo por ignorarlo y… aceptémoslo, sus castigos son mis favoritos.Jadeo contra su pecho sin poder evitarlo y él cierra mis piernas con un movimiento fuerte, mordiéndose el labio inferior.—No dejes que nada salga —me advierte con tono peligroso y no sé cómo espera que siga contrayendo un solo músculo después de que me pasara una bestia por encima.—Eres malo —lo acuso.—Así me quieres —se ríe y me besa antes de marcharse.Le dije que sí, por supuesto, que veremos juntos la caída de Devon y de TradeLink, pero la verdad no esperaba que fuera tan pronto. Siendo realistas, en este mundo de mierd@ en que vivimos la justicia legal tarda años y las demandas acumulan polvo en los juzgados… excepto las que involucran dinero. Una mujer agredida puede pasar años para obtener un juicio, pero un hombre que comente
CAPÍTULO 93. Reuniones privadasViggo parece que apenas puede mantenerse en pie. Lo veo sentarse en el borde de la cama, con los hombros caídos y los ojos pesados de cansancio. Se frota la cara con ambas manos y suelta un suspiro largo.—Tienes que dormir —le digo, acercándome.—Estoy bien —murmura, pero apenas puede mantener los ojos abiertos.Me inclino y le desabrocho la camisa con calma. Él me deja hacerlo sin protestar, demasiado agotado para oponer resistencia. Lo arrastro al baño y lo meto bajo la ducha caliente. Lo seco despacio y lo meto a la cama desnudo.—Ahora entiendo —confieso mientras lo ayudo a acostarse y lo arropo como si fuera un niño—. No me gusta cuando te desapareces toda la noche mientras yo creo que vas a venir.—La diferencia es que yo nunca sé si tú vas a venir, pero tú siempre sabes que yo sí lo haré. No sé en qué momento me puse en esta obvia desventaja contigo pero… es lo que hay.—Viggo…—No me desaparecí, reina, estuve ocupado con algo importante. Ya lo
CAPÍTULO 94. Aguas revueltasUna semana. Solo una semana pasa hasta que TradeLink se declara en bancarrota, y la atmósfera en la ciudad se siente densa, como una tormenta a punto de estallar. La noticia ha hecho eco en todos lados, y por fin estoy comenzando a sentir que la gente que me hizo daño están obteniendo lo que se merecen, o al menos eso creía. Estoy en el departamento de Viggo, sé que va a llegar en cualquier momento, cuando de repente mi teléfono suena y veo en la pantalla el número de Verónica.“Regina, tenemos un problema. La perra de Bonnie está en mi puerta exigiendo hablar contigo. ¿Vienes o quieres que la saque a escobazos o algo así?—No, no, ya voy —le respondo, sintiendo un ligero escalofrío. Exigir es demasiado para ella en este momento, pero prefiero ir avisada en caso de que pretenda hacer algo contra nosotros.Le dejo una nota a Viggo asegurándole que volveré, y conduzco hasta la casa de Vero.Al llegar a la puerta, veo a Bonnie allí, de pie como una tormenta
CAPÍTULO 95. Una aventura compartidaEl hangar privado en el aeropuerto está lleno de energía. Equipaje rodando, murmullos de los empleados, el sonido de las turbinas encendiéndose a lo lejos. Pero lo más ruidoso es el alboroto que armamos nosotras.Desde que estábamos en la universidad no hacíamos un viaje como este juntas. Yo tenía a Devon y Bonnie, Ruby estaba más soltera que una media después de pasar por una lavadora, y Vero… bueno, Vero estaba acumulando veneno.—¡Por fin! —dice Ruby abrazándome con fuerza, y es obvio que amenazó al médico para que le diera el alta de una vez—. Si me quedaba un día más en ese cuarto, creo que me daba un colapso nervioso.—Si te daba un colapso, Ren seguro te sujetaba antes de que tocaras el suelo —comento burlona.Ruby me saca la lengua y luego nos abrazamos. Las tres reímos. Nos sentimos como niñas en un viaje escolar, emocionadas y listas para la aventura, a pesar de todo lo que está pasando. Solo nos falta dar algunos saltitos…Pero a unos me
CAPÍTULO 96. Niños en pijamasLa cena es un festín. Largas bandejas de comida caliente, vino en cada copa y la luz de la chimenea dándole un brillo acogedor a toda la habitación.Poco a poco, las tensiones se disuelven. El vino ayuda, por supuesto, y los chicos incluso logran intercambiar un par de frases sin querer matarse.Finalmente, el abuelo, con su copa en mano, se sienta en un sillón frente a la chimenea y nos mira con una sonrisa. Le hago una pregunta simple sobre una empresa que me ha causado curiosidad últimamente y de pronto, empieza a hablar sobre el mercado de valores.—Ahora sí, les voy a contar cómo se manejan los negocios de verdad.Nos reímos, pero un segundo después Viggo, Ren y Christian se van con él y se acomodan en la alfombra a escucharlo con atención, porque cada palabra suya es como un mantra.—…Y obviamente sé que las grandes empresas no podrían fusionarse ni asociarse de ninguna manera, la ley antimonopolio lo impide —comenta con seriedad—. Y además ustedes
CAPÍTULO 97. Cuatro días de escapeEl cielo comienza a teñirse de tonos naranjas y rosados mientras el sol se asoma lentamente por el horizonte. La chimenea sigue encendida, consumiéndose poco a poco, llenando la habitación con su calor reconfortante.Los seis seguimos en la sala, demasiado llenos de adrenalina para dormir, demasiado cómodos para movernos.Miro a Christian y a Ren por el rabillo del ojo. No sé hasta dónde saben la verdad sobre todo lo que me pasó con Devon y su madre, pero lo que sí sé es que están de mi lado. Quizás no necesiten saber los detalles. Quizás solo necesitan confiar en que hice lo que debía hacer.—Ya quiero irme de paseo —murmura Ruby, acurrucándose más contra Ren cuando el subconsciente la traiciona.—Pues nos vamos —dice Ren con suavidad, pasándole un brazo por los hombros—. Café, chocolate caliente… yo lo preparo.—¡Ey, ey, ey…! El café déjaselo al italiano que sabe lo que hace mejor que tú —lo detiene Viggo.—Tú no eres italiano, idiota.—Mis abuelos