CAPÍTULO 80. Un acto de justiciaNo me muevo, no hago ni un sonido, pero no puedo evitar la satisfacción de ver a Devon gritando de dolor. Y a pesar de todo sé que Ren no ha terminado, porque mientras la sangre empieza a bañar la mesa, él pasa el cuchillo al dedo meñique de la otra mano y esa voz grave y pausada ahora tiene un tono feroz y vengativo.—Tercera ofensa que cometiste: atacar a una mujer, como un hombre sin honor —declara antes de hacer ese movimiento que corta carne y hueso, todo parejo.Devon suelta un alarido cuando la afilada hoja del tantō corta la primera falange. Su pecho sube y baja rápidamente, y tiene los ojos desorbitados por el dolor. Estoy segura de que está a punto de desmayarse, espero que no lo haga, porque entonces Ren lo despertará solo para siga sufriendo todo esto consciente.Porque Ren no ha terminado. Y a este punto se ve que sí se está sintiendo muy agraviado.—Cuarta ofensa que cometiste: atacar a mi mujer —escupe con rabia—. Y a mi familia no se at
CAPÍTULO 81. Una pequeña ventana de oportunidadViggo está frente a mí, un poco más serio de lo que me tiene acostumbrada esa expresión de "soy el dueño del mundo", pero no lo culpo. Lo que pasó con Ruby, la situación en la que estamos todos, no es algo que pueda tomarse a la ligera.Aún así, no me parece que sea el momento de pensar en nada más.—Regina, escúchame, esto es importante. —Su tono suena urgente, pero no desesperado, sino táctico, estratégico frío… y solo me puedo imaginar que quiere decirme algo de negocios—. Ahora, con lo que está pasando con Devon, tenemos una ventaja inesperada. Uno de mis analistas me llamó para informarme sobre algo que descubrió. Sé lo que pasó con Ruby, y lo siento, de verdad, no quiero sonar insensible, pero necesito que nos sentemos y hablemos sobre esto.Mi estómago da un vuelco. No hay nada más en el mundo que desee más que rematar al imbécil de Devon, porque ya no solo me ha atacado a mí, pero no puedo alejarme como si Ruby no estuviera en un
CAPÍTULO 82. Un hombre pobreTres horas.Llevamos tres horas sentados en esta sala de juntas, desmenuzando el proyecto de Devon pedazo a pedazo, buscando la forma más eficiente de hacer que colapse sobre su propia arrogancia. Y lo logramos, porque la maldit@ patente no puede tener más de un treinta y dos por ciento de similitudes con otras, y sucede que Viggo está respaldando a una empresa que sacó una patente muy parecida un año antes, y el fabricante puede conseguir que las similitudes entre las dos asciendan al treinta y tres por ciento, un por ciento más del legalmente permitido.—Eso dejaría completamente invalidada la patente sobre la que se sustenta el proyecto —digo por fin—. Y si cierras todas estas otras puertas…Viggo está inclinado sobre la mesa, los codos apoyados y los dedos entrelazados, con esa expresión de satisfacción que solo aparece cuando está a punto de joderle la vida a alguien. Nos parecemos tanto que casi me asusto, excepto porque ese “alguien” es mi ex y eso
CAPÍTULO 83. Conexiones inesperadas.Escuchamos a Devon lamentarse un rato más, y si soy honesta es odioso.—Maldito infeliz —gruño entre dientes—. No puede vivir sin dos dedos, pero no importó matar a sus tres hijos.Viggo me abraza y estamos a punto de irnos cuando la voz de un hombre mayor resuena en la habitación de Devon.—Entiendo que estés molesto, pero tienes que calmarte. Si hubieran traído los trozos de los dedos a tiempo, quizás habríamos podido pegarlos. Pero sin ellos, no hay nada que hacer.El doctor que acaba de hablar es un hombre de voz rasposa y tono condescendiente. No puedo verlo desde donde estamos, pero lo reconozco.Es el doctor Greer.Mi sangre se hiela. Siento mis ojos arder, mi garganta cerrarse, el aire volverse denso y pegajoso. Y Viggo se da cuenta de inmediato.—¿Qué pasa? —pregunta con cautela, girándose hacia mí.Paso saliva y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.—Ese hombre… —Mi voz sale tensa, entrecortada—. Él… él fue quien ayudó a Bon
CAPÍTULO 84. El poder de la familiaHan sido dos días de incertidumbre, de miedo, de tratar de convencernos de que Ruby es fuerte, de que va a despertar. Los médicos la mantienen sedada para ayudar a su recuperación, pero por suerte no ha habido más signos de que la hemorragia interna no se haya contenido, así que empiezan a retirarle poco a poco los sedantes.Tengo que reconocerlo, los reyes se han portado de una forma en que no esperábamos, rentaron una habitación en un hotel cercano y es como la base de operaciones a donde vamos a dormir un par de horas y bañarnos por turnos antes de regresar, pero nadie se ha ido a casa.Apenas está empezando a amanecer el tercer día cuando siento, juro que lo siento, que Ruby va a despertar. Al principio es solo un movimiento leve de sus dedos. Luego, un suspiro más profundo. Finalmente, sus pestañas se alzan, sus ojos se enfocan y nos encuentra a Verónica y a mí, sentadas junto a ella, tratando de contener las lágrimas y haciendo un esfuerzo par
CAPÍTULO 85. Mejor de lo que imaginé.Despierto cuando el sol ya se ha puesto.El departamento está en penumbras, iluminado solo por las luces tenues de la ciudad entrando por los ventanales. Me estiro entre las sábanas con un suspiro profundo. Hacía tiempo que no dormía tanto de un solo tirón, pero era obvio que lo necesitaba.Me siento en la orilla de la cama y me paso una mano por el cabello, despejándome. Pero la paz no durará mucho, porque como si me hubiera olido, la guerra entra a la habitación, y yo ni siquiera evito en ronroneo cuando Viggo se inclina a besarme.¡Es tan sexy el condenado que me saca un suspiro!Se ha cambiado de ropa; viste todo de negro, con una chaqueta de cuero y un aire de satisfacción en el rostro.—Hola, reina. ¿Descansaste?—Como un tronco —respondo con un bostezo y él sonríe.—Perfecto. Porque tenemos una noche ocupada por delante. Mira lo que tengo aquí -me dice señalando a una de las perchas en las paredes donde hay colgado un outfit completamente b
CAPÍTULO 86. Una sorpresa en una caja de metal.No sé qué esperaba, pero esto… esto es lo último que imaginaba. Greer se me queda mirando, congelado, como si lo hubieran atrapado en el acto de un crimen, y yo… bueno, yo no puedo evitar sonreír, aunque la verdad es que la situación da miedo.O sea Viggo da miedo.Observo su expresión y nadie tiene que decirle por qué estoy aquí. Todo en él está lleno de de confusión y arrepentimiento, pero entiendo que no es un arrepentimiento por lo que me hizo, sino porque entiende que vengo a cobrarle.Viggo, por su parte, está calmado, pero esa calma tiene algo siniestro, así que no hay forma de que Greer salga de aquí sin pagar por lo que ha hecho.—¿Qué… qué significa todo esto? —pregunta el médico con voz temblorosa mirándonos con una mezcla de incredulidad y terror.Yo me inclino hacia adelante, manteniendo el tono frío, casi burlón.—¿No esperabas una sorpresa como esta? —le digo, forzando una sonrisa—. Entonces eres un hombre muy iluso, muy a
CAPÍTULO 87. La práctica hace al maestroNunca pensé que estaría aquí, mirando cómo Viggo le hace un tatuaje a un renombrado doctor que se merece algo mucho peor que solo esto. Pero aquí estoy, confiando en él porque ya ha demostrado tener una hermosa mente perversa y sé que esto solo es el inicio.La habitación se llena del zumbido del motor de la máquina de tatuajes, un ruido constante que, en algún momento, empieza a parecer casi relajante. O tal vez es solo la locura de la situación lo que me hace pensar eso.Viggo le da unos toques a la máquina, la ajusta con una habilidad que no sabía que tenía, y me sonríe de esa forma que solo él sabe hacer: la sonrisa de alguien que ya sabe cómo va a terminar todo, y le da igual.—¡Siempre fui un aficionado de los tatuajes! —me dice mientras ajusta las agujas con calma, como si esto fuera algo tan normal como tomarse un café por la mañana.—¡Pero si no tienes ninguno! —me río.—¿Pues tú cuándo haz visto un Roll Royce con Pegatinas? —replica—.