CAPÍTULO 85. Mejor de lo que imaginé.Despierto cuando el sol ya se ha puesto.El departamento está en penumbras, iluminado solo por las luces tenues de la ciudad entrando por los ventanales. Me estiro entre las sábanas con un suspiro profundo. Hacía tiempo que no dormía tanto de un solo tirón, pero era obvio que lo necesitaba.Me siento en la orilla de la cama y me paso una mano por el cabello, despejándome. Pero la paz no durará mucho, porque como si me hubiera olido, la guerra entra a la habitación, y yo ni siquiera evito en ronroneo cuando Viggo se inclina a besarme.¡Es tan sexy el condenado que me saca un suspiro!Se ha cambiado de ropa; viste todo de negro, con una chaqueta de cuero y un aire de satisfacción en el rostro.—Hola, reina. ¿Descansaste?—Como un tronco —respondo con un bostezo y él sonríe.—Perfecto. Porque tenemos una noche ocupada por delante. Mira lo que tengo aquí -me dice señalando a una de las perchas en las paredes donde hay colgado un outfit completamente b
CAPÍTULO 86. Una sorpresa en una caja de metal.No sé qué esperaba, pero esto… esto es lo último que imaginaba. Greer se me queda mirando, congelado, como si lo hubieran atrapado en el acto de un crimen, y yo… bueno, yo no puedo evitar sonreír, aunque la verdad es que la situación da miedo.O sea Viggo da miedo.Observo su expresión y nadie tiene que decirle por qué estoy aquí. Todo en él está lleno de de confusión y arrepentimiento, pero entiendo que no es un arrepentimiento por lo que me hizo, sino porque entiende que vengo a cobrarle.Viggo, por su parte, está calmado, pero esa calma tiene algo siniestro, así que no hay forma de que Greer salga de aquí sin pagar por lo que ha hecho.—¿Qué… qué significa todo esto? —pregunta el médico con voz temblorosa mirándonos con una mezcla de incredulidad y terror.Yo me inclino hacia adelante, manteniendo el tono frío, casi burlón.—¿No esperabas una sorpresa como esta? —le digo, forzando una sonrisa—. Entonces eres un hombre muy iluso, muy a
CAPÍTULO 87. La práctica hace al maestroNunca pensé que estaría aquí, mirando cómo Viggo le hace un tatuaje a un renombrado doctor que se merece algo mucho peor que solo esto. Pero aquí estoy, confiando en él porque ya ha demostrado tener una hermosa mente perversa y sé que esto solo es el inicio.La habitación se llena del zumbido del motor de la máquina de tatuajes, un ruido constante que, en algún momento, empieza a parecer casi relajante. O tal vez es solo la locura de la situación lo que me hace pensar eso.Viggo le da unos toques a la máquina, la ajusta con una habilidad que no sabía que tenía, y me sonríe de esa forma que solo él sabe hacer: la sonrisa de alguien que ya sabe cómo va a terminar todo, y le da igual.—¡Siempre fui un aficionado de los tatuajes! —me dice mientras ajusta las agujas con calma, como si esto fuera algo tan normal como tomarse un café por la mañana.—¡Pero si no tienes ninguno! —me río.—¿Pues tú cuándo haz visto un Roll Royce con Pegatinas? —replica—.
CAPÍTULO 88. El final de una nocheGreer tiene los ojos hinchados por el llanto, se le abren como platos cuando ve lo que le hemos hecho y la verdad es que ya no tiene cara de ser humano. Tiene la cara de un monstruo, exactamente lo que es, y está marcado de una manera que ni el tiempo podrá borrar.Sus ojos se detienen en las palabras que recorren su piel. Las mejillas, la frente, el cuello, la barbilla, las manos, dedos, brazos, cualquier área que pueda verse está saturada de tinta con palabras y frases como:"Asesino"“Criminal”"Soy un asesino de bebés""Mato por dinero".Me detengo un momento en cada una de las frases, regodeándome en su dolor, que jamás será ni de cerca parecido al mío, porque yo soy una villana, pero sería incapaz de lastimar a su hijo.No sé si es más triste su desesperación o el hecho de que jamás podrá escapar de esa verdad tatuada en su rostro. Pero lo que me hace soltar una carcajada involuntaria es el pequeño detalle que se me había pasado por alto, uno q
CAPÍTULO 89. Un hombre serioEl aire en el departamento está cargado de electricidad.Los labios de Viggo están sobre los míos y no hay vuelta atrás. Su boca es intensa, desesperada, como si besarme fuera su única forma de respirar. Y yo siento exactamente lo mismo. El calor me recorre como fuego líquido.Sus manos se deslizan por mi espalda, firmes, posesivas, reclamándome sin decir una sola palabra. La ropa queda en el suelo en un segundo y yo cierro los ojos mientras su boca a los nuevos piercings en mis pezones. Todavía molestan pero ya no hay más dolor que el de los suaves tirones de sus dientes. Sé que por esto lo hizo, que es una de esas formas dominantes de castigo porque le gusta tomar el control y al menos en ese aspecto yo disfruto entregándoselo.—Regina… —susurra mi nombre con un tono que me hace estremecer y un segundo después lo único que hay entre los dos es un sudor peligroso y gemidos desesperados. No entiendo cómo hemos llegado a necesitarnos de esta manera pero sé
CAPÍTULO 90. Un auto desconocido.Conduzco a toda velocidad, mis manos están aferradas al volante y mi corazón late con fuerza en mi pecho. El asfalto pasa rápido bajo las ruedas de mi camioneta, y al dar la tercera vuelta a la derecha, veo un auto negro detrás de mí, acelerando y acercándose más de lo que debería.Un escalofrío me recorre la espalda. No sé dónde demonios vi esto, algún programa sobre secuestros: si quieres saber si te están siguiendo, gira en cuatro esquinas seguidas a la derecha.Así que ahora el maldito auto acaba de despejarme la duda.¡Mierda, de verdad me está siguiendo!Conduzco en medio del tráfico tan rápido como puedo, tratando de perderla, pero algo me dice que no será tan simple. Veo que el auto casi choca con otros un par de veces. No parece que el conductor sea muy experto, así que si es alguien contratado, muy profesional no será. Además, tiene placas perfectamente visibles, así que las dudas me carcomen.Veo que acelera para seguirme, y yo hago lo mism
CAPÍTULO 91. La única.Cuando una mujer ha sufrido lo suficiente, la piel empieza a erizarse de una manera distinta cuando las cosas no están bien. Las sospechas se convierten en un instinto básico y de repente te encuentras tan segura de las cosas como si Dios mismo las hubiera escrito en piedra para mandártelas.Así que por eso estoy segura de que Viggo sabe algo que yo no sé y que no me lo quiere decir.Lo sigo hasta el estacionamiento y apenas se da la vuelta para decirme que me quede, levanto una mano, callándolo.—No insultes mi inteligencia —le advierto—. Tú sabes lo que está pasando. Yo no reconocí ese auto pero tú sí. Tú sabes quién me estuvo siguiendo. Y me lo vas a decir porque no lo preguntaré dos veces.Veo la forma en que sus labios se vuelven una línea fina llena de impotencia y asiente.—Ese es el auto de Alicia, mi antigua amante —responde y me quedo aturdida por un segundo.La imagen de esa mujer sobre su escritorio me viene a la mente. ¿En serio? ¿Alicia? Cierro los
CAPÍTULO 92. Una forma de detenermeLo beso, me besa, y de alguna forma terminamos cerrando con seguro la puerta de mi oficina, porque Viggo no puede irse sin dejar claro que hay un castigo por ignorarlo y… aceptémoslo, sus castigos son mis favoritos.Jadeo contra su pecho sin poder evitarlo y él cierra mis piernas con un movimiento fuerte, mordiéndose el labio inferior.—No dejes que nada salga —me advierte con tono peligroso y no sé cómo espera que siga contrayendo un solo músculo después de que me pasara una bestia por encima.—Eres malo —lo acuso.—Así me quieres —se ríe y me besa antes de marcharse.Le dije que sí, por supuesto, que veremos juntos la caída de Devon y de TradeLink, pero la verdad no esperaba que fuera tan pronto. Siendo realistas, en este mundo de mierd@ en que vivimos la justicia legal tarda años y las demandas acumulan polvo en los juzgados… excepto las que involucran dinero. Una mujer agredida puede pasar años para obtener un juicio, pero un hombre que comente