CAPÍTULO 76. Un día diferenteDespierto lentamente, pero no abro los ojos. Mi cuerpo se siente pesado, adolorido, pero la sensación no es desagradable. Viggo está ahí, acariciando mi espalda suavemente, con un ritmo lento que me hace sentir una especie de paz que rara vez tengo. Mi piel reacciona a su toque, el calor de su mano es reconfortante. No me muevo, solo dejo que el momento pase, que su presencia me calme.Es extraño cómo puede hacer que todo lo demás se desvanezca. Su respiración acompaña el vaivén de su mano, y me pregunto si él también está despierto del todo o si está perdido en sus propios pensamientos.No sé cuánto tiempo pasa, pero de repente siento cómo se levanta de la cama. El sonido de sus pasos es suave, casi imperceptible, y luego la puerta de la cocina se cierra ligeramente detrás de él. El olor a café recién hecho empieza a llenarlo todo, y mi estómago reacciona, pero todavía no quiero moverme. Me quedo acurrucada en las sábanas, hasta que finalmente siento que
CAPÍTULO 77. Antes de que la sangre se sequeEl olor a hospital me golpea tan pronto como entramos por las puertas. Ese aire pesado, a medio camino entre lo clínico y lo desagradable, se me mete por las fosas nasales despertándome los peores recuerdos, pero intento ignorarlo. Estoy demasiado preocupada por Ruby para que algo tan trivial me distraiga. Me doy cuenta de que mis manos están temblando ligeramente, aunque trato de mantener la calma. Viggo está a mi lado, tratando de mantenerme tranquila en medio de la pesadilla.Cuando por fin nos dicen dónde encontrarla, veo a Verónica esperando junto a la entrada uno de los quirófanos, su rostro está tenso por la preocupación, y sus ojos oscuros por el estrés de la situación. Llego a ella y la abrazo, pero antes de que pueda preguntarle algo, escuchamos un escándalo proveniente de un pasillo cercano.La voz de Ren, esa que normalmente es tan controlada, ahora suena como la de un animal rabioso. La puerta de una habitación se abre de golpe
CAPÍTULO 78. Un mensaje que llega a su destino.El sonido de la camioneta al arrancar se mezcla con el retumbar de mi propio corazón. Ren no dice una palabra mientras el chofer me pregunta a qué dirección vamos y le doy la ubicación del departamento de Devon.De reojo, observo a Ren. Está tan serio como siempre, con los ojos fijos en algún punto de la carretera, pero hay algo en su postura que no logro leer. Lo veo cerrar los ojos y luego, de un espacio entre los asientos, saca una pequeña caja de madera, alargada y sencilla.Ren la acaricia con los dedos, casi como si fuera un objeto sagrado o algo así. Pero aunque mi curiosidad se dispara, no me atrevo a preguntarle. No es el momento para presionar a esta bestia en particular.El sonido del motor llena el espacio, pero lo que realmente me atormenta es la idea de lo que podría pasar dentro de ese edificio.—¿Crees que fue Devon? —pregunto, rompiendo el silencio. Mi voz suena más baja de lo que me gustaría, pero la culpa por lo que pa
CAPÍTULO 79. YubitsumeLa escena ante mí es tan surrealista que me cuesta creer que todo esto esté ocurriendo en este preciso momento. Devon está gritando, su voz está llena de miedo, y yo estoy parada aquí, inmóvil, observando, incapaz de apartar la mirada. Cada palabra que sale de su boca es una súplica desesperada o una maldición llena de impotencia, pero no parece que a Ren le importe lo más mínimo. Todo lo contrario, su calma me resulta aún más inquietante.—¿Qué estás haciendo? —grita Devon, mirando a Ren con los ojos desorbitados.Pero Ren no le responde de inmediato. En lugar de eso, da un paso adelante y pone la pequeña caja de madera preciosa sobre la mesa, justo delante de la cara de Devon. La caja es antigua y elegante, está hecha de una madera oscura y tiene detalles grabados que parecen sacados de otro tiempo.Pero lo que realmente estremece es que cuando Ren levanta la tapa con reverencia, lo que hay en ella es un cuchillo largo, con una hoja brillante que refleja la lu
CAPÍTULO 80. Un acto de justiciaNo me muevo, no hago ni un sonido, pero no puedo evitar la satisfacción de ver a Devon gritando de dolor. Y a pesar de todo sé que Ren no ha terminado, porque mientras la sangre empieza a bañar la mesa, él pasa el cuchillo al dedo meñique de la otra mano y esa voz grave y pausada ahora tiene un tono feroz y vengativo.—Tercera ofensa que cometiste: atacar a una mujer, como un hombre sin honor —declara antes de hacer ese movimiento que corta carne y hueso, todo parejo.Devon suelta un alarido cuando la afilada hoja del tantō corta la primera falange. Su pecho sube y baja rápidamente, y tiene los ojos desorbitados por el dolor. Estoy segura de que está a punto de desmayarse, espero que no lo haga, porque entonces Ren lo despertará solo para siga sufriendo todo esto consciente.Porque Ren no ha terminado. Y a este punto se ve que sí se está sintiendo muy agraviado.—Cuarta ofensa que cometiste: atacar a mi mujer —escupe con rabia—. Y a mi familia no se at
CAPÍTULO 81. Una pequeña ventana de oportunidadViggo está frente a mí, un poco más serio de lo que me tiene acostumbrada esa expresión de "soy el dueño del mundo", pero no lo culpo. Lo que pasó con Ruby, la situación en la que estamos todos, no es algo que pueda tomarse a la ligera.Aún así, no me parece que sea el momento de pensar en nada más.—Regina, escúchame, esto es importante. —Su tono suena urgente, pero no desesperado, sino táctico, estratégico frío… y solo me puedo imaginar que quiere decirme algo de negocios—. Ahora, con lo que está pasando con Devon, tenemos una ventaja inesperada. Uno de mis analistas me llamó para informarme sobre algo que descubrió. Sé lo que pasó con Ruby, y lo siento, de verdad, no quiero sonar insensible, pero necesito que nos sentemos y hablemos sobre esto.Mi estómago da un vuelco. No hay nada más en el mundo que desee más que rematar al imbécil de Devon, porque ya no solo me ha atacado a mí, pero no puedo alejarme como si Ruby no estuviera en un
CAPÍTULO 82. Un hombre pobreTres horas.Llevamos tres horas sentados en esta sala de juntas, desmenuzando el proyecto de Devon pedazo a pedazo, buscando la forma más eficiente de hacer que colapse sobre su propia arrogancia. Y lo logramos, porque la maldit@ patente no puede tener más de un treinta y dos por ciento de similitudes con otras, y sucede que Viggo está respaldando a una empresa que sacó una patente muy parecida un año antes, y el fabricante puede conseguir que las similitudes entre las dos asciendan al treinta y tres por ciento, un por ciento más del legalmente permitido.—Eso dejaría completamente invalidada la patente sobre la que se sustenta el proyecto —digo por fin—. Y si cierras todas estas otras puertas…Viggo está inclinado sobre la mesa, los codos apoyados y los dedos entrelazados, con esa expresión de satisfacción que solo aparece cuando está a punto de joderle la vida a alguien. Nos parecemos tanto que casi me asusto, excepto porque ese “alguien” es mi ex y eso
CAPÍTULO 83. Conexiones inesperadas.Escuchamos a Devon lamentarse un rato más, y si soy honesta es odioso.—Maldito infeliz —gruño entre dientes—. No puede vivir sin dos dedos, pero no importó matar a sus tres hijos.Viggo me abraza y estamos a punto de irnos cuando la voz de un hombre mayor resuena en la habitación de Devon.—Entiendo que estés molesto, pero tienes que calmarte. Si hubieran traído los trozos de los dedos a tiempo, quizás habríamos podido pegarlos. Pero sin ellos, no hay nada que hacer.El doctor que acaba de hablar es un hombre de voz rasposa y tono condescendiente. No puedo verlo desde donde estamos, pero lo reconozco.Es el doctor Greer.Mi sangre se hiela. Siento mis ojos arder, mi garganta cerrarse, el aire volverse denso y pegajoso. Y Viggo se da cuenta de inmediato.—¿Qué pasa? —pregunta con cautela, girándose hacia mí.Paso saliva y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.—Ese hombre… —Mi voz sale tensa, entrecortada—. Él… él fue quien ayudó a Bon