Perdida en sus pensamientos, Tessa salió de la universidad con la mente hecha un torbellino. Las palabras de Felicia resonaban en su cabeza, como ecos insistentes que no la dejaban en paz. Mientras caminaba, su móvil vibraba sin parar dentro de su mochila, interrumpiendo su caos mental. Decidida a encontrar un momento de calma, se detuvo y se sentó en los jardines externos de la universidad.El aire fresco le acarició el rostro mientras miraba a su alrededor. La belleza del lugar contrastaba con el tumulto que sentía en su interior. Al revisar la pantalla de su móvil, vio que era Mónica quien estaba intentando contactarla. Un suspiro escapó de sus labios; sabía que su amiga quería hablar sobre lo sucedido, pero en ese momento no tenía fuerzas para lidiar con eso. Decidió no responder y apagó el móvil, buscando refugio en el silencio que la rodeaba.Tessa se levantó del banco, sintiendo que el peso de la situación la empujaba a moverse, cuando de repente, una voz familiar resonó detrás
Al entrar por la puerta principal de la Universidad del Thamesis, las miradas se posaron sobre él como si fuera un imán para la atención. Con esa aura de desafío y confianza que lo caracterizaba, Lyam avanzó decidido hacia el pasillo que conducía a la oficina del director. Sin tocar, abrió la puerta y se encontró con una escena poco convencional: el director Robert estaba sentado detrás de su escritorio, desprovisto de saco, con la corbata deshecha y los pies descalzos sobre la mesa.El director alzó la vista, inicialmente confundido por la presencia del joven. Su rostro pasó de un tono intermedio a un blanco pálido en cuestión de segundos al reconocer a quien tenía delante.—¡Señor Lambert! —exclamó, levantándose abruptamente mientras intentaba apresuradamente colocarse los zapatos.Lyam lo ignoró y tomó asiento en la enorme silla del director, como si estuviera reclamando un trono. Con una mirada fija y penetrante, dijo—: Hace tiempo que no venía a la Universidad, así que iba de pas
Lyam notó el cambio en su tono y supuso que ya no estaba tan molesta como antes. Se aclaró la garganta antes de continuar—: Usted... —dudó unos segundos—. Creo que hace unas horas tuve un comportamiento muy inapropiado.La sorpresa inundó a Tessa—: ¿Disculpe?—Solo hice caso a mi forma de pensar y no sabía que eso le haría sentir incómoda —admitió Lyam, sintiendo cómo sus palabras se enredaban en su lengua. A pesar de ser un buen orador, esta vez se sentía vulnerable.De repente, el sonido de una suave risa cruzó el auricular y llenó el aire con una chispa inesperada. La risa de Tessa lo dejó aún más incómodo.—¿Usted se está riendo? —preguntó Lyam, algo incrédulo ante la reacción de ella.—¡Mis disculpas! —respondió rápidamente—. Es solo que me tomó por sorpresa su llamada. Acepto sus disculpas y también quiero ofrecerle las mías. Tengo el defecto de no comportarme decentemente cuando estoy de mal humor, así que lamento si le falté al respeto a una figura tan respetable como usted.S
Tessa sintió cómo la rabia burbujeaba dentro de ella; sus palabras eran una retorcida justificación para su comportamiento abusivo.—¿Acaso no ves el tipo de basura que eres? —le gritó con toda la fuerza que pudo reunir—. Me golpeas, me insultas, le metes calumnias en la cabeza a mi madre para que me odie y me maltrate. ¡Me violaste cuando tenía catorce años! ¿Eso es amor para ti? —las palabras salieron como un torrente incontrolable.—¡Lo hago porque te amo, Teressa! —gritó Deghar, su voz era una mezcla de locura y posesión—. ¡Eres mía en cuerpo y alma! ¡Fui tu primer hombre, y seré el último!Cada palabra que salía de su boca era un veneno que penetraba en la mente de Tessa. Ella, llena de asco y repulsión, empujó a Deghar con todas sus fuerzas.—¡Aléjate de mí! —gritó, sintiendo la rabia arder en su interior.Pero Deghar no se detuvo. Con una rapidez aterradora, la agarró a la fuerza, sus manos como garras aferrándose a su piel. Tessa forcejeó con todas sus fuerzas, pero la brutali
Tessa parpadeó varias veces, tratando de despejar la neblina que aún envolvía su mente. Al abrir los ojos, la luz tenue del hospital la abrazó suavemente. Su mirada se deslizó por la habitación, hasta que se detuvo en él: Lyam.Dormía en una actitud que combinaba la vulnerabilidad con un magnetismo innegable. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, lo que acentuaba la musculatura definida de su torso. La silla en la que estaba sentado parecía pequeña en comparación con su figura imponente. Su cabello, desordenado y rebelde, caía despreocupadamente sobre su frente, dándole un aire despreocupado y casi juvenil. A pesar de la incomodidad de la posición, había algo tan atractivo en él que Tessa no pudo evitar sonreír.Se levantó ligeramente de la cama, haciendo un sonido suave contra las sábanas. Cuando su mirada se posó nuevamente en él, lo encontró allí, observándola. El hecho de que él la estuviera mirando cuando se supone que estaba dormido hizo que ella se sobresaltara.—¿Cómo te
Tessa, con un ligero temblor en sus manos, se había decidido a dar ese paso audaz. Al sentarse en el asiento del copiloto, el movimiento brusco hizo que el auto se balanceara y Lyam, sorprendido, desvió su mirada hacia ella. Sus ojos mostraban una mezcla de desconcierto y curiosidad.Tessa, en un intento por calmar su propio nerviosismo, se enfocó en su reflejo en el espejo de la visera parasol. Su rostro reflejaba una belleza natural, pero había algo más: con movimientos delicados, comenzó a peinar su cabello con las manos, como si eso le diera un poco más de control sobre la situación. Sus dedos se deslizaban por las hebras de su cabello con suavidad, intentando distraerse mientras sentía la intensidad de la mirada de Lyam.Lyam, por su parte, no podía evitar sonreír. Su sonrisa era discreta, casi como un secreto.Cuando Tessa terminó de arreglarse, su mirada se encontró con la de Lyam. Sus ojos brillaban intensamente, como si estuvieran llenos de determinación y nerviosismo a la ve
Con un gesto decidido, Amanda abandonó la cocina y se dirigió hacia la sala principal. Los dos hombres se quedaron solos en la cocina, Tomás, intentando romper la tensión, extendió una bolsa blanca que traía en sus manos hacia Lyam.—Son las medicinas de la señorita Rondón —informó con seriedad.Lyam tomó la bolsa con rapidez y asintió agradecido.—Me retiraré; que tengan buenas noches —dijo Tomás antes de dirigirse hacia la puerta.Cuando Lyam regresó a la sala principal, se encontró con una imagen tranquila: Amanda observaba a Tessa, quien estaba distraída mirando las fotos familiares que reposaban en las vitrinas. La expresión de Amanda era curiosa, casi nostálgica, lo que llamó la atención de Lyam.Finalmente, Amanda, sintiendo la presencia de su hijo, aclaró la garganta para llamar la atención de ambos.—Señorita Rondón —dijo con un tono firme pero amable—, acompáñeme.Tessa levantó la vista, asintió con una sonrisa y siguió a Amanda escaleras arriba hacia el segundo piso. La cas
Xaddiel abrió los ojos como platos, como si acabara de recordar algo trascendental. Su voz estalló con entusiasmo—: ¡Eso! —exclamó tan fuerte que Amanda sobresaltó justo antes de llevarse un bocado a la boca. Con una mirada cómplice hacia su madre, Xaddiel declaró emocionado—: Es verdad, a Kevin le gusta una chica. —sus palabras resonaron en la mesa y llenaron el espacio de intriga y risas. Lyam arqueó las cejas, incrédulo—: ¿Cómo estás tan seguro de eso? —su tono era una mezcla de sorpresa y escepticismo.Xaddiel, con una sonrisa astuta en el rostro, respondió—: Siempre visito el bufete de Kevin cuando quiero que me ayude con mis tareas. —su voz era segura y llena de confianza. Luego, continuó—: Hace algunos días que lo visité y noté que estaba algo distraído. Me contó que conoció a una chica en una cafetería que está cerca del bufete. Se veía muy emocionado.Amanda, se inclinó hacia adelante con interés—: ¿Te dijo cómo se llama?Xaddiel sacudió la cabeza, su expresión un p